Sector energético: Grandes esperanzas

13 febrero, 2023
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Si bien es viable esperar para el 2023 un crecimiento menor de la demanda por electricidad (o incluso un estancamiento), es razonable esperar que el crecimiento se recuperará.

Por Eduardo Andrade, secretario ejecutivo 
Asociación Chilena de Comercializadoras de Energía (ACEN)
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Los análisis financieros que deciden el desarrollo de los proyectos energéticos consideran plazos de al menos veinte años para determinar sus rentabilidades. Además, los inversionistas internacionales prefieren países con marcos regulatorios estables donde invertir.

En ese contexto, en nuestro país en los últimos cuarenta años se ha mantenido una continuidad en lo que respecta a las leyes, con cambios que en general reflejan la necesidad de incorporar avances tecnológicos (penetración de energías renovables o incorporación de los sistemas de almacenamiento) o adecuarlas al nivel de desarrollo del país (menor riesgo).

A lo anterior se suma un continuo aumento en la demanda por electricidad que ha tenido una correlación bastante cercana con el aumento del PIB, lo que nos lleva a concluir que, si bien es posible esperar para el 2023 un crecimiento menor de la demanda (o incluso un estancamiento para este año), es razonable esperar que el crecimiento se recuperará. Todo lo anterior nos permite pronosticar que seguirá existiendo apetito por llevar adelante proyectos eléctricos, dadas las condiciones favorables que se pueden esperar en el período de maduración de este tipo de proyectos.

Los proyectos energéticos son de larga maduración, tanto en lo que respecta a los estudios previos a la construcción, como en lo que respecta a las fases de construcción y operación. Como en toda industria, habrá proyectos que enfrentarán problemas derivados de deficiencias en los análisis y por expectativas no cumplidas.

Sin embargo, y tal como se puede apreciar a lo largo de la historia de la industria eléctrica en el país, en la cual se han observado cambios relevantes motivados ya sea por acontecimientos exógenos, como la crisis del gas o la irrupción de las energías renovables, o por definiciones internas como es la descarbonización, la regla general ha sido que las empresas detrás de los emprendimientos eléctricos han sabido sortear con éxito las dificultades y han seguido creciendo e invirtiendo en el país. Es dable conjeturar entonces que podrá bajar momentáneamente el ritmo de las inversiones en el área, pero estas rápidamente se recuperarán.

Comunidades y medioambiente

La percepción que tienen las personas y comunidades acerca de los proyectos, independientemente a cuál sector pertenecen, ha mutado en forma importante con el tiempo. Hemos transitado desde el concepto en que la implantación de un proyecto industrial en una determinada zona era una muestra de progreso y, por lo tanto, era aceptable hacer ciertas concesiones desde el punto de vista ambiental, hasta la actualidad en que cualquier proyecto debe considerar desde su concepción no solo el cumplimiento irrestricto de las normas medioambientales sino también el involucramiento temprano de las comunidades que tienen algún grado de afectación.

Hoy el cumplimiento de estándares ambientales está dejando de ser visto como una barrera sino más bien como el piso sobre el cual los emprendimientos deben cimentarse. Paralelamente, es necesario que los organismos del estado encargados de velar por el cumplimiento de las normas tengan estándares transparentes acerca de cómo aplicar la normativa a los estudios presentados, y que no respondan a actuaciones arbitrarias o voluntaristas, y que los plazos en que deben ser emitidos los pronunciamientos se ajusten a la normativa.

Nuestro país ha tenido un importante éxito en la incorporación de las energías renovables que está permitiendo aportar en el combate al cambio climático, aunque sea marginalmente, dado el peso en las emisiones que tiene Chile en el concierto mundial (entre 0,2% y 0,3%). El desafío es continuar haciéndolo sin impactar en demasía a los hogares y a la industria con altos costos de la energía. Esto último obliga a analizar con detenimiento la velocidad con que podemos avanzar en la descarbonización, para lo cual son necesarias herramientas como la ley de almacenamiento, recientemente aprobada por el Congreso, a lo cual debe necesariamente sumarse que las tecnologías habilitantes, tales como los sistemas de almacenamiento, alcancen un nivel de costos tal que permitan su incorporación masiva, ya sea a nivel industrial o domiciliario.

Desafíos

Parte importante de los desafíos que tiene el país en materia energética pasa por lograr que los consumidores finales de energía, ya sean empresas o personas, tengan la capacidad de participar en las definiciones respecto de cómo consumir su energía. Mientras la gran industria es la que más ha avanzado en materia de eficiencia energética, gracias a que cuenta con los recursos tanto financieros como técnicos, la pequeña y mediana industria ha quedado rezagada, así como gran parte del consumo residencial.

Lo anterior porque nuestra legislación los sigue considerando como “consumidores pasivos”, es decir, solo consumen energía y deben pagar la cuenta, no existiendo mucho interés en la industria porque esta situación evolucione. Al respecto, las pymes que hoy no tienen otra opción que consumir suman más de ciento cuarenta mil, por ende, existe un enorme potencial de mejora en ese segmento.

Si a éstas se les permite empoderarse y que pasen a ser agentes activos en la definición del tipo de energía que quieren consumir podrían hacer más eficientes sus consumos y lograr ahorros. Lo anterior solo se logrará introduciendo más competencia en el suministro, lo que a su vez obligará a innovar y ofrecer más y mejores servicios a esos usuarios.

Por extensión, lo mismo es aplicable a los usuarios residenciales quienes también pueden pasar a ser agentes activos. Todo lo anterior, estimamos, calza perfectamente con uno de los objetivos en materia energética del actual Gobierno y que se refiere a la transición justa, por cuanto que más justa podría ser una transición si cuenta con usuarios empoderados y con capacidad de decidir y dejar de ser simples “consumidores”.

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