Javier Tapia, Asociación de Transmisoras de Chile: “Hay un problema de adecuación de normas a la realidad del sector”

26 septiembre, 2022
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En entrevista con Revista Nueva Minería y Energía, el líder gremial analiza el trabajo de la asociación a dos años de su creación, junto con abordar la coyuntura que afecta al sector de la transmisión eléctrica en suelo nacional.

Por Daniela Tapia
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Dos años cumplió recientemente la Asociación de Transmisoras de Chile, gremio que agrupa a nueve empresas las cuales operan más de 16 mil kilómetros de líneas entre Arica y Chiloé.

Uno de los diagnósticos más críticos realizados por la entidad apunta a que “las líneas no se están pensando con holguras y el proceso de planificación no solo ha producido retrasos importantes en los tiempos de desarrollo de los proyectos, sino que no está mostrando un horizonte claro a largo plazo”.

¿Cuánto se requiere de infraestructura de transmisión para dar respuesta a los desafíos actuales y venideros? De éstos y otros asuntos, el director ejecutivo de la Asociación de Transmisoras de Chile, Javier Tapia, conversó con Revista NME para referirse a la situación actual de la industria y a su gestión en el organismo gremial.

A dos años de crearse la Asociación de Transmisoras de Chile, ¿qué balance hace de su gestión como director ejecutivo del gremio?

Más que un balance personal, creo que como Transmisoras podemos sacar cuentas alegres. Hemos avanzado mucho en estos dos años, especialmente en lo que se refiere a haber creado una organización con identidad propia y capaz de impulsar con fuerza la propuesta de valor de la transmisión. Hemos conseguido canalizar el sentir particular de este segmento de la industria eléctrica, el cual es que las redes eléctricas son fundamentales para Chile y que deben volver a estar en el centro de las políticas públicas y los desarrollos sectoriales.

Pero además de mirar atrás y estar permanentemente evaluándonos, me parece relevante destacar que tenemos muchos desafíos por delante. Lo que une a nuestras nueve empresas socias -que operan más de 16 mil kilómetros de líneas entre Arica y Chiloé- es la vocación de conectar al país con energía, colaborando proactivamente con el cumplimiento de sus metas socioambientales y de desarrollo económico. Tenemos una nutrida agenda a futuro que esperamos se vaya materializando de buena forma.

¿Cómo evalúa la reforma realizada en 2016?

La reforma del 2016 tuvo un propósito determinado. La idea fue que se comenzara a planificar con las holguras necesarias para que el sistema creciera de manera más armónica y ordenada, adelantándose a los desarrollos en otros segmentos, como la generación. Esa concepción de un sistema robusto y pensado a futuro nos parece correcta.

Pero, como muchas veces ocurre, la realidad está superando las expectativas. Por diversas razones, las líneas no se están pensando con holguras y el proceso de planificación no solo ha producido retrasos importantes en los tiempos de desarrollo de los proyectos, sino que -esto quizás es más relevante- no está mostrando un horizonte claro a largo plazo. Si a esto sumamos otros problemas conexos (como el retraso en la entrega de permisos sectoriales, que está afectando de manera transversal el desarrollo de los proyectos de inversión), la situación se agrava. En este sentido, hay un desafío importante de mejorar la implementación de la normativa.

Por otro lado, es innegable que hay también un problema de adecuación de muchas normas a la realidad del sector. La normativa no está pensada para proyectos lineales, especialmente aquella que rige en materia medioambiental y de relacionamiento comunitario. Aunque parezca de perogrullo, existe una diferencia enorme entre la concepción de un sistema planificado centralizadamente y la dinámica inherente a un sector como generación, cuyo crecimiento está regido por reglas de mercado y la competencia. Eso en sí impone diferencias “naturales” en la velocidad de los desarrollos y la forma en que ellos se llevan a cabo, y uno esperaría que esas diferencias fueran recogidas y “compatibilizadas” de algún modo en la normativa. Pero ello no ocurre.

Por ejemplo, existen inflexibilidades en el proceso de obtención de RCAs que imponen grandes trabas a la adecuación de un trazado, incluso si existe acuerdo entre un propietario y el desarrollador; existen plazos que no se condicen con proyectos que atraviesan múltiples territorios y se relacionan con muchas comunidades, como los 60 días que rigen para una participación ciudadana, los mismos que se aplican en el caso de un proyecto de generación u otro emplazado en un solo lugar definido y para líneas; la normativa de medición de ruido no considera las particularidades de un trazado de líneas; y un largo etcétera. El desafío es cómo adecuar la normativa a la verdadera situación que se pretende normar.

¿Qué aspectos ve que no están siendo lo suficientemente abordados en la discusión pública respecto del rol de la transmisión?

Creo que el principal problema que enfrenta la transmisión es que requiere de soluciones de largo plazo que suelen no ser enfrentadas de manera adecuada, debido a las prioridades y urgencias del día a día. Actualmente todos los temas centrales están siendo abordados, pero no con el sentido de urgencia que se requiere.

Como Transmisoras hemos planteado un diagnóstico común que felizmente hoy pareciera ser compartido por toda la industria, y que dice relación con la importancia crucial de la transmisión para los procesos de descarbonización, desfosilización y electrificación social que se avecinan.

El siguiente paso es acelerar los cambios y dar solución a los múltiples detalles que traban la materialización de los proyectos de manera más expedita. Aquí me refiero tanto a los cambios legales y regulatorios que señalé antes; así como a la falta de una planificación adecuada; una gestión estatal de los permisos más eficaz; mejorar las señales de precios y la necesidad de llevar bien los procesos regulatorios; entre otros aspectos.

Infraestructura en la mira

La generación de electricidad con tecnologías limpias en Chile ha aumentado considerablemente en el último tiempo con varios proyectos entrando al sistema. ¿Cuál es el escenario de transmisión frente a este fenómeno, considerando que Cardones-Polpaico entró en operación y copó su capacidad, mientras que la línea Kimal-Lo Aguirre recién podría entrar en operaciones en mayo de 2029?

A largo plazo la importancia de una planificación adecuada se muestra precisamente en estos puntos. Evidentemente no es ni razonable ni bueno para el sistema que las obras entren en operación con su capacidad copada, que es lo que probablemente se reiterará con la nueva línea HDVC. Necesitamos conocer hoy lo que se espera y requiere en la próxima década, es decir, proyectar con holguras para evitar repetir las situaciones de estrechez que estamos viviendo en el presente.

En el intertanto, para los años venideros estamos haciendo cosas concretas. Los problemas de capacidad se están abordando con ideas que, en gran medida, provienen de las propias empresas. Se han propuesto soluciones concretas en los planes de expansión, como sistemas de almacenamientos y otras tecnologías que permitirán utilizar de modo más eficiente la infraestructura existente.

Lo relevante -y este es nuestro consenso como asociación- es que cualquier desarrollo respete los niveles de seguridad con que opera el sistema actualmente y que, además, toda solución de corto plazo a un problema concreto (como el uso de automatismos, por ejemplo) vaya aparejada de la correspondiente solución definitiva, a fin de que el sistema se desarrolle de manera coherente.

En el panorama actual donde predomina la descarbonización de la matriz y el auge de la electromovilidad, entre otros fenómenos de esta naturaleza, se prevé una mayor demanda de energía proveniente especialmente desde fuentes de generación limpia. ¿Cuánto se requiere de infraestructura de transmisión para soportar estos escenarios en los próximos años?

Esta es una pregunta difícil. Hablar de planificación de la transmisión es, en cierta medida, hacer “futurología”. Por la forma como se hace el proceso, los escenarios que se proyectan siempre se desviarán de la realidad. Esa diferencia hace que debamos tomar decisiones importantes respecto de cómo queremos el crecimiento futuro. Si estamos avanzando hacia una sociedad más electrificada, lo que necesitamos son redes resilientes y seguras que nos permitan la entrega de un suministro de calidad a precios lo más bajos posible. ¡Y vaya que es difícil conseguir esa mezcla en la práctica!

Hasta ahora ha tendido a primar la idea de que la eficiencia -esto es, en general, el desarrollo al menor costo posible- es lo más deseable socialmente y debe siempre primar. Pero uno debiera pensar el desarrollo de modo más integral. Invertir más en redes es como adquirir un “seguro”, por el cual debemos decidir si estamos dispuestos a pagar. Es, por hacer una analogía, un airbag. ¿Estamos dispuestos, digamos, a pagar por más seguridad, aunque puede que nunca utilice ese dispositivo? Lo que necesitamos definir primero como sociedad es qué queremos, qué tipo de red, y solo luego de eso ver cómo lo hacemos al mínimo costo.

Esa definición, por cierto, no significa hablar únicamente de “más líneas”. Estamos hablando de inversión en resiliencia; en una apuesta por la incorporación de tecnología en las redes para ocupar de mejor manera lo que se tiene; en sistemas de almacenamiento; fomento de interconexiones; entre otros. Pero bajo cualquier escenario que uno vislumbre para el futuro previsible, necesitaremos más infraestructura de transmisión.

Desafíos y matriz

¿Qué desafíos proyecta para el sector de la transmisión en Chile? ¿Qué mensaje final quisiera transmitir?

Creo que el principal desafío es lograr vincular a la transmisión con una sociedad más sostenible y electrificada. En la consecución de ese objetivo vamos bien encaminados, pero ciertamente nos falta mucho camino por recorrer. Como dije antes, somos un sector que quiere contribuir proactivamente al país.

Las empresas agrupadas en Transmisoras no solo tienen el deseo de ser excelentes en términos operacionales. Además, tienen la firme convicción de que deben aportar con ideas concretas. En eso estamos: trabajando estrechamente con otros gremios generando ideas, datos y estudios propios; mejorando nuestros estándares socio-ambientales; explorando alternativas tecnológicas, cuidando a nuestra gente; y participando activamente en la concepción de la matriz energética del futuro.

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