Ramón Rada: Lograr aire limpio en faenas mineras requiere acciones concretas

3 septiembre, 2015
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“Considerar el control de material particulado como un desafío de gran complejidad demuestra compromiso y conocimiento del tema, asignando la real importancia que tiene para lograr el objetivo final, que es, en un entorno productivo lograr aire limpio”.

Por Ramón Rada J., Socio experto en control de polvo del Instituto de Ingenieros de Minas de Chile (IIMCH), gerente General Dust A Side.

Es bien sabido que el polvo es muy dañino para la salud de las personas y, por lejos, de los peores enemigos de la productividad minera, ya que compromete la seguridad, obliga la asignación de importantes recursos, equipos y personal para su mitigación, condicionando la continuidad operacional de la actividad productiva que lo genera. Definitivamente, un clásico ejemplo de externalidad negativa que se debe corregir.

En Chile, el problema del polvo se trabaja transversalmente. No solo la minería se ve afectada sino que también industrias productivas como puertos, empresas forestales, manufactureras, construcción y generación de energía, por nombrar algunas. Todas enfrentan una normativa amplia y diversa sobre la responsabilidad institucional para lograr controlar emisiones de material particulado y garantizar un medio ambiente con aire limpio.

Los decretos supremos normativos sobre calidad del aire alojan facultades fiscalizadoras en varios ministerios, con más de 18 instrumentos legales, entre generales y específicos, que regulan separadamente, Material Particulado Respirable (MP10), Material Particulado Fino (MP2.5), Ozono (O3), Dióxido de Azufre (SO2), Dióxido de Nitrógeno (NO2),  Monóxido de Carbono (CO), transporte, depósito, carga, monitoreo y cierre de faena, entre otros. No hay una sola autoridad, sino un solo contexto.

Considerar el control de material particulado como un desafío de gran complejidad demuestra compromiso y conocimiento del tema, asignando la real importancia que tiene para lograr el objetivo final, que es, en un entorno productivo lograr aire limpio. Dicho objetivo se puede alcanzar al abordar el tema de manera integral, considerando a todos los actores, pensando siempre en la sustentabilidad de la industria y el bienestar social.

Chile necesita pensar en una estrategia de largo plazo, ya que hoy nuestras acciones son correctivas respecto de malas prácticas del pasado. No estamos a la vanguardia de desarrollos tecnológicos ni se ven claros incentivos en nuestras políticas públicas por desarrollar una minería de futuro. Hay ejemplos de éxitos y buenas prácticas, pero son aislados. También hay procesos críticos y complejos, que están en el corazón productivo de nuestra minería y que afecta, por ejemplo, a las fundiciones de cobre, las cuales hoy requieren de una cuantiosa inversión para lograr un estándar promedio de eficiencia y captura de emisiones, que permita cumplir con la norma establecida. Ambientalmente nuestras fundiciones están obsoletas, lo que atenta directamente con el fin último, que es, aire limpio y bienestar social.

De esta manera, hay que preguntarse si Chile se conforma con una minería extractiva exportadora de concentrado o buscaremos promover hidro y pirometalurgia con estándares mundiales de emisiones. ¿Lograremos pasar a una etapa de producción más intensiva en tecnología que en capital? ¿Podremos transformar en riqueza nuestras reservas de la cordillera? ¿Considerará la ley de glaciares alternativas de protección y no de prohibición?

La solución demanda un fuerte compromiso político con pragmatismo y visión de largo plazo, evaluando exigencias locales e internacionales, e integrando las ventajas comparativas con beneficios futuros. La sustentabilidad productiva con aire limpio de nuestras faenas no se logra con discursos, sino que con acciones concretas.

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