Hidroelectricidad en Chile: Entre la alerta y la calma

3 febrero, 2020
Hidroelectricidad - agua

(Foto: Derecho al Agua)

Aunque la producción hidroeléctrica ha disminuido durante los últimos 11 años, desde el Coordinador Eléctrico Nacional aseguran que, a pesar de las condiciones de sequía, el abastecimiento no está en riesgo, debido a la diversidad de la matriz energética local.

Daniela Tapia
Revista Nueva Minería y Energía
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Si entre 2010 y 2015 las hidroeléctricas representaron sobre el 40% de la electricidad producida en invierno, actualmente esta tecnología representa un 27% de la capacidad instalada del Sistema Eléctrico Nacional. ¿El “culpable” de esta situación? El fenómeno de la sequía que en los últimos años no ha dado tregua al país, en particular a la zona central.

De hecho, el aporte de esta alternativa de generación se redujo un 10% aproximadamente en el año 2018. Según el Coordinador Eléctrico Nacional, el escenario es preocupante, considerando que el aporte de la producción hidroeléctrica al Sistema Eléctrico Nacional ha disminuido durante los últimos 11 años, debido a la escasez de precipitaciones.

“Sin embargo, nuestros estudios de seguridad nos muestran que, a pesar de las condiciones de sequía, el abastecimiento no está en riesgo, debido a la diversidad en nuestra matriz energética y la robustez del sistema de transmisión”, asegura Juan Carlos Olmedo, presidente del Consejo Directivo del Coordinador Eléctrico Nacional.

Y es que en épocas de sequía, las centrales hidráulicas disminuyen su aporte energético al sistema de la siguiente manera: las centrales de pasada, que no tienen capacidad de regulación, generan de acuerdo con los caudales afluentes. Es decir, si éste trae menos caudal, la producción cae. En el caso de las centrales de embalse, éstas optimizan su producción de energía, haciendo un uso adecuado del agua embalsada, de acuerdo con los programas de generación que establece el Coordinador.

De ahí que la menor contribución de esta fuente energética ha debido ser suplida con mayor producción termoeléctrica -principalmente a gas y carbón- y el creciente parque renovable de energías variables (eólica y solar), tecnologías que han venido avanzando fuertemente en el último tiempo.

Eso sí, dicen desde el Coordinador Eléctrico Nacional, en los últimos años se ha observado un aumento de proyectos hidroeléctricos de menor escala, esto es, principalmente centrales “mini hidro” con potencias inferiores a 20 MW.
Coincidiendo con este último aspecto, el director del Programa en Energía del Centro de Energía y Desarrollo Sustentable de la Universidad Diego Portales (UDP), Claudio Huepe, afirma que en la última década ha habido un cambio importante en el tipo de proyectos hidroeléctricos que se realizan.

“Desde 2010 se ha desarrollado cerca de un centenar de proyectos que suman casi 1.400 MW de potencia instalada, de los cuales la gran mayoría son proyectos mini hidráulicos”, expresa el líder del centro de estudios.

De cambios y futuro

Si bien la hidroelectricidad también se perfila como un buen aliado para el desarrollo de las ERNC, a juicio del director ejecutivo de Electroconsultores, Francisco Aguirre Leo, son los grandes embalses hidroeléctricos los que pueden entregar un valor agregado mayor a la operación y economía de un sistema eléctrico. Infraestructura que necesita capacidad de almacenamiento y flexibilidad que dichos embalses aportan.

“Los recursos naturales de hidroelectricidad en Chile son muy abundantes aún, por lo que en la medida que las normativas medioambientales y legales lo permitan, siempre serán desarrollados”, señala el especialista.

En tanto, el académico del Departamento de Ingeniería Eléctrica de la Universidad de Concepción, Claudio Roa, pone el foco en el cambio que debería experimentar esta tecnología.

En este sentido, el experto destaca la necesidad de construir embalses para el manejo del recurso, y como subproducto, obtener generación de electricidad. Y para el caso de las centrales de pasada, efectivamente que sean de pasada, sin construir ductos que trasladen el agua que no sea por los cauces naturales.

“En este contexto, se debe cambiar el paradigma que la hidroelectricidad en Chile es reconocida como ERNC, sólo aquella menor a 20 MW. El agua en sí es un ciclo renovable y por lo tanto, la definición numérica anterior es ficticia. Esto hay que modificarlo”, comenta el docente universitario.

¿Cómo se proyecta entonces, el futuro para esta alternativa energética? La situación se espera más o menos igual a lo que ha venido aconteciendo.

Hasta marzo del año 2020, que es cuando se constata el nivel más bajo de los deshielos, se observan condiciones secas desde la cuenca del río Maule al norte, y condiciones medias a secas desde la cuenca del río Laja hacia el sur, según los estudios que dispone el Coordinador Eléctrico Nacional hasta el momento.

Pese a ello, en una entrevista, el presidente ejecutivo de Generadoras de Chile, Claudio Seebach, puso paños fríos, indicando que las condiciones de transmisión, las proyecciones de demanda eléctrica, la disponibilidad de centrales de generación, así como el nivel de precio de los combustibles para los próximos meses, dan señales de tranquilidad.

“El Coordinador Eléctrico entregó un plan de generación que optimiza el uso de recursos, para obtener una operación segura y de menor costo total”, dijeron desde el organismo, añadiendo que es esperable que, junto con el máximo aprovechamiento de la generación solar y eólica, se haga un mayor uso de la energía almacenada a la fecha en embalses.

Mientras que en opinión de Claudio Huepe, la decisión de las tecnologías sigue siendo una decisión privada, por lo que fomentar un mayor aprovechamiento de los flujos de agua es una posibilidad, para lo cual se requiere mayor información y conocimiento, aparte de condiciones económicas adecuadas.

Así, entre perspectivas de alerta y otras más “esperanzadoras”, la directora Ejecutiva de World Energy Council WEC Chile, Trinidad Castro, asevera que existe consenso en que la hidroelectricidad es una fuente que puede contribuir de manera relevante a la seguridad e independencia energética. Esto, dado que tiene costos competitivos, no causa emisiones nocivas al ambiente y agrega seguridad y flexibilidad al sistema eléctrico.

“La hidroelectricidad seguiría siendo una fuente relevante en nuestra matriz energética, pero al igual que cada proyecto del sector, hay que tener presentes los adecuados resguardos sociales y ambientales, así como también analizar los impactos que tendría el cambio climático sobre la disponibilidad hídrica futura”, manifiesta la ejecutiva.

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