Ana Lía Rojas, nueva directora ejecutiva de Acera

18 abril, 2022
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En entrevista con Revista Nueva Minería y Energía, la nueva líder del gremio analiza los desafíos que deberá asumir Acera en medio de un escenario complejo para el país con “riesgos preocupantes”, y donde está en juego el proceso de transición energética.

Por Daniela Tapia
Revista NME
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Ha sido una pieza clave en el posicionamiento de las energías renovables y es considerada una gran impulsora de la idea de incorporar mujeres a la industria eléctrica. Se trata de Ana Lía Rojas, economista de la Universidad Católica, quien se transformó en la primera mujer en liderar la Asociación Chilena de Energías Renovables y Almacenamiento (Acera).

En entrevista con Revista NME, la nueva timonel del gremio destaca que, bajo su gestión, se ha preparado un ambicioso plan de trabajo, el cual busca impulsar una agenda orientada a avanzar en el liderazgo de la transición energética hacia una matriz eléctrica 100% renovable.

Sin embargo, también releva algunos temas que resultan preocupantes para el futuro del país, como es la situación de escasez hídrica y el eventual riesgo de un racionamiento eléctrico.

¿Qué otros temas concentrarán la atención del gremio? ¿Qué lineamientos prevé materializar la ejecutiva durante su administración al mando de Acera? De éstos y otros asuntos, Ana Lía Rojas conversó con Revista NME en medio de un escenario que se prevé particularmente complejo para Chile.

¿Cómo recibe su nombramiento al mando de Acera?

Es un nuevo y gran reto en mi carrera que tomo con mucho orgullo y responsabilidad para continuar el gran trabajo que, hasta ahora, se ha realizado en la principal asociación del sector energético renovable.
Es un año, además, que da inicio a un período muy desafiante que enfatiza la necesidad de establecer diálogos constructivos con las nuevas autoridades del poder ejecutivo, la asamblea constituyente, en un contexto de crisis climática y de recuperación económica post covid que afecta e influye en todos los ámbitos.

¿Cuáles serán los primeros lineamientos e iniciativas que pondrá en marcha para fortalecer el posicionamiento del organismo en la industria energética-eléctrica nacional? ¿Cuál es la visión y estrategia que ha definido a largo plazo?

Para la tarea de disminución de emisiones del sector eléctrico, en el contexto de crisis climática que vivimos, se requiere aumentar los niveles de penetración de centrales renovables variables, lo cual le impone a nuestro sistema y mercado eléctrico desafíos muy relevantes sobre los cuales tenemos que ocuparnos.

En Acera hemos preparado un ambicioso plan de trabajo para impulsar una agenda, que nos permita avanzar en el liderazgo de la transición energética hacia una matriz eléctrica 100% renovable, basado principalmente en 3 focos: la desfosilización de la matriz eléctrica con más renovables, tecnologías habilitantes, y acompañado de una transición justa y responsable; segundo, avanzar en la electrificación de los consumos, principalmente del transporte y de la calefacción residencial, que son los que hoy más emisiones generan; y, por último, pero no menos importante, el trabajo en el territorio y la relación con las comunidades, la imperiosa necesidad de una buena planificación para el despliegue de proyectos renovables y almacenamiento en armonía con el territorio.

Generación renovable récord y más…

Respecto a los ejes que usted menciona, ¿qué temas serán prioritarios en la agenda de Acera, o bien, concentrarán la mayor atención?

Daremos un especial énfasis a la visión y estrategia de relacionamiento en el diálogo con la Convención Constituyente, y el estatuto de la energía que contenga la nueva Constitución, así como con las nuevas autoridades de gobierno, que repercutirán directamente en los desafíos futuros de trabajo en relación al desarrollo de las energías renovables, la innovación y adaptación temprana de nuevas tecnologías en equilibrio, sumado a los mandatos ambientales, sociales y políticos.
Los otros temas prioritarios para este 2022 será abordar la gestión de los atrasos en la transmisión, que afecta la mayor penetración de las renovables; la imperiosa necesidad de dotación de regulación para la implementación de tecnologías habilitantes, que permitan abordar con optimismo los próximos 4 años, entre varios otros.

El 2021 fue un año récord para las energías renovables. ¿Cómo analiza este escenario y la creciente penetración de las ERNC en la matriz energética nacional?

A pesar de un segundo período de pandemia, el 2021 fue un buen año para las renovables. La participación ERNC aumentó cinco puntos porcentuales respecto al 2020, llegando a un 27% de generación; tuvimos un peak de participación renovable en la matriz eléctrica de generación de un 65.7%; y durante el 37% de los días del año la máxima participación horaria ERNC superó el 50%.
Sin embargo, si bien hubo un aumento de la generación renovable en la matriz, y una cifra récord en participación de éstas, el 2021 supuso un menor aporte de la hidroelectricidad como consecuencia de la sequía que afecta al país por más de diez años. Este menor aporte, junto con el crecimiento de la demanda, determina que la generación renovable aún no logra sustituir generación térmica por renovable.

En tanto, el factor de emisiones de GEI del SEN durante 2021 fue 385 [KgCo2eq/Mwh], aumentando en un 5% con respecto a 2020. Este incremento significa 1,82 millones TonCo2eq adicionales respecto a ese año, lo que equivale a aumentar el parque automotriz en 394 mil vehículos.

Esto sólo nos lleva a seguir trabajando y aportar, desde la industria renovable y de almacenamiento, a disminuir las emisiones del sector eléctrico para alcanzar la “meta cero” antes del 2040. Lo hemos dicho y lo seguiremos diciendo: tenemos todas las condiciones para seguir liderando la ruta de la transición energética y la disminución de emisiones del sector eléctrico. No podemos seguir perdiendo tiempo.

Sequía y riesgos preocupantes

¿Qué temas alertan hoy a la entidad y cómo cree que se deberían abordar?

Sin duda, nuestra mayor preocupación sigue siendo cómo hacer la transformación del sistema eléctrico para la mayor inserción de energías renovables y almacenamiento, resguardando que dichas transacciones sean realizadas bajo las premisas de la urgencia que nos impone el cambio climático, la seguridad del sistema y sin embates en los costos de éste. Esta es nuestra visión permanente de foco de trabajo.

Sin embargo, también hay urgencias de corto plazo que se deben gestionar, y en esto Acera ha identificado como una de ellas, la situación de escasez hídrica y el eventual riesgo de un racionamiento eléctrico. Esto no sólo tendría consecuencias catastróficas para las familias de nuestro país, impidiéndoles contar con la energía necesaria para resolver sus necesidades básicas, sino que es grave también para nuestra economía porque disminuye la capacidad de crecimiento y de producción de empleo, y al mismo tiempo, es peligroso para el sector, porque retrasaría el proceso de transición energética que ha costado tanto impulsar y que, ahora más que nunca, necesitamos consolidar para hacer frente a la crisis climática.

¿Cree que se ha actuado a tiempo para enfrentar esta situación?

Las evaluaciones de los organismos competentes más inmediatas para enfrentar la estrechez, consideran efectivamente un retraso en la salida de las carboneras comprometidas para este 2022. También es un retroceso, porque pone en tela de juicio las capacidades de las actuales instituciones para gestionar este riesgo con medidas más amplias, pero basadas en mayores tecnologías habilitantes, almacenamiento, automatismos y esquemas de control avanzado, todas propuestas que Acera presentó a mediados de 2021 y que desafortunadamente, no fueron parte de las medidas impulsadas por la saliente administración.

Es claro, entonces, que ahora no hay tiempo para desarrollar otras acciones -no basadas en la lógica fósil-, pero lo cierto es que podríamos haber tenido más alternativas de haber empezado antes a gestionarlas.

La sequía y las otras condiciones que enmarcan la estrechez se darán año a año, agravada más aún por la crisis internacional y las secuelas de la geopolítica del gas y diésel gatilladas por el actual conflicto Rusia-Ucrania.

Nos alarma también que la reciente extensión del decreto de racionamiento por parte de la CNE sea una solución que financie una construcción de lógica fósil, cuando los compromisos del país claramente van en dirección opuesta y se están haciendo esfuerzos para el abandono de estos energéticos.

Esta mirada, la de la gestión de un diésel extraordinario cuyos costos deben asumir todos los agentes del mercado contratados, no es acorde a los principios de desfosilización del sector eléctrico, pues reduce el espacio de opciones para, por ejemplo, la gestión de demanda, y el traslado de consumos a horas de mayor aporte de generación renovables, como las horas de generación solar.

El Coordinador Eléctrico ha reiterado que se debe postergar el retiro de las centrales a carbón. ¿Cómo analiza esta determinación y de qué manera se dará esa tensión si las comunidades esperan que se cumplan los compromisos respecto a la descarbonización?

Todos los cambios que el Coordinador Eléctrico Nacional (CEN) ha vivido hasta la fecha han introducido altos niveles de complejidad, tanto a la operación del sistema como al mercado eléctrico y, por consiguiente, a más de 5 años de su creación, se vuelve prudente discutir si la institucionalidad del sector, y en particular del CEN, es la adecuada para enfrentar los desafíos de los próximos años.

La institucionalidad debe dar las garantías, a todos los actores, que las decisiones que se toman estén siempre orientadas a perseguir el bien común. Esto se vuelve imprescindible en tiempos de cambio e incertidumbre como los que estamos viviendo.

El proceso de transición energética debe ser atendido y resguardado por todos, aún en momentos de crisis. Y en este propósito, un retraso en el programa de descarbonización y la aplicación de medidas que revivan la utilización de fósiles, no sólo ahora, sino de los años venideros, es lo que nos convoca como asociación a mirar con atención este proceso y discutir contribuciones para garantizar una adecuada gestión de la estrechez energética, con medidas seguras, económicas, pero también sin impactos negativos en las emisiones del sector eléctrico ni en la relación con las comunidades.

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