Europa revisa su política energética y estrategia de defensa tras crisis de Crimea

7 abril, 2014
Europa-energia

Lobistas, instituciones y funcionarios de gobierno presionan para generar cambios en esos ámbitos. Ello, debido al complejo escenario actual, que sólo hace recordar los años de la Guerra Fría.

La crisis ucraniana no tuvo como único efecto la anexión de Crimea por Rusia. La exhibición de fuerzas militares y el que Vladimir Putin haya enarbolado como arma las exportaciones de gas, pusieron en entredicho a los líderes europeos ante la opinión pública local y ante sus aliados (especialmente frente a los estadounidenses), por las escasas acciones frente a la jugada rusa, que se limitaron a unas débiles sanciones y a algunas declaraciones. Y detrás de esas deslavadas acciones, ante un Moscú con influencia creciente al menos en términos geopolíticos, quedaron al descubierto la enorme dependencia energética de Occidente y la debilitada y dispersa política de defensa europea.

Por este motivo, lobistas, representantes de diversas instituciones y funcionarios de gobierno están presionando para, por un lado, aprovechar el momento y el impulso de la crisis y, por otro, generar cambios en los ámbitos energético y militar que encuentren en mejor pie a Europa ante un nuevo escenario incómodo y complejo como el actual, que sólo hace recordar los años de la Guerra Fría.

La reuniones que se han realizado en las últimas semanas en Bruselas han tenido como principal tema de discusión el cruce ucraniano-ruso y desde ahí se concluye que esa crisis no es un conflicto militar, sino una donde se mezclan política y estrategias energéticas. Y ha remecido a los dirigentes continentales atontados por la tormenta financiera que los golpeó y confiados en que la antigua cortina de hierro cayó hace más de dos décadas. “Obliga a Europa a repensar o quizás acelerar sus estrategias, aunque la dependencia rusa de Occidente es mucho mayor que la dependencia europea de Rusia”, sostuvo en un artículo Anders Aslund, del Peterson Institute for International Economics, con sede en Washington.

Por lo pronto, la Unión Europea busca las formas de reducir la dependencia energética de Rusia, que llega a un 30%, una apuesta que puede ser lenta y cara, por lo que algunos prefieren el actual esquema y argumentan que ni siquiera durante la Guerra Fría Moscú cerró la llave del gas a sus vecinos de Occidente. Como sea, los europeos se han dado cuenta de que deben invertir en nuevas interconexiones, buscar nuevas fuentes, desarrollar las energía renovables, considerar el gas de esquisto y repensar el tema nuclear.

Así, la canciller alemana, Angela Merkel, dijo, la semana pasada, que tras el conflicto en Ucrania “habrá una nueva reflexión sobre la política energética”, todo eso en momentos en que está desatada la discusión interna sobre el camino a tomar: revertir la decisión tras el desastre de Fukushima de apagar los reactores atómicos o reforzar la apuesta por las energías renovables.

En el plano de la defensa, el panorama tampoco es muy simple. En los tres primeros años de la crisis financiera, es decir, entre 2008 y 2010, el gasto europeo en defensa se redujo en 45.000 millones de euros y desde entonces la reducción ha ido en aumento. No por nada, el 26 de marzo pasado, Obama criticó con dureza esa tendencia europea y llamó a sus líderes a incrementar el gasto militar para reforzar a la OTAN. “Tenemos que asegurarnos de que poseemos auténticos planes de contingencia para todos los Estados miembros y debemos asegurar una mayor presencia en los países que son más vulnerables”, aseguró.

De inmediato reaccionó el secretario general de la Alianza Atlántica, el danés Anders Fogh Rasmussen. Aseguró que habrá “medidas adicionales para reforzar la defensa colectiva”, incluyendo “planes de defensa actualizados y más desarrollados, ejercicios reforzados y despliegues apropiados” en la zona de tensión. En la misma línea, el general (R) Richard Dannatt, ex jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas británicas, señaló, la semana pasada, que el gobierno debe revertir tanto sus planes para reducir las tropas del Ejército regular a aproximadamente 82.000 en 2018 (será el número más bajo en más de un siglo) y como aquellos para retirar todas sus 20.000 tropas estacionadas en Alemania. Dannatt, citado por The New York Times, dijo que Reino Unido debe mantener al menos 3.000 soldados en Alemania, entendiendo que “una mayor capacidad militar apuntala nuestra diplomacia”.

La presión para incrementar los gastos de defensa está creciendo y quienes más apoyan esa línea son, como no, los operadores de la industria. “Hay gente frotándose las manos con este asunto: la seguridad europea es más frágil de lo que pensábamos y es posible que haya llegado el momento de un punto de inflexión en ese frugal gasto militar europeo”, señalaron fuentes diplomáticas de Bruselas citadas por el diario español El País.

Fuente: La Tercera

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