Desafíos en distribución eléctrica

16 mayo, 2022
Columna de opinión - Andrés Romero_foto

“Comenzamos a perder valiosas oportunidades al retrasarnos en la esperada reforma a la distribución eléctrica. Para mejorar la calidad de servicio y aprovechar los recursos distribuidos de energía, se requiere una red gestionable, con información en línea de lo que está sucediendo en cada rincón de nuestras ciudades”.

Por Andrés Romero, director
Valgesta Energía
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En el mundo el sector eléctrico pasa por una revolución que demanda cambios estructurales en la gestión de las distribuidoras de electricidad. Las tendencias incluyen generación distribuida y microrredes, sistemas de almacenamiento, redes inteligentes, descarbonización y electrificación de la economía, incluyendo vehículos eléctricos y estaciones de carga, servicios de eficiencia energética y respuesta de la demanda, prevención y respuesta rápida de eventos climáticos y ciberataques, y una progresiva liberalización del mercado con consumidores cada vez más exigentes debido a sus experiencias en otros sectores.

Estos cambios, por un lado, demandan inversiones (ej. medidores inteligentes, sistemas de tecnología de información, I&D), lo que permite la aplicación de prácticas modernas de gestión (ej. analítica avanzada para mantención predictiva y combate a pérdidas, automatización de procesos administrativos, gestión a distancia de los clientes, etc.), transformándose la distribuidora desde el rol de operadora de red (DNO) para el de operadora de sistema (DSO). Este cambio es esencial para mejorar la calidad del servicio, especialmente en lo que se refiere a la reducción de episodios y horas de interrupción de servicio.

El programa del Presidente Boric pone especial énfasis en los recursos distribuidos de energía, como parte del desafío del combate al cambio climático, proponiendo terminar el período de gobierno con 500 MW instalados de generación distribuida residencial, considerando sistemas unitarios y comunitarios.

Sin lugar a duda comenzamos a perder valiosas oportunidades para nuestras familias, pequeñas empresas y comercios al retrasarnos en la esperada reforma a la distribución eléctrica. Para mejorar la calidad de servicio y aprovechar los recursos distribuidos de energía, se requiere una red gestionable, con información en línea de lo que está sucediendo en cada rincón de nuestras ciudades.

Existe un consenso amplio en torno a que el actual marco regulatorio no genera los incentivos y mecanismos para lograr la transformación. Debemos avanzar hacia un esquema que garantice el desarrollo eficiente de inversiones y una remuneración adecuada al distribuidor, asociados al cumplimiento de determinados “outputs” de parte de éste.

De la misma manera, contemplar incentivos para el desarrollo de soluciones que combinen Capex y Opex, que difieran en el tiempo costosas inversiones de capital que pueden ser reemplazadas con medidas de eficiencia energética, generación y almacenamiento distribuido y gestión de la demanda.

El gobierno anterior puso el énfasis en reformar la comercialización de energía al cliente final, lo que no tuvo el apoyo político dado que se demostró que los beneficios de este cambio no alcanzarían a los consumidores residenciales y otros pequeños clientes.

Si bien no está en el programa del actual gobierno, esperamos que esta sea la ocasión para acometer una reforma que lleve a nuestra distribución eléctrica al estándar de naciones desarrolladas que ya están aprovechando los beneficios de la transición energética.

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