Oportunidades y desafíos: El rol clave de la minería

21 abril, 2023
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Hay optimismo en que la minería mantendrá un rol clave en el desarrollo de Chile. 2023 será un año relevante donde se observará un incremento de la demanda por cobre y litio.

Por Álvaro Merino, gerente de Estudios 
Sociedad Nacional de Minería (Sonami).
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En 2022, la minería mostró un importante retroceso respecto al año anterior. En efecto, el PIB minero registró una caída de 4,1%, lo que se explica, fundamentalmente, por una menor producción de cobre, del 5,3%; de oro, del 10,4%; de plata, del 9,4% y de molibdeno, del 7,7%. Sin embargo, el relevante incremento de la producción de no metálicos, en particular en el caso del litio, contuvo un descenso mayor de la actividad minera.

La disminución en la producción de cobre, nuestro principal producto minero y de exportación, que representa el 90% del PIB sectorial, se explica, principalmente, por menores leyes del mineral. Ello, junto con problemas técnicos en algunos yacimientos y la reducción en el suministro de agua, lo que naturalmente afectó el normal desarrollo de las operaciones mineras y, en consecuencia, su producción. En particular, impactó las faenas ubicadas entre las regiones de Coquimbo y Metropolitana.

Para este año, se espera una importante recuperación de la actividad minera, debido a la baja base de comparación y al relevante incremento de la producción de cobre. Se proyecta que el metal rojo pasaría de 5,3 millones de toneladas en 2022, a cerca de 5,7 millones de toneladas en 2023. En esta línea, destacan los aumentos de producción esperados de Quebrada Blanca, Pelambres y Escondida.

En consecuencia, es posible aseverar que será esta actividad económica la que contribuirá a contener la caída que se proyecta para la economía chilena durante este año.

Litio y cobre

Con este marco, 2023 se presenta como un año propicio para prepararnos a fin de que, en la segunda mitad de la década, podamos aprovechar en toda su magnitud la ventana de oportunidades que nos ofrece el relevante incremento de la demanda por cobre y litio. Ello, a partir de la electromovilidad y el desarrollo de las energías renovables no convencionales.

Actualmente, un vehículo convencional utiliza 24 kg de cobre, un híbrido 38 kg y un eléctrico 80 kg. Este año, se van a producir cerca de 90 millones de vehículos y solo por este concepto se van a demandar 2.800.000 toneladas de cobre. Esto es alrededor de un 11% del consumo mundial.

Se estima para 2023 una producción de 9 millones de vehículos eléctricos, que requerirán alrededor de 720.000 toneladas de cobre, en tanto que, para fines de la década se proyecta una producción de 45 millones de vehículos eléctricos, que van a demandar 3.600.000 toneladas de cobre, es decir, solo por este concepto, el consumo actual se multiplicará por cinco. Asimismo, dicha producción de vehículos hacia fines de la década utilizaría del orden de 2 millones de toneladas de carbonato de litio.

A este respecto, debemos tener presente que la oferta tiene restricciones para un crecimiento acelerado, pues cada día cuesta más hacer minería. Lo anterior, debido a menores leyes de los yacimientos, mayores requerimientos de inversión, limitaciones al financiamiento, normativas ambientales y comunitarias más exigentes (la llamada licencia social) y la ubicación de nuevos proyectos en zonas potencialmente inestables, como es el caso de África.

Por cierto, para incrementar la producción, necesariamente se requiere inversión, elemento crucial para el futuro desarrollo de la minería, pues la inversión que realicemos hoy es la base del crecimiento futuro.

En relación a esto, es prioritario agilizar el otorgamiento de permisos y generar una más expedita tramitación de proyectos, así como impulsar cambios en nuestra legislación que otorguen mayores grados de certeza jurídica en este proceso.

No cabe duda de que la principal actividad económica del país no está exenta de desafíos, los que naturalmente se están abordando.

Desafíos

A partir del contexto descrito, considero que el principal desafío de la minería es perseverar en contar con una institucionalidad que otorgue seguridad jurídica y económica. En este sentido, también proveer la necesaria estabilidad que requiere la inversión minera, debido a los relevantes montos de recursos involucrados y al largo período de maduración.

La historia reciente de las últimas tres décadas es clara y precisa, en el sentido que nos muestra que el marco institucional y jurídico de la minería ha generado confianza, estabilidad y seguridad. Todos ellos, elementos claves para atraer la inversión, especialmente en este sector, cuyos proyectos se desarrollan en el largo plazo.

Debemos recordar que, en este período, la minería ha jugado un rol clave, atrayendo inversiones, impulsando el crecimiento, abriendo un amplio mercado externo y aportando relevantes recursos financieros para que el Estado pueda desarrollar su labor.

Otro gran desafío es seguir trabajando con mayor fuerza por una minería sustentable. Este aspecto es muy importante y apunta a mantener un equilibrio entre el crecimiento económico y el resguardo ambiental y social.

Ciertamente, no es posible desarrollar proyectos sin considerar a las comunidades. Es más, se debe trabajar con ellas desde la primera etapa del proyecto e involucrarlas en cada paso que se tome, tanto para informar acerca de los trabajos a realizar en su zona como para crear vínculos reales, estables y de confianza con las personas.

Por tanto, en un mundo globalizado como el actual, las compañías mineras tienen claramente internalizado que ya no interesan solo los productos, sino también cómo han sido elaborados. Por ello, son trascendentes los procedimientos utilizados desde un punto de vista ambiental, el trato a las personas y el vínculo con las comunidades que rodean las faenas mineras.

Otro desafío relevante es seguir avanzando hacia una minería que integre nuevas tecnologías, en particular las digitales como la inteligencia artificial, automatización, robótica, control remoto de la producción y big data.

Debemos tener presente que el sector minero no sólo ha sido un impulsor fundamental del desarrollo económico y social del país, sino que tiene las mayores potencialidades de mediano plazo, particularmente por su contribución para mitigar el impacto del cambio climático. Por ello, es una tarea estratégica resguardar y fortalecer las condiciones para su desarrollo.

Finalmente, tenemos que seguir viendo el futuro con optimismo, donde la minería mantendrá un rol clave en el desarrollo de Chile, debido a la creciente demanda de minerales por la electromovilidad y las energías limpias, tal como lo ha hecho en el pasado, en momentos complejos de nuestra historia y en las últimas tres décadas.

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