Reconciliémonos con nuestra minería

17 marzo, 2022
Columna de opinión - Ignacio Moreno_foto

“Si no somos capaces de entregar una cierta estabilidad al sector minero respecto a las condiciones de trabajo, es muy difícil que podamos mantener el nivel actual de inversión en exploración”.

Por Ignacio Moreno, ex subsecretario de Minería
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En las últimas semanas, las conversaciones de los círculos mineros han estado marcadas por la preocupación. Todos entendemos que parte importante de las reglas del juego que han ordenado el sector minero hasta la fecha están hoy en cuestionamiento, en particular en las discusiones que se están desarrollando en la Convención Constitucional (CC).

En general, se hace hincapié en los prejuicios contra la minería, que se pueden notar en los discursos de algunos actores políticos, como también en la falta de conocimientos de cómo funciona el sector. Desgraciadamente, es evidente que existe un déficit de argumentos técnicos en los debates que se han dado últimamente. Muchos ven solo los abultados resultados financieros que presentan muchas empresas mineras en el último tiempo, y no tienen claridad del larguísimo proceso de trabajo e inversión que se requiere para lograrlos.

Sería útil informar que diferentes estudios académicos indican que menos del 4% de los proyectos que inician sus trabajos de exploración terminan finalmente en una faena minera productiva, y que, en caso de éxito, el proceso desde su inicio hasta su puesta en marcha demora aproximadamente 10 años. Eso significa que 96% de esa inversión y esfuerzo finalmente no llega a buen puerto.

Por lo mismo, si no somos capaces de entregar una cierta estabilidad al sector minero respecto a las condiciones de trabajo, es muy difícil que podamos mantener el nivel actual de inversión en exploración. Y un sector minero que no invierte en exploración no tiene futuro, así de simple.

Algunos podrán argumentar que el Estado tendrá que invertir si no lo hace el sector privado. Es un argumento legítimo y creo que no debemos cerrarnos a ningún debate. ¿Pero es razonable que el Estado invierta en algo de tan alto riesgo como el negocio minero, cuando el uso alternativo de esos recursos puede ir a resolver agudos déficits en políticas sociales como en el área de salud y educación?

Del otro lado del debate, también debemos reconocer que el sector no ha sabido y/o no ha podido participar de manera activa y constructiva en este proceso. Algunos actores del mundo político dicen que esto se debe al hecho que “los mineros no quieren cambiar nada” y se atrincheran en sus posturas técnicas. Esto no es cierto.

Somos muchos los que reconocemos que el país tiene el derecho legítimo de revisar las reglas de un sector específico. Más aún, muchos estamos totalmente de acuerdo en avanzar en el debate tributario que va a permitir a la minería un mayor aporte al país.

El actual marco tributario al cual está sometido el sector minero, y en particular el impuesto específico (o royalty minero), definido inicialmente durante el gobierno del presidente Lagos en 2005, fue pensado para un escenario de precio del cobre moviéndose en una banda de US$ 1 a 3 por libra. Durante los últimos meses, hemos visto cómo el precio se ha mantenido estable en torno a US$ 4,5 por libra, y son muchos los analistas que anuncian un déficit histórico en este mercado que podría llevar el precio del cobre a niveles superiores a US$ 5 o 6. Con los niveles de costos promedio actuales en la industria inferiores a US$ 2, la generación de renta minera con estos precios es gigantesca.

La minería, tanto en Chile como a nivel mundial, está frente al tremendo desafío de construir una nueva legitimidad. Esto pasa por lograr una relación más balanceada con la comunidad nacional, pero también con las comunidades locales en las cuales operan sus faenas. Esta nueva legitimidad también se construye logrando los mejores estándares ambientales y sociales en nuestras faenas.

La industria ha avanzado mucho en estos temas durante los últimos años, pero hoy más que nunca hay urgencia. Hace unos días atrás el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (GIEC) publicó un nuevo informe que es particularmente preocupante. Sabemos que la descarbonización de la economía mundial requiere de un volumen importante de minerales críticos. Pero para avanzar decididamente en esta agenda, es necesario lograr una reconciliación entre la ecología y la industria minera. Desde Chile podemos contribuir a esto. Tenemos aquí todas las condiciones para ser un ejemplo mundial de minería sustentable. Seamos ambiciosos y construyamos desde Chile la minería del futuro.

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