La revolución del GNL

23 septiembre, 2019
GNL - energía

(Foto: GNL Quintero)

En un contexto donde la descarbonización de la matriz y el mayor aporte de las centrales eólicas y solares variables están cobrando protagonismo, el gas natural podría ocupar un lugar preponderante en esta transición energética.

Por Daniela Tapia
Revista Nueva Minería y Energía
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En una verdadera revolución. Así califican algunos analistas la exitosa irrupción que ha alcanzado el gas natural licuado (GNL) en el mercado. Las razones son claras.

Por un lado, la oferta exportadora se expande con fuerza ante el vertiginoso incremento de la producción de gas de esquisto en Estados Unidos e incorporaciones de capacidad de licuefacción en países como Rusia y Australia. En tanto, la demanda también aumenta ante el proceso de reemplazo del carbón por gas natural como fuente de combustible termoeléctrico, principalmente en Asia y Europa.

Y todo indica que esta tendencia no cederá en los próximos años. De acuerdo con un reciente estudio de KPMG, el gas natural superará al carbón y se convertirá en la segunda fuente de combustible a nivel mundial en la próxima década. Con esa perspectiva, el comercio de GNL duplicará los niveles actuales en 2040.

Chile, por cierto, no ha sido la excepción a este fenómeno. El GNL se ha insertado a paso firme en la industria local, a través de la operación de dos terminales de regasificación, y de compañías que contratan este hidrocarburo para utilizarlo en sus procesos productivos o bien, para su comercialización.

Según el Balance Nacional publicado por el Ministerio de Energía, el GNL representó el 12% de la oferta total de energía en el año 2017. El destino final del GNL para ese mismo año fue de 63% para la generación de electricidad, mientras que el resto fue destinado al sector industrial y residencial.

¿Pero qué cambios ha experimentado la industria del GNL en el último tiempo en suelo nacional? Para Mario Camacho, gerente general de GNL Chile, las modificaciones se han dado, tanto a nivel tecnológico como de contratos, en la búsqueda de acercar más este combustible a los mercados compradores.

Es así como en opinión del ejecutivo, el desarrollo de tecnologías de licuefacción de menor escala, que permiten reducir los costos de inversión en proyectos de esta naturaleza, están facilitando el ingreso de nuevos actores, lo que podría generar un incremento en la oferta de GNL en los próximos años.
“Este incremento en la oferta de GNL ha traído consigo la necesidad de adecuar la estructura de contratos, además de brindar a los compradores condiciones de flexibilidad operativa/comercial que hace algunos años atrás era más difícil de conseguir”, señala el profesional.

Un ejemplo de ello, agrega Camacho, es la determinación de varios actores del mercado de poner a disposición contratos en firme a plazos muy menores a los clásicos contratos de 20 años de duración, con ciertas condiciones de cancelación, desvío de cargamentos, entre otros aspectos.

Hacia una transición energética

Existe consenso en que hoy el mundo camina paulatinamente hacia una economía baja en carbono, requisito indispensable para frenar los efectos del calentamiento global y mitigar el cambio climático.

En esta transición mundial hacia un nuevo modelo energético basado en la sostenibilidad, el gas natural podría jugar un rol importante. Un papel, concuerdan los expertos consultados por Revista NME, donde la descarbonización de la matriz y la mayor participación de energías renovables variables, plantean una serie de retos para este combustible.

Así lo plantea el gerente general de la consultora Systep, Rodrigo Jiménez, al señalar que, dadas las actuales dificultades ambientales y para construir nuevas centrales de embalse en Chile, sumado a la reducción de los afluentes en las centrales existentes producto de la sequía en la última década, las centrales en base a gas natural serán las principales candidatas para suministrar la flexibilidad que necesitará el sistema. Y así, a su vez, permitir la creciente incorporación de energía renovable.

Al respecto, el director ejecutivo de la Asociación de Empresas de Gas Natural (AGN), Carlos Cortés, pone en el debate la pregunta sobre qué es mejor para reemplazar centrales a carbón, es decir, si construir ciclos combinados a gas natural o reconvertir centrales a carbón existentes en alguna nueva tecnología. Y la respuesta al parecer no es única, ya que dependerá de cada caso.

Las centrales existentes, argumenta el dirigente gremial, ya tienen sus respectivas líneas de transmisión y conexión eléctrica, lo que juega a favor de esas instalaciones.

“Si bien los potenciales nuevos ciclos combinados a gas natural requieren esa inversión, son un 50% más eficientes que las centrales a carbón. Por otro lado, con los precios del gas natural que vemos estos días, un ciclo combinado eficiente compite a la par con cualquier energía renovable no convencional”, afirma Cortés.

Sin embargo, el representante de Systep advierte que si la tendencia en la reducción de costos de inversión de los sistemas de almacenamiento se profundiza, las centrales de gas natural tendrán que competir con portafolios de centrales solares y/o eólicas con baterías u otro tipo de almacenamiento.

El retorno del gas argentino y nuevos desafíos

Otro factor que se suma a la discusión es que el gas argentino está de vuelta en Chile, recurso que le ha dado otro cariz a la industria. Pues aunque fuera algo impensado hace algunos años, a mediados del 2018 Argentina volvió a exportar excedentes de gas a Chile, primero en forma tímida, pero con volúmenes que fueron creciendo con el pasar de los meses.

Tanto, que en lo que va de este año, en promedio, el 39% de todo el gas importado, ya sea por los gasoductos disponibles o por los terminales de regasificación de GNL, provino del país vecino, con volúmenes que no se veían desde hace más de una década.

Una realidad que para el gerente general de Systep tiene sus matices. En su opinión, si bien el gas argentino puede ser mucho más competitivo en precios que el GNL, se prevé que éste sea más bien un complemento. Esto, añade Jiménez, dado que el gas argentino no otorga la seguridad y estabilidad de suministro a las empresas locales, caso que sí ocurre con los actuales terminales en Chile.

“Además, el volumen de las importaciones a futuro dependerá del desarrollo de la infraestructura de los nuevos yacimientos, particularmente de Vaca Muerta, que representa la segunda reserva mundial de gas y que está ubicada en la cuenca de Neuquén, en el país trasandino. Este suministro puede estar ligado también a la estabilidad política que exista en Argentina, de modo que el desarrollo de pozos y gasoductos tenga garantizado un retorno adecuado a la inversión”, comenta el especialista.

Tomando en cuenta estos antecedentes, las fichas están puestas en fortalecer este recurso, lo que demandará más herramientas. Ante ello, ¿qué cambios regulatorios se requieren a la hora de potenciar el GNL? A juicio de Rodrigo Jiménez, de Systep, resulta fundamental que se reconozca la flexibilidad que aportan las centrales de ciclo combinado.

“En los últimos años también se han observado inconvenientes en los permisos ambientales de nuevos terminales y gasoductos. Este es el caso del proyecto Terminal GNL Penco, de la central El Campesino, el cual tras un proceso polémico, fue aprobado hace poco”, explica el experto.

El gerente general de GNL Chile, Mario Camacho, en tanto, fue más duro al manifestar que en el país existen una serie de normativas que no permiten que el gas natural compita en igualdad de condiciones respecto de otros combustibles y tecnologías.

“Mientras no exista una voluntad política de cambiar ciertas regulaciones, el gas natural competirá en condiciones algo menos favorables. Restringir el uso de combustibles más contaminantes, por ejemplo, podría permitir una mayor penetración del gas natural en la matriz”, asegura el gerente general de GNL Chile, compañía que abastece a la zona centro-sur, la cual apuesta por seguir aportando gas natural al país, al igual como lo ha expresado GNL Quintero.

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