Entrevista de revista NME a Nelson Pizarro (parte 2): “La minería que hicimos el siglo pasado está de retirada”

17 agosto, 2021
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El expresidente ejecutivo de Codelco, indica que “debemos apurar el tranco en la formación de capital humano para empujar estrategias de desarrollo productivo locales, asentadas en las potencialidades del territorio”. (Foto: Cristian Cornejo / revista NME)

En entrevista exclusiva con Revista Nueva Minería y Energía (NME), Nelson Pizarro reflexiona sobre la industria minera y los desafíos en torno a ella en materias como el royalty, la pandemia, las negociaciones colectivas, el perfil de los nuevos profesionales y el proceso de transformación político, económico y social de Chile. A continuación, la primera parte de la entrevista.

Por Camila Morales
Revista NME
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*Segunda parte y final de la entrevista realizada por revista NME a Nelson Pizarro. Para revisar la primera parte de la entrevista, haz click aquí

 

Percepción ciudadana y sustentabilidad

En un evento virtual organizado por el IIMCh en 2020 usted señaló: “la ciudadanía no nos quiere, no identifican a la minería con el peso gigantesco que tiene a nivel económico”. ¿Qué cambios debería incorporar la minería para revertir la distancia que tiene la ciudadanía con el sector?

¿Qué ve la gente de la minería? Los tranques de relaves, las camionetas rojas que desplazan a sus vehículos de calles cada vez más pobladas, trabajadores transportados en buses climatizados o en aviones, mientras a ellos les sube el precio del colectivo y de los arriendos, los servicios de salud saturados, el comercio encarecido. Ven grandes cifras de utilidad y escasos aportes directos a su cotidianeidad. Ya se olvidaron de las inversiones realizadas para habilitar el yacimiento. Los caminos de penetración se transformaron en una vialidad de alto estándar de uso público, llegaron los tendidos eléctricos, la conectividad, los servicios que no se instalaban porque no había suficiente demanda. Lo que ven son grandes contrastes, diferencias difíciles de explicar y más difícil de aceptar.

Los aportes van a las arcas fiscales y el Estado distribuye los recursos generados. ¿Podemos aportar más? Yo creo que sí y allí está la discusión del royalty y ojalá de allí surja la focalización de iniciativas hacia las comunidades que conviven con la actividad. Por eso insisto en que una parte de esos recursos debe quedar en las zonas donde se generan los impactos y así la ciudadanía vea más tangible el aporte de la minería.

Hasta principios de los ‘90, la minería transcurría en la punta del cerro o en medio del desierto. Las barreras de acceso, y muchas veces los campamentos, nos aislaban de las ciudades y su gente. Seguramente ello contribuyó a trabajar callados, sin hacernos cargo de las percepciones que íbamos construyendo en nuestros vecinos. La minería vende su producto en un mercado algo abstracto, de acuerdo con la cotización resultante en la rueda de metales de Londres. La minería no tiene marketing local. Y todo ello ha generado enormes vacíos de información y percepciones altamente divorciadas de los hechos. El desconocimiento crea sospechas sobre nuestro quehacer, genera desconfianzas y resentimientos.

Es urgente tender puentes con todos nuestros grupos de interés y crear las metodologías necesarias para escucharnos, para reconocernos como interlocutores válidos y encontrar los temas que nos unen y las iniciativas que podemos emprender para el beneficio mutuo. Y acá echo de menos la presencia del Estado. Debemos sumar iniciativas público – privadas, políticas mineras que apunten al apalancamiento del desarrollo de las comunidades que conviven con la minería. Debemos apurar el tranco en la formación de capital humano para empujar estrategias de desarrollo productivo locales, asentadas en las potencialidades del territorio. Para este esfuerzo, se requiere asociatividad, pues a la minería esta tarea le queda como poncho.

La sustentabilidad es un aspecto relevante y desafiante para el sector. ¿Qué medidas debería adoptar el rubro en Chile, tomando en cuenta que en un futuro se va a fortalecer la exigencia de un producto de más alta calidad por parte de los consumidores?

Sin sustentabilidad no hay negocio, no hay minería. Así de simple. La sustentabilidad es la única estrategia que asegura la sobrevivencia del planeta y la protección de los ecosistemas dañados por el hombre. Puede sonar dramático pero es necesario revisar nuestros procesos a la luz del control de daños. El crecimiento demográfico en las últimas décadas ha sido acelerado. Hoy, el planeta tiene más habitantes vivos que todos los que han existido en la historia y hemos intervenido los ecosistemas para mejorar la calidad de vida, generando con ello una carga ambiental que el ciclo natural no alcanza a procesar. Allí hay daño.

Toda la industria está migrando desde el mero cumplimiento de las normas ambientales exigidas hacia planes integrales de sustentabilidad con una mirada de largo plazo. Es un cambio tremendo de paradigma. La minería que hicimos el siglo pasado está de retirada, dando paso a nuevos estándares alineados con los objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Allí vemos los planes de reducción de emisiones, el uso de energías renovables, las estrategias de eficiencia hídrica, la protección de los ecosistemas, la integración con las comunidades, la protección del patrimonio de los pueblos originarios, la defensa de los DDHH, el alineamiento de las empresas colaboradoras con estas iniciativas. Vemos la búsqueda de innovación para eliminar el uso del diésel en los camiones. Estos son grandes pasos para una minería verde.

Estas son palabras bonitas y educadas, pero lo complejo es cambiar las prácticas operacionales ancladas en una tradición que busca la continuidad operacional, que el turno del día haga exactamente o más de lo que hizo el turno de noche, cero variabilidades. Y esto genera una resistencia feroz al cambio. Nuestra industria es conservadora y, a veces, tenemos unas anteojeras que nos focalizan en la búsqueda del resultado y no advertimos los efectos colaterales. Reitero que sin sustentabilidad vamos a quedar fuera del juego. Este cambio de paradigma debe ser impulsado con urgencia desde los directorios de las empresas.

Es cosa de mirar lo que está haciendo la industria automotriz. Con el fin de disminuir la huella ambiental en los vehículos que comercializan, por ahora están promoviendo, y luego lo exigirán, que toda la cadena de abastecimiento de insumos adopte prácticas de producción limpia, verificables, trazables. Y en ese esfuerzo llegan hasta las materias primas. Ya lo hicieron con el aluminio, lo están haciendo con el cobre y ahora están partiendo con el litio. Lo único que uno puede esperar, es que este proceso se acelere. Aquí está operando la mano invisible del mercado que nos moverá hacia el cobre verde.

Proyecciones

El alza del precio del cobre en los últimos meses hace prever mayores inversiones, exportaciones y protagonismo de Chile. ¿Cómo debería analizar y actuar en este contexto la industria?, ¿considera que es importante tomar cautela en la toma de decisiones, tomando en cuenta la experiencia del superciclo del cobre de 2011 a 2014?

Yo creo que el Cu tiene un próspero porvenir, pues junto a otros metales (bismuto, litio) son imprescindibles para desarrollar y sostener el proceso irreversible de electrificación sobre la base de ERNC y el reemplazo de los motores convencionales por la electromovilidad. Pareciera ser que la demanda se mantendrá sostenidamente al alza, en tanto la innovación no desarrolle materiales nuevos o nuevas fuentes de energía.

El consumo mundial de cobre refinado aumentó desde 19,3 a 23,9 millones de toneladas entre 2010 al 2019 (Cochilco 2020), es decir una tasa de crecimiento de un 2,4% promedio anual, siendo China el principal consumidor con un 53,6% del total, como consecuencia de procesos de urbanización de su población y de consumos internos variados. Además, China promueve una estrategia de desarrollo (one belt one road) de países dentro de su área de influencia , que agrega aún más demanda de cobre. Algunos hablan de un millón de toneladas al año.

Entonces, pareciera ser que el desafío para la oferta de cobre es enorme. A principios del 2020 Chile y Perú sumaban más de 90 proyectos mineros. Chile estimaba una inversión de US$ 74 mil millones y de Perú otros US$ 56 mil millones en proyectos en distinto grado de desarrollo de sus etapas de ingeniería y algunos ya en distintas fases de construcción. La pandemia ralentizó y/o paralizó estos procesos, los que deberían reactivarse en el futuro cercano. Creo que los inversionistas están evaluando los desafíos políticos sociales que viven estos países para determinar las condiciones de borde para sus procesos de inversión. La certeza jurídica y la estabilidad que el inversor espera para asumir los intrínsecos riesgos del negocio minero se debe despejar progresivamente.

Por consiguiente, pareciera lógico que el anterior precio de incentivo para gatillar una inversión en minería, que era del orden de 3 US/libra, no se ve posible y la demanda presionará por aumentos relevantes de la oferta, lo que llevará a buscar el equilibrio con producciones de alto costo, del tercer cuartil. Esto gatillará el precio de incentivo a valores superiores abriendo espacio para la chatarra de cobre, para equilibrar la demanda, pues la nueva oferta tardará en aparecer en el mercado, por lo tanto la cautela en la toma de decisiones de inversión es la reacción normal y esperada. Aquí, el techo del precio del cobre es el valor de su sustituto.

Respecto al debate en torno al royalty, Nelson Pizarro sostiene que la “discusión es bienvenida, pues es una tremenda oportunidad para escuchar las legítimas aspiraciones y expectativas de la ciudadanía, y a la vez mostrar el rol de la minería en el desarrollo del país”. (Foto: Cristian Cornejo / revista NME)

De acuerdo al estudio “Future of Mining 2040” de la consultora EY, en los próximos años predominarán faenas más pequeñas, con una vida útil de cuatro a cinco años, demanda de equipos móviles de menor tonelaje y la Licencia Social para Operar será un aspecto clave. ¿Está de acuerdo con esta proyección?

El escenario más probable para la Minería 2040 estará definido por una sociedad con altas demandas medioambientales y un escrutinio permanente sobre el grado de cumplimiento de las normas y pareciera obvio que la legitimidad social será un habilitante de la actividad minera, junto al desarrollo/uso de tecnologías limpias.

Por otro lado, la explotación de los grandes yacimientos de pórfidos de cobre a cielo abierto, que sustentan la producción de la gran minería, es cada vez más masiva y compleja y conlleva una fuerte afectación sobre los territorios, lo que amenaza su permanencia. Pareciera que el gigantismo llega al límite de lo posible. Y vemos una evolución hacia una minería masiva subterránea, la que requiere de otras tecnologías y equipos de menor tamaño.

En la gran minería no imagino el desarrollo de proyectos, cuya vida útil sea de 4 ó 5 años, porque los proyectos mineros mayores requieren de 10 – 12 años de ingeniería, permisología y construcción antes de su puesta en marcha. A su vez, las cuantiosas inversiones iniciales demandan largos períodos para recuperar el capital invertido, muy superiores a los 4 ó 5 años. En la mediana y pequeña minería parece más factible la explotación de cuerpos diversos que comparten una infraestructura común.

Tomando en cuenta el proceso constituyente en curso y la carrera presidencial para el período 2022-2026, ¿qué rol debería adoptar la industria minera en Chile en este escenario de transformaciones a nivel político, económico y social?

Tenemos una ventana de oportunidades extraordinaria para acercar posiciones entre quienes ven a la minería como una vaca lechera altamente contaminante y lo que hay detrás de esta industria (grandes inversiones, grandes riesgos, recuperación del capital invertido en el largo plazo, en un entorno incierto). A la minería se le debe exigir, pero también se le debe apoyar. Necesitamos compartir una mirada de largo plazo, necesitamos mostrar que la renta minera radica en el proceso de extracción y concentración del mineral. A partir de este concentrado de cobre se gatillan procesos industriales (fusión, refinación) que no dependen de las variables mineras cuya rentabilidad depende de la tecnología, de la productividad, del precio de la energía.

Hoy no somos competitivos con las fundiciones chinas. No le podemos pedir al Estado que subsidie este proceso industrial. Debemos diferenciar los procesos mineros de los industriales. Creo que debe haber una alianza mayor entre la minería y el Estado. Este último debe acompañar a la minería desde su fase de proyecto, no sólo en la parte normativa, sino que en abordar en conjunto los desafíos de desarrollo que hacen posible la inversión y operación minera, contribuyendo a la generación de riquezas no sólo para la industria, sino que especialmente habilitando el desarrollo de una economía post minería.

¿Algún mensaje final que quisiera transmitirle a los trabajadores que actualmente se desempeñan en minería?

Seguridad, seguridad, seguridad. Innovar, innovar, innovar. Escuchar, escuchar, escuchar y participar, participar. Juntos podemos hacer más y mejor. Nos necesitamos y nos necesitan.

¿Algo más que agregar?

Me gustaría ver esfuerzos globales, como los que vimos en la búsqueda de la vacuna contra el coronavirus, para apurar el hidrógeno verde y su uso industrial. Me gustaría apurar las inversiones para transformar nuestra matriz energética en ERNC. Me gustaría que dichas energías alimenten la desalación y el bombeo de esa agua a más de 3 mil metros de altitud para eliminar el uso de agua continental. Me gustaría ver el uso extendido de los relaves espesados, la lixiviación de sulfuros primarios, de la calcopirita, y me gustaría ver al minero orgulloso de su trabajo y de su aporte a una sociedad que lo aprecia y lo valora.

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