Desafíos en generación distribuida en Chile

19 septiembre, 2022
Daniel Olivares

“La generación distribuida en Chile es, en gran medida, parte del desarrollo energético sostenible y económicamente eficiente, y ofrece oportunidades para un suministro más seguro y resiliente por encontrarse más cerca del consumo final”.

Por Daniel Olivares, académico y director
UAI Center for Energy Transition (CENTRA)
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El 26 de julio de este año la CNE publicó la séptima edición del Anuario Estadístico de Energía. El documento señala que la capacidad instalada bruta de los Medios de Generación de Pequeña Escala (PMGD y PMG) superó el umbral de 2.000 MW durante el 2021, mientras que en la generación distribuida (netbilling) la capacidad instalada superó los 100 MW y las 10 mil instalaciones. Si bien el crecimiento que han experimentado los proyectos de generación a pequeña escala es relevante, destaca el lento avance que han mostrado los proyectos tipo netbilling a lo largo del país.

Dicha publicación no se condice con las conclusiones de varios estudios recientes sobre la expansión eficiente del sistema eléctrico en Chile, que muestran que la generación distribuida en Chile es, en gran medida, parte del desarrollo energético sostenible y económicamente eficiente, y ofrece oportunidades para un suministro más seguro y resiliente por encontrarse más cerca del consumo final.

La experiencia internacional en mercados que también poseen un alto potencial de recursos energéticos distribuidos (e.g., California, Australia) parece coincidir con las conclusiones de los estudios locales, ya que se observan avances sostenidos hacia garantizar el acceso de generación distribuida costo-eficiente a redes de distribución, en base a una planificación coordinada.

A pesar de lo anterior, el tímido avance de los proyectos de generación distribuida residencial no debiera sorprender a muchos a estas alturas. La discusión regulatoria nacional de los últimos años ya ha identificado una serie de barreras generales para el desarrollo de recursos energéticos distribuidos en las redes de distribución, algunas de las cuales también han sido identificadas en la experiencia internacional.

En mi opinión, los desafíos que deben ser abordados en Chile para materializar los muchos beneficios que los recursos energéticos distribuidos pueden ofrecer son principalmente tres. El primero, de tipo regulatorio, corresponde a alinear los intereses de desarrolladores de proyectos y empresas de distribución, a partir del reconocimiento dentro de la planificación y remuneración de redes las obras necesarias para la integración eficiente de la generación distribuida.

El segundo desafío se relaciona con el desconocimiento de la población general respecto de la tecnología, dificultad para diferenciar proveedores y dificultad de acceso al crédito en plazos similares a la vida útil de las inversiones en generación distribuida.

Finalmente el tercer desafío, de política pública, corresponde a aprovechar la masa crítica de investigadores de nivel mundial existente en universidades y centros de I+D en Chile, para desarrollar un ecosistema de innovación y desarrollo en torno a soluciones energéticas distribuidas, que nos permita contar en el mediano plazo con regulación, mercados y tecnología para mejorar la resiliencia de nuestros sistemas de suministro energético frente a los efectos físicos y geopolíticos del cambio climático, aprovechando el tremendo potencial de recursos energéticos distribuidos de nuestro país.

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