Negocios y valores

5 octubre, 2020
Columna de opinión - Sergio Villegas_foto

“En un país como el nuestro, con no menos de dos millones de pobres aún, la industria tiene que hacer su aporte, tiene su compromiso moral con Chile”.

Por Sergio Villegas, economista
____________________

En las interesantes charlas que realiza el Instituto de Ingenieros de Minas de Chile (IIMCh), días atrás le tocó exponer al destacado profesional y dirigente gremial, Alberto Salas, para referirse, en su condición de presidente del directorio de SQM, sobre el desarrollo del negocio y sus perspectivas futuras en medio de este escenario nacional e internacional tan convulsionado.

La exposición tuvo su curso normal, explicando los proyectos de expansión, de sus 70.000 toneladas de litio hasta llegar a las 150.000 toneladas en tiempo proyectado. Sobre las ofertas mundiales, otras proyecciones, presentaciones y etc. Fue indudablemente, como era de esperar, una buena presentación.

Pero ese no fue, precisamente, el punto que atrajo más la atención de una distinguida profesional de la audiencia. La parte feliz fue cuando el expositor fue consultado sobre esa capacidad innata para cambiar de roles y al mismo tiempo, lograr hacer “bien la pega” en tiempos difíciles.

Volver desde la minería dura, metálica a la no metálica, con pasantías y tomando el timón de popa en los ámbitos gremiales, tanto del sector minero y del conjunto del comercio y la industria, para luego volver a las sales del norte. Surgió la pregunta entonces, ¿cómo un ejecutivo se maneja con solvencia en el tormentoso mar de la diversidad?

La respuesta fue inesperada para algunos. El expositor centró su explicación sobre el arte de la conducción. Al factor de la observancia y a la constancia del “respeto por el otro”, a la condición y propiedad que debe desarrollar todo líder, tanto en la política – y especialmente en estos días – como en la condición de hombres/mujeres en la propia industria. Y este factor, que madurado se convierte en virtud, que supera y se vacuna contra la tiranía, se le llama tolerancia.

Se reafirma, señaló, cuando se supera la soberbia, tantas veces presente en algunas presentaciones de proyectos a los que estamos acostumbrados a escuchar, y que al poco andar se deben de reformular o reconstruir por falta de observancia o incapacidad de escuchar a todas las partes.

Y estos objetivos se enmarcan a su vez, en un espíritu de humildad, para escuchar y aprender y así poder “salir con todo para adelante”. En un país como el nuestro, con no menos de dos millones de pobres aún, la industria tiene que hacer su aporte, tiene su compromiso moral con Chile, con el desarrollo del sistema educacional y al alcance de todas las personas; siendo este elemento “la única palanca para empujar el desarrollo”.

Por tanto, la industria debe estar con el compromiso para ayudar a generar igualdad de oportunidades, a contribuir para un mejor hombre/mujer más culto/a, desembriagados del eros de su propio yo para dirigir a un mundo que tal vez hay que cambiar de raíz.

Para ello se requiere el largo ejercicio de manejar la humildad que, como bien señalaba Sócrates, es fruto del autoconocimiento, que cuando el profesional o pretendido líder lo logra, es capaz de dirigir y controlar sus fuerzas, administrar el impulso para obtener los fines superiores que se ha propuesto. El país de hoy, y desde los negocios, requiere más intervenciones de esta índole.

Noticias Relacionadas