Ocho años de energía solar

16 marzo, 2020
Carolina Cuevas - Fundación Chile

“El crecimiento que Chile ha tenido en energía solar ha despertado la atención mundial. Y es que no sólo contamos con territorios con condiciones privilegiadas, también las políticas de Estado con un enfoque claro, se han combinado para atraer inversión al país y dar el salto”.

Por Carolina Cuevas, líder de Sustentabilidad de Fundación Chile
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Si hoy fuera mayo de 2012, el Centro de Energías Renovables (CER) nos informaría acerca de la generación de los primeros MW correspondientes a proyectos de energía solar en operación en nuestro sistema eléctrico. Junto con ello, también nos indicaría con genuino entusiasmo, que los proyectos solares en evaluación ambiental ya han duplicado a los eólicos.

Si hoy fuera mayo de 2012, el desafío estaría puesto en lograr que la energía solar contribuya significativamente a la matriz nacional, teniendo presente que el año anterior, la generación fue cero. Es que hace 8 años la idea predominante era que no podíamos darnos el lujo de tener energías renovables, por ser “un país pobre”.

Hoy, 8 años después, el panorama resulta completamente distinto. La participación de la energía solar en la matriz eléctrica equivale al 11,2%. Chile ya ha alcanzado 2.765 MW de potencia fotovoltaica instalada y proyecta 3.834 MW en operación para el cierre del año, lo que resulta la constatación de un desarrollo pocas veces visto en otros sectores productivos.

El crecimiento que Chile ha tenido en energía solar ha despertado la atención mundial. Y es que no sólo contamos con territorios con condiciones privilegiadas, también las políticas de Estado con un enfoque claro y la conocida disminución de los costos de la tecnología, se han combinado para atraer inversión al país y dar el salto.

El desarrollo de este sector ha implicado grandes desafíos para Chile y también nuevos aprendizajes. En ese contexto, la conexión de los sistemas SING y SIC ha sido un gran avance para distribuir la energía limpia que se genera en diversas zonas del país, dar seguridad en la entrega de suministro eléctrico y permitir la participación de nuevos actores.

Sin embargo, con la cantidad de energía que se proyecta generar, el almacenamiento, el crecimiento de servicios complementarios, la generación distribuida, y la gestión energética, entre otros, requerirá de la adopción de nuevas tecnologías, el involucramiento ciudadano y la adaptación de nuevos modelos de negocios en el rubro.

Este es un mercado atractivo para la incorporación de nuevas tecnologías, y si la estrategia se piensa de la mano de la innovación y el emprendimiento, pareciera más virtuoso aún. Aquello podría ser una oportunidad para avanzar en nuevos modelos que permitan desacoplar el crecimiento económico de la dependencia que mantiene actualmente el país de los recursos naturales.

El planteamiento parece fácil, pero el desafío es enorme, pues requiere de compromiso, valoración de las competencias nacionales, muchas veces desestimadas frente a las extranjeras, y por sobre todo, de mucha colaboración.

Hoy, después de 8 años, la idea predominante cambió: “somos un país camino al desarrollo y no podemos darnos el lujo de NO tener energías renovables”. El desafío es grande y entusiasma vernos en 8 años más.

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