Talabre: El tranque minero que rodea al “Gigante de Calama”

29 julio, 2019
Geoglifos - Tranque Talabre - Calama

Durante 67 años Chuquicamata, junto a otras divisiones de Codelco, ha vertido sus relaves mineros en esta zona que alberga uno de los mayores geoglifos conocidos en Chile.

Por Cristián Venegas, desde Calama
Revista Nueva Minería y Energía

El pasado 15 de abril Codelco anunció la construcción de la novena etapa de ampliación del tranque de relaves mineros de Talabre. Depresión natural que originalmente se trataba de un salar en que la minera depositará hasta 1.000 millones de toneladas de residuos de sus divisiones Chuquicamata, Ministro Hales y Radomiro Tomic, en un proceso que comenzó en 1952.

Ubicado a 13 kilómetros al nororiente de Calama, el enorme depósito esconde -en sus ahora instalaciones industriales- una serie de geoglifos como el llamado “Gigante de Calama”, también conocido como el “Gigante de Talabre”, que cuenta con 17 metros de alto y 26 metros de ancho.

Representación de un líder

El director de Museos de la Corporación Municipal de Cultura y Turismo de Calama, Osvaldo Rojas, explica que “el Gigante”, que colinda con el tranque en el sector este, está relacionado con rutas caravaneras y el tráfico intenso que existió por siglos entre la costa, el altiplano y las regiones amazónicas.

“Son manifestaciones de fe, esperanza, que se utilizaron para efectos rituales. Además eran indicadores de determinados elementos en estos caminos, como agua, proximidad de los valles y también geográficos para dar a conocer la ruta de desplazamiento”, detalla el experto.

Rojas agrega que la importancia de los geoglifos, es que son muy escasos en el mundo y cuyas manifestaciones más relevantes están en las pampas del Nazca, en Perú, mientras que en el norte de Chile recién están apareciendo producto de investigaciones y trabajos de terreno.

“En el caso del geoglifo de Talabre se logró mediante el raspado de la superficie. Se trata de una persona que tiene en sus manos dos báculos, eso indica que es la representación de un líder, de una persona con un rango jerárquico”, detalla el director, junto con destacar que hoy la figura “se está poniendo en valor, lo que significa protegerlo, resguardarlo y difundirlo”.

Trabajo de restauración

La puesta en valor a la que se refiere Rojas está siendo impulsada por Codelco, que hace ya unos años ejecuta un plan de protección, restauración y seguimiento arqueológico para proteger el geoglifo, a través de una iniciativa encabezada por Distrito Norte y la Vicepresidencia de Proyectos.

Esto, explican, es de vital importancia, ya que el geoglifo que se ubica en la entrada del Alto Loa, tiene distintas interpretaciones para los representantes de los pueblos originarios, pues en el lugar en el que se encuentra es considerado un cerro tutelar-ceremonial de gran relevancia para la cosmovisión andina.

Entre el equipo de profesionales se encuentra el Premio Nacional en Conservación Patrimonial, Luis Briones, quien explica que “para la restauración no hay metodología, no hay libro que diga lo que hay que hacer, en la experiencia misma se va descubriendo. Por eso, tener la posibilidad de acercarse a los continuadores de esta cultura, las nuevas generaciones que están reconstruyendo su pasado por medio de la arqueología, es valioso, porque la importancia de esto es salvar el patrimonio”.

Por su parte, el arqueólogo Javier Hernández, quien también es parte del proceso, detalla que “dentro de la región es el primer geoglifo en recuperación. Lo importante es que las comunidades quedaron contentas, el trabajo tuvo un desarrollo bastante largo y su relevancia está en volver a valorar el patrimonio”.

Mirador y publicación

El gerente distrital de Asuntos Comunitarios y Sustentabilidad de Codelco Distrito Norte, Claudio Flores, sostiene que “lo importante de estos procesos es que el trabajo se realiza en alianza con las comunidades. Hay un punto de encuentro entre los diversos actores, cuyo único fin es rescatar el patrimonio y dar a este legado el valor que realmente se merece”.

El proyecto impulsado por la estatal contempla también otros hitos, entre ellos, la construcción de un mirador que permita a la comunidad apreciar el geoglifo, y además un libro en el que se podrá encontrar testimonio de otros hallazgos realizados en el marco de esta iniciativa.

Daño irreparable

Pero no sólo las manifestaciones ancestrales fueron víctimas del tranque, porque hay un daño mucho más profundo e irreparable, según explica la ecóloga microbiana y profesora asociada de la Universidad de Antofagasta, Cristina Dorador, cuya línea de investigación han sido los salares de Antofagasta.

La académica lamenta que Talabre y Hamburgo, usados hoy como vertederos de relaves por Chuquicamata y Escondida, respectivamente, ya no existan. “La pérdida de un salar o humedal no sólo significa la pérdida de aguas o de la belleza escénica. Junto a él, desaparecen peces, bofedales, aves, animales, y pueblos indígenas que dependen de estos ecosistemas hace miles de años. Hay una pérdida de millones de años de evolución, de procesos de adaptación a las condiciones más extremas y raras del planeta”, explica la profesional.

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