¿Estados Unidos en la tormenta perfecta?

27 julio, 2020
Estados Unidos_foto_001

Los disturbios raciales tras la muerte de George Floyd, además de la pandemia y la severa recesión económica han sumido a Estados Unidos en una crisis sin precedentes. ¿Qué futuro le depara entonces, al país más poderoso del mundo? Las claves en el siguiente análisis.

Por Daniela Tapia
Revista Nueva Minería y Energía
______________

“Por favor, por favor, por favor, no puedo respirar, oficial. Me duele el estómago. Me duele todo. Por favor, por favor. No puedo respirar”. Estas fueron las últimas palabras de George Floyd, un guardia de seguridad afroamericano de 46 años, quien falleció tras ser detenido y asfixiado por un agente de la policía de Minneapolis, cuyo hecho ha desatado no sólo las mayores protestas raciales de los últimos 52 años en Estados Unidos, sino también en varias partes del mundo.

Analistas sostienen que lo sucedido en ese país sólo es comparable con la situación que se vivió tras el asesinato de Martin Luther King, símbolo de la lucha por los derechos civiles en 1968, uno de los años más convulsionados de la segunda mitad del siglo pasado en Estados Unidos.

Para Alberto Rojas, director del Observatorio de Asuntos Internacionales de la Universidad Finis Terrae, se trata de un tema que lleva décadas sin resolverse de manera efectiva y que, por el contrario, ahonda un escenario insostenible para la comunidad afroestadounidense.

Pero la situación resulta aún más grave porque se suma a un momento especialmente crítico en Estados Unidos. El país también está enfrentando la mayor crisis sanitaria de los últimos 100 años tras la pandemia del Covid-19, con más de dos millones de personas contagiadas y más de 118 mil víctimas fatales a la fecha.

De hecho, cerca del 30% de los casos de Covid-19 se han registrado en el estado de Nueva York, considerado el epicentro del brote en ese país, seguido por Nueva Jersey, Massachusetts, California y Pennsylvania.

En un primer momento, el presidente Donald Trump trató de bajar el perfil a la pandemia e incluso cuando se registró la primera muerte a fines de febrero, en California, llamó a la calma, señalando en esa oportunidad que “otros casos eran probables”. Sin embargo, ya en marzo Estados Unidos había superado a China, el país donde se originó la crisis, en cuanto a número de contagiados.

De ahí que la tardanza en las medidas implementadas para contener el brote, como el confinamiento de los ciudadanos y el cierre de los negocios, le han valido múltiples críticas al mandatario estadounidense por el mal manejo de la crisis.

Tal panorama también ha significado un duro golpe a la economía. Así lo revelan las cifras: en mayo la tasa de desempleo llegó al 16,3% y se espera que alcance el 20%, lo que se podría traducir en más de 30 millones de desempleados en ese país.

“Esto representa un enorme desafío, porque si bien el gobierno estadounidense ha impulsado la reapertura del comercio y la economía, no todos los estados tienen las mismas condiciones para hacerlo. Reabrir el país implica, previamente, tomar muchas y complejas medidas que garanticen la seguridad de los trabajadores y el público en general”, dice el especialista de la Universidad Finis Terrae.

Problemas en un año electoral

Todos estos acontecimientos también se dan en el peor momento, según coinciden algunos analistas. ¿La razón? Este año habrá una nueva elección presidencial en Estados Unidos, donde el actual presidente Donald Trump buscará la reelección en noviembre, mientras que el exvicepresidente y candidato por el Partido Demócrata, Joe Biden, aspira arribar a la Casa Blanca.

En opinión del experto Alberto Rojas, la gestión de la pandemia por parte del presidente Trump tras culpar a China por el brote del Covid-19, al igual que la muerte de George Floyd, ya se convirtieron en temas de campaña, por lo que serán factores relevantes en la elección presidencial de noviembre próximo. Pero el profesional va más allá al plantear que Joe Biden está en condiciones de capitalizar desde el punto de vista electoral, el descontento ciudadano que existe hacia la actual administración.

Y es que el analista cree que hace años Estados Unidos viene replegándose en términos de su liderazgo histórico, lo que se demostró en su baja capacidad para impulsar una estrategia internacional a la hora de contener la pandemia.

“Su ausencia se notó y mucho”, comenta Rojas, quien añade que lejos se ven los tiempos en que Washington, por ejemplo, lideraba la reconstrucción de Europa tras la Segunda Guerra Mundial.

“El punto es que cuando Estados Unidos se repliega y deja “espacios vacíos” dentro del orden mundial, actores como Rusia o China los aprovechan para expandir su influencia global”, afirma el director del Observatorio de Asuntos Internacionales de la Universidad Finis Terrae.

Las cartas entonces, prosigue el especialista, estarían echadas en la carrera electoral. Y sus apuestas son claras. Si Trump, manifiesta Rojas, logra la reelección en noviembre, se prolongará un estilo de gobierno y de liderazgo internacional que se aleja del multilateralismo y del papel histórico que Estados Unidos ha jugado desde mediados del siglo XX, profundizándose así su creciente aislacionismo.

Por el contrario, si Joe Biden gana el sillón presidencial, el experto universitario postula que éste tendrá la enorme responsabilidad de recomponer la relación con sus aliados, además de reforzar la presencia e influencia de Estados Unidos a escala mundial y avanzar en una reconfiguración del modelo de globalización conocido hasta ahora.

Otro aspecto no menor que pone en jaque a Estados Unidos es la guerra comercial entre Washington y Beijing, declarada por Trump en 2018, y que aún está lejos de resolverse.

“En este contexto, la guerra comercial ha tensionado fuertemente la relación entre ambos países, a lo que se suman otros elementos como la situación en Hong Kong y la guerra tecnológica entre China y Estados Unidos por el 5G”, asegura Rojas.

Delineando relaciones

Así, en un ambiente que al parecer ofrece más incertidumbre que certezas, resulta vital que el país norteamericano ponga énfasis en el fortalecimiento de sus relaciones comerciales.

En el caso con Chile esto es crucial, ya que Estados Unidos es el segundo socio comercial de nuestro país y actualmente, representa la principal inversión extranjera directa de Chile con un stock de más de US$40.000 millones.

Y ante la coyuntura del Covid-19, desde la Cámara Chilena Norteamericana de Comercio (AmCham) estiman que Estados Unidos seguirá necesitando frutas y verduras frescas en la temporada de invierno del norte, así como mariscos y productos derivados de la carne.

“Tras salir de la crisis generada por la pandemia, se espera un aumento del gasto en infraestructura en Estados Unidos, lo que implicará un aumento de la demanda de cobre. Por otro lado, el creciente interés en la sostenibilidad y la movilidad eléctrica significará una demanda continua de minerales especializados, incluyendo el litio”, asevera Paula Estévez, gerente general de AmCham Chile.

En tanto, desde el lado chileno, -dice la ejecutiva- la actividad minera podría requerir equipo y tecnología por parte de Estados Unidos.

“En general, Chile necesitará fortalecer su infraestructura digital y el país norteamericano puede ser un importante proveedor, debido a su avanzado desarrollo tecnológico. En este cuadro, el acuerdo comercial entre ambos países, que ha sido tan exitoso, asegura un campo de juego parejo y reglas claras”, manifiesta Estévez.

Noticias Relacionadas