Uso eficiente de impuestos a la energía subiría ingresos fiscales en 2,6% del PIB

4 agosto, 2014
Energía-de-Carbón

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El FMI lanzó un libro donde establece exactamente cuál es el nivel que considera correcto para los impuestos al carbón, gas natural, gasolina y diésel.


Los impuestos a la energía en buena parte del mundo están muy por debajo de lo que deberían estar para reflejar el impacto medioambiental y de salud del uso de combustibles fósiles, asegura el Fondo Monetario Internacional en el libro “Getting Energy Prices Right: From Principle to Practice” que lanzó la semana pasada.

Por primera vez, el Fondo estableció exactamente cuál es el nivel que considera correcto para los impuestos al carbón, gas natural, gasolina y diésel para 156 países. De este modo, se pueden incorporar estos valores a los costos totales de los combustibles, incluyendo las emisiones de dióxido de carbono, contaminación atmosférica, congestión y accidentes de tráfico.

En la presentación del texto, la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, afirmó que los países no deberían esperar que exista una coordinación global para implementar cambios a las políticas climáticas, sino que deberían actuar por sí mismos para ajustar los precios de la energía.

El libro argumenta que un alza de los impuestos no debería dañar al crecimiento si se realiza de forma correcta.

“En este punto déjenme ser clara: estamos hablando de impuestos más inteligentes en lugar de impuestos más altos”, dijo Lagarde.

Precios de la energía más altos provocarían que las personas prefieran combustibles más limpios o vehículos más eficientes, aseguró.

Esto, a su vez, permitiría que los gobiernos bajen otros impuestos al consumo o los ingresos para reducir la carga tributaria sobre las personas, o podrían simplemente realizar mayores pagos de deuda pública.

El FMI también estimó el impacto de la implementación de impuestos eficientes a la energía. Según sus cálculos, las muertes por combustibles fósiles se reducirían en 63%, las emisiones de CO2 en 23% y los ingresos fiscales subirían en 2,6% del Producto Interno Bruto a nivel mundial.


El caso de Chile

En nuestro país, una de las principales preocupaciones es que el alto costo de la energía haga caer las inversiones y dañe al crecimiento.

La semana pasada, la ministra de Minería, Aurora Williams, se reunió con una comitiva de empresarios japoneses liderada por el presidente de Japan Oil Gas and Metals National Corporation (Jocmec), Hirobumi Kawano, quienes le plantearon su preocupación por los desafíos que enfrenta el sector minero, principalmente por los altos costos de la energía.

Actualmente, en nuestro país está en implementación una de las normas más exigentes a nivel mundial para la emisión de las plantas termoeléctricas. Asimismo, se está preparando una normativa similar para el sector de fundiciones mineras.

A esto se sumaría la aplicación de impuestos verdes que forma parte de la reforma tributaria que se discute actualmente en el Parlamento.

Ian Parry, experto principal de política medioambiental del FMI y principal autor del informe, puntualizó que en el caso de Chile, pese a que los impuestos a la gasolina son altos, los del combustible diésel no.

Según cifras de 2012 del Ministerio de Energía, la matriz energética chilena se compone principalmente, en orden descendente, de derivados del petróleo (incluyendo gasolina y diésel), electricidad, leña y biomasa, gas natural y carbón.

“Creemos que es importante que los precios de la energía reflejen no sólo el costo de producir energía, sino también el costo medioambiental que el uso de la energía provoca en otros, incluyendo los daños de la contaminación ambiental y las congestiones de tráfico, que hacen que disminuya la velocidad de tránsito”, aseguró Parry a DF.

“Si no es así, significa que la energía está siendo subsidiada por otros sectores de la economía, lo que resulta en una distribución ineficiente de recursos en la economía”, agregó.

El experto explicó que el FMI está recomendando “una forma más inteligente de cumplir los objetivos fiscales de un país, ya que siempre y cuando los ingresos de los impuestos energéticos se usen de forma inteligente y productiva -bajando la carga impositiva en otros sectores- su impacto en la macroeconomía no debería ser muy severo”.

En este sentido, aseguró que en un escenario de desaceleración lo más recomendable es “implementar las reformas de forma progresiva o gradual”.


¿Impuestos verdes?


La polémica en nuestro país está lejos de zanjarse. “Para limitar las emisiones, se debe implementar un plan políticamente consensuado de desarrollo hidroeléctrico, sin perjuicio de apoyar las Energías Renovables No Convencionales. Esto es mucho más efectivo que un impuesto a las emisiones”, dijo el decano de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la U. Adolfo Ibáñez, Alejandro Jadresic, la semana pasada en una entrevista con DF. “No descartaría establecer impuestos a las fuentes fijas a futuro, pero lo condicionaría a que efectivamente las nuevas inversiones logren bajar las tarifas eléctricas y a los compromisos que otros países asuman en materia de cambio climático”, agregó el ex ministro de Energía.

Varios expertos apuntan a que la propuesta de impuestos verdes es demasiado severa, tomando en cuenta que nuestro país representa sólo 0,3% de las emisiones globales.

Recientemente, los académicos Cristián Muñoz y Alexander Galetovic escribieron una publicación sobre el fin del impuesto al CO2 en Australia. En el texto, publicado en el blog Breves de Energía, contaron que Australia introdujo en julio de 2002 un impuesto a las emisiones a las empresas que emitían más de 25 mil toneladas de CO2 al año. Sin embargo, esto provocó un aumento en las tarifas de electricidad, con el consiguiente descontento de la industria y la población. Asimismo, aumentaron las emisiones de los sectores no gravados. Por ello, en julio de este año el Congreso decidió eliminar el impuesto.

“Tal como ocurrirá en Chile, la política australiana se introdujo sin estimar sus consecuencias económicas y ambientales. Resultó ser ineficaz ambientalmente, cara para los consumidores y dañina para la industria”, concluyeron.

Según una encuesta de Australian Industry Group, el costo de la energía subió un 14,5% para las empresas consultadas, mientras que un 50% informó aumentos en sus costos de producción. Los principales sectores afectados fueron el manufacturero, la construcción y el de alimentos.

Un informe separado, la actualización trimestral de Australia’s National Greenhouse Gas Inventory, de diciembre de 2013, reportó un aumento de las emisiones.

Para el FMI, pese a la polémica que genera la medición de los daños ambientales, el libro constituye un punto de partida para el diálogo en cada país.

Fuente: Diario Financiero

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