El fotógrafo que le dio vida eterna a Chuquicamata

12 noviembre, 2012

12-11-2012 El Mercurio – Noticias
Entre 2003 y 2005, Cristián Ureta tomó miles de imágenes de los habitantes del campamento minero antes de que cerrara. Así nacieron el libro “Volviendo a la tierra” y una exposición del mismo nombre, abierta desde el sábado en el Centro Gabriela Mistral

Quería que los hijos tuviesen algo de su lugar natal y pensó en poner un poco de tierra en un frasco. Sería la del patio de su casa, pero a la vez, un símbolo y recuerdo para mostrarle a la familia cómo había sido vivir en el campamento de Chuquicamata. El que cerca de Calama cobijó por 92 años a más de 25.000 mineros, obreros y jefes que trabajaron en la mina de cobre a tajo abierto más grande del mundo. El que cerró, definitivamente, hace cinco años. Y el que Cristián Ureta, fotógrafo y publicista, visitó apenas supo que todo eso se acabaría. En ese momento, quiso inmortalizar con su cámara los últimos días, o años, de la urbanización nortina.

El primer viaje que hizo fue en febrero de 2003, y terminaron siendo más de diez. Cada vez que Ureta llegaba a Calama, se quedaba unos diez días para tomar fotos entre las nueve de la mañana y las cinco de la tarde. Aunque cuenta que cuando supo del cierre recordó las visitas que hacía con su padre al lugar, asegura que en este proyecto no hay vínculos sentimentales.

“Mi trabajo sí tiene que ver con la memoria y la identidad. ¡Que desaparezca un pueblo no es menor! En Chile, si se trata de minería, tenemos dos hechos previos y definitorios. Las salitreras que antes de desvanecerse fueron fotografiadas por un autor inglés, cuyas imágenes ya no están acá. O lo que pasó en Coronel. Nadie fue capaz de ver cómo vivía la gente allí, a pesar de que se sabía que iba a desaparecer. Ambos hechos hicieron que me diera cuenta de que la fotografía es fundamental: perpetúa la memoria y la historia”, comenta Ureta, quien terminó sus travesías cuando ya estaban todos los sectores del campamento cerrados, en 2005. A partir de ese momento, comenzó a trabajar -con apoyo del Fondart- en el libro “Volviendo a la tierra: memoria visual del campamento minero de Chuquicamata”.

La publicación, que tiene 256 páginas y tapa dura, ya está lista y se celebra, desde el sábado, con una muestra en el Centro Gabriela Mistral (GAM). Allí, en la Sala de Artes Visuales, Ureta exhibe noventa de las doscientas fotografías blanco y negro que incluyó en el libro. Hay de grandísimo, mediano y pequeño formato, y no están ordenadas cronológicamente. “Busco, tal como en el libro, generar una narración. Las páginas en blanco son como silencios y cierres que definen secuencias. Todo comienza desde afuera, desde la altura, hasta entrar un poco en la intimidad de la gente, para después volver a salir”, explica. Y, entre recorrido y recorrido, pueden aparecer imágenes de hombres que pintan sus casas, como si no debieran irse. O de mujeres que riegan el antejardín del desierto más seco del mundo.

Noticias Relacionadas