Impuestos Verdes: ¿sustentabilidad o más recaudación?

25 marzo, 2020
Kay Bergamini

“¿Estamos buscando mejorar la condición ambiental de los territorios (sustentabilidad), o derechamente nos interesa más la recaudación para el Fisco?”.

Por Kay Bergamini, académico e investigador Núcleo de Gobernanza y Ordenamiento Territorial (IEUT-UC)
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La teoría indica que un buen impuesto verde permitirá más que recaudar, hacer una mejora potencial positiva de la calidad ambiental, disminuyendo los niveles de contaminación, debido a la incorporación de tecnologías o la mejora en la competitividad de las industrias, entre actores limpios o contaminantes.

Lo interesante radica en la discusión que se ha dado en Chile en materia de impuestos verdes, sobre todo entendiendo cuáles son los fines que se buscan y la reciente aprobación de la modernización tributaria. Entonces, ¿estamos buscando mejorar la condición ambiental de los territorios (sustentabilidad), o derechamente nos interesa más la recaudación para el Fisco?

En dicho contexto, es importante advertir que a la fecha existen 3 mecanismos de impuestos verdes: primero, venta de vehículos, focalizado en fuentes móviles; segundo, contaminantes globales, centrado en las emisiones de CO2; y, tercero, contaminantes locales vinculados a las emisiones de SO2 – NOX – MP, éstos últimos focalizados en fuentes fijas. Al año 2019, con el ejercicio de 2018, la recaudación por impuestos verdes fue de U$ 266,2 millones, 62,3% para fuentes fijas, y 37,7% para fuentes móviles.

Este año, con la reciente aprobación de la modernización tributaria, esencialmente refuerza y expande su aplicación sobre fuentes fijas respecto de:

– Aplicarse a todo tipo de fuente (es decir, ya no sólo a calderas y turbinas). Esto suma, por ejemplo, a los hornos, lo que incorporará nuevos sectores industriales, como fundiciones y cementeras (actualmente exentos).

– Pasar de una aplicación de potencia instalada del establecimiento, a las emisiones reales de la fuente; siendo aplicables para aquellas que emitan más de 100 toneladas anuales de MP o más de 25.000 toneladas de CO2. Esto tiene una implicancia práctica relevante, pues una fuente sabe a priori si está afecta o no al impuesto (ya que depende de la capacidad instalada), y con esta modificación no se sabrá si la fuente está afecta hasta fin de año, cuando la Superintendencia del Medio Ambiente contabilice las emisiones reales de cada fuente (es decir, se sabrá expost).

– Plantea que, para el caso del CO2, los establecimientos afectos podrán optar a compensar sus emisiones mediante la implementación de programas de reducción de emisiones, en vez de pagar impuestos.
En dicha condición, los distintos escenarios estudiados plantean un aumento por la recaudación en impuestos verdes y mejoras ambientales. No obstante lo anterior, con los datos que se cuenta actualmente, se ha verificado que ha sido importante para la recaudación, pero ¿significa todo lo anterior una mejora de la condición ambiental?

Esperamos con el tiempo estudios más concluyentes al respecto, no obstante, la percepción de conversaciones con distintos actores afines al tema, es que no han significado nuevas inversiones o mejoras en las operaciones, y más bien han tenido la disposición a pagar.

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