Reforma a la distribución en camino

28 octubre, 2019
Andrés Romero

“La red de distribución será relevante para el desarrollo de los recursos energéticos distribuidos, como energía solar fotovoltaica, almacenamiento distribuido y gestión de la demanda, y para permitir una progresiva electrificación de los consumos”.

Por Andrés Romero, senior Advisor Valgesta Energía y director de desarrollo de la Escuela Iberoamericana de Regulación Eléctrica (PUC – ARIAE)
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El futuro de la energía se encamina aceleradamente en tres direcciones que son complementarias: electrificación de los consumos, descentralización de los recursos energéticos y digitalización de las redes y aparatos consumidores de energía. Como lo afirma el Foro Económico Mundial (“The future of electricity”, WEF 2017), “el sistema eléctrico está en la mitad de una transformación disruptiva, tecnológica e innovadora de los modelos tradicionales de generación”.

De esta manera, el rol de las redes de distribución está cambiando dramáticamente. De ser una operación pasiva que llevaba electricidad “de arriba hacia abajo”, el rol que cumplirán en el proceso de transición energética será clave. En efecto, la red de distribución será relevante para el desarrollo de los recursos energéticos distribuidos, como energía solar fotovoltaica, almacenamiento distribuido y gestión de la demanda, y para permitir una progresiva electrificación de los consumos, como por ejemplo, la electromovilidad.

Este funcionamiento activo de las redes de distribución puede permitir reducciones o aplazamientos de inversiones tradicionales de red, siempre que el marco regulatorio incentive un desarrollo innovador que minimice el “TOTEX” de la red.

Por ello, se necesita una regulación de red “2.0”, para establecer una red de distribución gestionable y que permita un eficiente despliegue de los recursos de energía distribuidos. La regulación también debería permitir la creación de plataformas, donde los recursos distribuidos pueden participar en un mercado altamente competitivo.

Las decisiones de inversión para renovar la red de distribución y el grado de automatización que alcance, deberían depender del análisis de costo beneficio de los proyectos, en base a los incentivos que el marco regulatorio entregue a los propietarios de redes de distribución y los objetivos de calidad que la autoridad determine.

Por cierto, los consumidores son los primeros beneficiados en esta transición energética: como lo afirma un grupo de investigadores del Masachussets Institute of Technology (“Utility of the Future”, MIT Energy Initiative, año 2016), “una evolución importante en la provisión y consumo de servicios de electricidad está en camino, impulsado por una confluencia de factores que afectan el lado de distribución. El consumo inteligente de electricidad y el desarrollo de recursos de energía distribuidos, en caso de que sea costo eficiente, pueden significar billones de dólares en ahorro y mejor uso de la infraestructura de electricidad”.

El gobierno se encuentra en pleno trabajo de diseño de un nuevo marco regulatorio para el sector distribución. Sin lugar a dudas, el enfoque que se le debe dar a esta reforma debe apuntar en la dirección señalada, de tal manera que la transición energética con energías limpias, descentralizadas y de bajo costo, y la posibilidad de electrificar consumos como la calefacción o el transporte, llegue a las familias de Chile.

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