Nueva norma lumínica busca proteger la salud de las personas y biodiversidad

16 mayo, 2023
luz

La normativa, pronta a su publicación, surgió frente al aumento de la contaminación por luz artificial y sus efectos en la población.

Ya sea el brillo nocturno de las ciudades, la luz que ingresa desde la calle a un dormitorio o un cartel publicitario que encandila a conductores y peatones, la contaminación lumínica es un problema cada vez más presente en las sociedades modernas: se estima que alrededor del 83% de la población mundial vive bajos cielos contaminados por el exceso de luz artificial.

En el país la situación no es mejor, ya que apenas el 1% de la población vive en zonas con cielos oscuros. En el resto, la luminosidad artificial impacta de manera directa en la observación astronómica del cielo nocturno, en la biodiversidad y en la salud de las personas. Es por estas razones que la nueva norma elaborada para entrar en vigencia en el país incluye la protección de estos aspectos y transitar hacia una iluminación sostenible.

“Prontamente publicaremos una nueva norma lumínica que establecerá mayores estándares para áreas de protección especial, entre las que se incluyen las zonas con valor para la observación astronómica con fines científicos. Esta nueva normativa extenderá su aplicación a todo el país y, además, incorporará medidas para proteger la salud de las personas y la biodiversidad”, dice la ministra del Medio Ambiente, Maisa Rojas, a propósito del Día Internacional de la Luz, que se celebra hoy y que destaca el rol que esta juega en diversas áreas.

Establecer límites

La nueva normativa —cuya revisión se inició en 2019 y que está en Contraloría para toma de razón considera todo el territorio nacional. La actual Norma Lumínica (DS N° 43 de 2012) solo rige para las regiones de Antofagasta, Atacama y Coquimbo (que acogen observatorios astronómicos).

De hecho, como precisa la superintendenta del Medio Ambiente, Marie Claude Plumer, algunas de lasdenuncias que se reciben —por el uso de pantallas publicitarias con fuerte iluminación, por ejemplo— deben desestimarse porque se producen en regiones donde no está vigente la normativa actual.

De allí que, por un lado, “el cumplimiento de esta norma lumínica es fundamental para preservar la calidad de los cielos del norte del país, donde se proyecta que la capacidad astronómica instalada alcance un 70% del total a nivel mundial”, dice Plumer.

Pero, asimismo, “más del 30% de los chilenos vive en lugares donde la luz artificial no permite ver las estrellas. Esto, que en un principio se ve como algo de menor relevancia, sí genera, según la evidencia, efectos en la salud de las personas y calidad del sueño, así como también en la fauna”, agrega.

Al respecto, Claudio Berríos, académico y subdirector del Laboratorio de Neurociencias de la U. de Playa Ancha, explica que este tipo de contaminación altera el reloj biológico del organismo. “La luz diurna permite sincronizar los ciclos día-noche en el organismo. Cualquier interrupción de este ciclo por efecto de una fuente luminosa produce cambios nocivos que impactan en la salud”.

Así se ha demostrado, precisa el experto, que esto puede inducir diferentes alteraciones en el organismo, como trastornos del ánimo, enfermedades metabólicas o neurodegenerativas, así como algunos tipos de cáncer, por ejemplo.

Algo similar ocurre con diferentes tipos de flora y fauna, sobre todo aves, más sensibles a los cambios lumínicos.

Plumer precisa que la nueva norma “no busca que haya total oscuridad, sino establecer límites respecto de dónde y cuánta luz utilizar para que se distribuya de buena manera y nos permita vivir en localidades correctamente iluminadas”.

En tal sentido, la norma regula la instalación de avisos y letreros luminosos, la certificación de luminarias, así como en el cambio en ella de luz blanca fría, la más contaminante, al uso de luz cálida (con restricción en la emisión de luz azul), entre otras medidas.

Fuente: El Mercurio

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