Desalación: ¿el camino correcto?

14 julio, 2023
Desalación_foto 001

Más de 20 plantas desaladoras podrían concretarse en los próximos cinco años, lo que confirma el alza que ha tenido esta tecnología en Chile. Una tendencia que es vista con preocupación por organizaciones ambientales.

Por Joaquín Ruiz
______________

La desalación, como alternativa para conseguir agua tanto para consumo humano como para uso industrial, ha crecido con fuerza en los últimos años en el país. De acuerdo con el primer catastro de plantas y proyectos de desalinización de agua de mar en Chile, elaborado por la Asociación Chilena de Desalación y Reúso (Acades) y el Consejo Minero, actualmente hay 22 plantas desaladoras en operación con capacidad mayor a 20 litros por segundo (l/s).

Y la tendencia promete seguir creciendo. Según el catastro, hay más de 20 iniciativas en diferentes etapas de desarrollo que podrían concretarse en los próximos cinco años (6 en construcción, 3 con aprobación ambiental y 16 en evaluación preliminar), lo que eventualmente permitiría que Chile triplique su capacidad de producción de agua desalada.

El informe -en el que también colaboró el Comité Asesor Ministerial Científico para el Cambio Climático (C4) del Ministerio de Ciencias-, mostró, además, que la gran mayoría de estas plantas se concentran en las regiones más áridas del país como Antofagasta (59%) y Atacama (23%), que también son zonas de abundante actividad minera.

En efecto, la mayor parte de estos proyectos están enfocados en abastecer la industria minera, mientras que el resto son “multipropósito e incluyen el suministro de agua para actividades industriales, suministro sanitario, agricultura, litio e hidrógeno verde”, según detalla Acades.

“El cambio climático nos ha llevado a una condición de escasez hídrica de carácter permanente (…). Frente a ello, todas las alternativas de manejo eficiente del recurso y de creación de nuevas fuentes son bienvenidas”, dice Alberto Kresse, vicepresidente de Acades.

En este sentido, el gremio destaca la desalinización y el reúso como “tecnologías conocidas, eficientes, confiables y cada vez más accesibles para respaldar y complementar los actuales sistemas de abastecimiento de agua”.

Sin embargo, desde la organización de conservación marina Oceana, han planteado su “preocupación” por la desalación, ya que “se sabe que esta actividad genera impactos en los ecosistemas marinos”, según afirma la directora de la entidad, Liesbeth van der Meer.

“En otros países se ha potenciado la eficiencia hídrica como una primera medida para enfrentar la escasez, siendo la desalinización una opción secundaria dado el costo ambiental que tiene. Nos preocupa que la desalación sea la única opción que se esté evaluando hoy como solución a la escasez hídrica”, agrega la directora de Oceana.

Si bien coinciden en que la desalación no es la única opción a considerar, desde Acades recalcan en que para enfrentar la crisis hídrica por la que atraviesan muchas cuencas del país se necesitan todas las alternativas posibles.

Lo anterior supone “seguir avanzando en la eficiencia de los sistemas de abastecimiento de agua, en la gestión de las cuencas y en el impulso a actividades específicas como el mejoramiento de los sistemas de riego, la disminución de pérdidas en los sistemas de transporte y las campañas de concientización de la población para evitar los consumos innecesarios, entre otros”, explica Alberto Kresse.

“Sin perjuicio de lo anterior, es necesario reforzar la importancia de la seguridad hídrica. Entendiendo que la desalación de agua de mar es normalmente una opción de mayor costo que el uso de fuentes continentales, es la única alternativa que puede asegurar continuidad de suministro ante cualquier escenario climático, condición crítica para el crecimiento y desarrollo de las ciudades y de cualquier actividad asociada, desde el comercio, el turismo y la educación, hasta la industria, la minería o el hidrógeno verde”, agrega el vicepresidente de Acades.

Impacto marino

La desalinización del agua genera un residuo -la salmuera- que se devuelve al océano, lo que, según denuncian diferentes organizaciones ambientales, cambia las condiciones de salinidad y temperatura de los ecosistemas donde se deposita.

“Esto es especialmente relevante para especies como los moluscos, organismos muy sensibles a los cambios en su medio ambiente, ya que necesitan condiciones de salinidad y temperatura específicas para crecer, por lo que la disposición de grandes cantidades de salmuera en el lugar donde crecen evidentemente va a generar un daño o derechamente las hará desaparecer”, asegura la directora de Oceana, Liesbeth van der Meer.

Otro impacto que menciona Oceana son las sustancias que se utilizan en la operación de las plantas desaladoras como, por ejemplo, los desincrustantes, los que también son devueltos al mar en una mezcla conocida como “brine”, la que puede llegar a tener alta toxicidad dependiendo del método de desalación utilizado.

Por todo lo anterior, Oceana insiste en que las plantas desaladoras no son inocuas. “Hoy ya existen precedentes del daño ambiental causado en las bahías por grandes plantas desaladoras. Sin embargo, este impacto sobre las especies que ahí habitan ha sido poco estudiado por la ciencia”, agrega la directora de Oceana, Liesbeth van der Meer.

¿Qué hacer entonces? Oceana propone que el Estado establezca un orden territorial que identifique zonas específicas donde podrían instalarse las plantas desaladoras, buscando de esta forma evitar dañar aquellas áreas que son de importancia tanto medio ambiental como social y así no afectar a la población que depende de los recursos marinos para alimentarse y sustentarse.

“Una desaladora, por ejemplo, no debiera instalarse en una zona de surgencia, por su productividad e importancia en la alimentación y reproducción de especies marinas”, agrega Liesbeth van der Meer.

Sin embargo, para Acades, la desalinización es una tecnología “ambientalmente responsable”, además de ser “conocida, confiable, y económicamente viable”.

De acuerdo con el gremio, las áreas de influencia de los emisarios de descarga de salmuera, alcanza, “en la mayor parte” de las plantas de Chile, superficies similares o menores a la de una cancha de tenis. “En estas zonas, donde el agua con mayor salinidad (salmuera) se diluye en el mar, los registros periódicos de filmación y catastros de biota dan cuenta de la abundante presencia de especies y de las buenas condiciones de corrientes que favorecen una rápida dilución”, asegura el vicepresidente de Acades, Alberto Kresse.

Además, según Acades, la morfología de la costa chilena y la presencia de la corriente de Humboldt, entregan “excelentes condiciones” para una efectiva dilución de la salmuera y para la adaptación de los ecosistemas submareales.

“Por último, creo necesario recordar, que la salmuera es agua, con el doble de salinidad del mar, ya que concentra las mismas sales que se habían sacado en el proceso, y no es un “barro tóxico” como se presenta en la desinformación de muchas redes sociales. Por su parte, el agua desalinizada (sin sales) es normalmente usada por la población y las actividades económicas, y luego devuelta al mar sin sales, por lo que se produce una suma cero en el océano. En este sentido, es similar a lo que hace la naturaleza todos los días, siendo la principal desaladora del planeta. De hecho, las 20.000 plantas desaladoras instaladas en el mundo desalan una milésima parte de lo que hace la atmósfera en la evaporación de los océanos”, concluye Kresse.

Noticias Relacionadas