CEO de Enel, Francesco Starace pide acelerar inversiones en redes y se abre a posible retraso en salida de Bocamina

18 abril, 2022
bocamina

El máximo ejecutivo del grupo energético italiano dice que hay una situación bastante clara de Chile, y sostiene que tiene “confianza en el hecho de que el país no va a cambiar de manera negativa”.

Chile, Brasil y México. Esas fueron las paradas del viaje que realizó la semana pasada el CEO de Enel, Francesco Starace, para -según cuenta- “empezar de nuevo a ver cómo van las cosas, sentir el pulso de este nuevo marco, cómo estamos”.

Hace cinco años que el ejecutivo del grupo energético italiano no pisaba suelo chileno. Fue la primera escala, dice, porque los cambios que pasaron estos años son muy importantes: “Me interesa mucho ver cómo podemos seguir creciendo y seguir invirtiendo en este país y cómo es mejor hacerlo. Para nosotros es un país muy importante en la zona”.

En entrevista con Diario Financiero Starace desdramatiza la postergación del retiro de la central Bocamina II, central que actualmente se encuentra sin funcionar luego de que trabajadores se tomaran el acceso del recinto buscando ser escuchados ante la incertidumbre que les genera el proceso de cierre.

Además, si bien asegura que en Chile hay un marco regulatorio claro, cree que se necesitan cambios para acelerar la inversión en redes.

– ¿Qué piensa el grupo para Chile?

– Tenemos algo así como 3.000 MW en construcción en diferentes etapas y esto nos permite llegar a la casi completa descarbonización, pero eso es no crecer en nuestra posición, sino que simplemente sustituir. Pero hay un tema que surge en Chile muy fuerte que es la progresiva electrificación de los consumos energéticos, no solo el crecimiento de las renovables, sino que algunos sectores industriales que eligen la electricidad como forma energética. Un ejemplo es el transporte público urbano, los autos eléctricos, la calefacción, y empujar esto es la novedad de este período del 2020 al 2030. La electricidad empieza a ser utilizada en cosas y aplicaciones que antes no se consideraban.

¿Y cómo cambia el sistema eléctrico si hay millones de autos? ¿Cómo tiene que cambiar el sistema de distribución para que esto sea conveniente y seguro? ¿Dónde tenemos que invertir? Porque hay energías renovables, pero cómo llega esta energía y cómo se utiliza… hay que pensar en baterías, flexibilidad, sistemas digitales. ¿Y cómo todo esto puede servir? ¿Puede ser un servicio a Chile o a otros? Estas son las preguntas en que estamos buscando las respuestas.

– Buscando internamente…

– Sí, internamente, porque hay una diferencia. Cuando se cambian las térmicas por una fuente renovable, es una decisión que la empresa tiene frente a una conveniencia económica, pero a la gente no le interesa tanto. En el caso de la electrificación la diferencia es muy grande y por eso las inversiones se adelantan un poco para que sea posible, porque quién compra un auto eléctrico si no tiene la posibilidad de cargarlo. Por esto tenemos que adelantar un poco la red de puntos de recarga.

– ¿Cómo se conjugan los desafíos globales con los de la región, específicamente en Chile, donde hay riesgo de racionamiento eléctrico?

– Hay regiones más expuestas, pero es solo una cuestión de tiempo (…) No creo que si un país mejora toda su impronta de carbono, pero el resto del mundo no lo hace, cambia algo. Esto es algo bastante único de la transformación, lo tenemos que hacer todos, en particular las economías más grandes.

– ¿Y cómo ha visto el proceso en Chile? Bocamina II se ha convertido en un caso emblemático donde se ha tenido tensiones con la autoridad por la fecha de retiro.

– En todos los países hay siempre una o dos centrales emblemáticas. En este caso es Bocamina, pero podría ser otra. ¿Por qué es emblemática? Porque se toma como una señal donde la gente entiende que se acaba todo cuando se apaga esta central. Es un proceso, se puede terminar ese año, el año que viene o en seis meses, y no cambia nada, porque económicamente no tiene sentido, porque las renovables son más baratas, más simples. No es una decisión ideológica, es económica.

Cuando estemos seguros que se puede acabar con Bocamina, se termina y nada más.

– ¿No ve como algo insalvable que eventualmente se pueda atrasar un poco su retiro?

– Si se trata de retrasar la central, se hace por una motivación, no tan económica, pero de seguridad de suministro o de menor riesgo o algo que significa meses de retraso. Es un detalle verdaderamente sin importancia. La cosa más importante es: ¿Tiene un futuro de 20 años más Bocamina? No los tiene, ni de 20, ni de cinco.

– ¿La empresa ha tomado alguna definición?

– No, la decisión fue tomada con el gobierno antes, para que terminara en mayo. Pero no somos ni locos, ni malos y si el gobierno dice: “Mira, tengo que esperar un poco más, hacer un estudio nuevo y ver si estamos…” Aquí estamos.

– Esto se conjuga con los desafíos propios del sistema…

– Estos son desafíos que se encuentran en todos los países. Chile tiene esta estructura física muy particular, que no es fácil, porque es una estructura lineal. Por eso la inversión en todas las redes, de transmisión o distribución, es muy importante. Y esto es un punto débil de todos los reguladores del mundo, que lo entienden poco, porque tienen una vista del pasado en el cual la red sólo tiene que ser barata y nada más. Y entre más barato, mejor, donde la calidad no es un gran problema. Esto no alienta la electrificación que viene.

– ¿Cómo surge la venta en Chile de líneas de transmisión?

– Tenemos procesos internos que evalúan todos los activos. Cada año hacemos esto. Estamos en esto, pero no es una decisión de vender, estamos evaluando.

– ¿Cuál es su reflexión de la posición que ha tenido Chile en las últimas décadas para el grupo?

– Chile ha tenido un rango muy importante de inversiones en los últimos 10 años, con un par de años más flacos… Tenemos una visión de que la economía chilena seguirá creciendo. Tenemos una situación -a pesar de la Constitución y el estallido social- bastante clara con una confianza en el hecho de que el país no va a cambiar de manera negativa. Hay una ocasión de inversión increíble en Chile, porque es un país donde esta transformación energética y progresiva electrificación tiene un sentido súper claro. No hay países tan claros, hay países donde sí se ve, pero siempre hay una neblina, una incertidumbre. En Chile es súper claro. Sería una pena que no ocurra.

– ¿Ese liderazgo se debiese mantener en el tiempo?

– Si será para la eternidad no sé… pero en los próximos diez años no va a cambiar.

El cuadro político

– ¿Existe la certeza en Chile?

– En Chile hay un marco regulatorio bastante claro, pero son necesarios cambios para que se pueda acelerar la inversión en redes. Si no se hacen inversiones en redes antes que la gente empiece a cambiar su forma de consumir energía, al final resulta en un fracaso. Típicamente los consumidores se mueven todos juntos y, si el sistema no está listo, es un problema.

– ¿Y esos cambios hacia dónde deberían apuntar? ¿Cómo se incentiva esa inversión finalmente?

– Se incentiva con un marco regulatorio que da interés a aumentar las inversiones en las redes. Hay muchas medidas que pueden ayudar en esto, pero si tienes un marco regulatorio que adelanta las inversiones, va en esa dirección y es algo que tenemos que estudiar junto con el regulador, no se puede hacer aislados.

– En noviembre veían ciertas “incertidumbres” en Chile, ¿ se han ido disipando? ¿El nuevo gobierno ha dado mayores certezas?

– Claro que sí. Cualquier nuevo gobierno tiene muchas cosas que mirar y no somos los únicos, pero me parece que es un gobierno que está empezando a mirar las cosas. La agenda de este gobierno está completamente en línea con la descarbonización, la progresiva determinación del consumidor, que el consumidor teóricamente podría ser también un productor de generación a tamaño pequeño…

– Por el lado del gobierno, lo ve alineado con estos desafíos

– Mi visión política dice que sí, pero vamos a ver cómo esto se traduce en actos concretos.

– ¿Los temas constitucionales los ven con algo de preocupación?

– Me parece que para los chilenos es súper importante. A mi, en vida nunca me sucedió que pudiesen cambiar la Constitución en Italia, pero claro que pasa.

– ¿No ha motivado a pausar inversiones o mirar con más calma?

– No, porque es la Constitución de un país. Para nosotros es muy importante el marco regulatorio del sector eléctrico, pero para los chilenos es mucho más importante la Constitución. Pero no tenemos miedo que en esta Constitución se emplacen conceptos extremadamente complejos. Ese es un debate muy fuerte, pero mejor así que un silencio o una rebelión. Entiendo que cada chileno tiene una visión propia de esto. Para mí es difícil meterme, ya que estoy afuera del país.

– En Chile se creó un fondo que financiaron las empresas para no subir las cuentas de la luz y hoy se reabrió la discusión, ¿cómo lo ve?

– Las empresas en esto, hasta ahora, han pagado un precio, porque la financiación de estas medidas han dependido sobre las cuentas de las empresas. Está bien en un año o dos, pero si es algo estructural, las empresas tienen que poner el costo de esta financiación en los costos propios. Y, al final, siempre pagan indirectamente los consumidores. Es lógico hacerlo en una crisis como fue la del Covid, temporalmente, y después ir a un sistema más balanceado. Si no, como ocurre en Argentina y en otros países, al final esto representa un costo que la empresa tiene que poner en sus costos, y siempre llega a un consumidor.

– Pero el ministro de Energía ya anunció que presentará un proyecto de ley para un mecanismo permanente de estabilización. ¿Estarían en desacuerdo?

– Las empresas somos muy flexibles en esto. Si me dices, el pago de la electricidad se paga un año detrás… muy bien, tenemos que poner el costo de esta financiación en la tarifa. Si es estructural, esto automáticamente va a ser un costo estructural para todos. Así es la ley del mercado, no es nada de extraño.

– ¿Ese tipo de medidas permanentes generan más daño al sector?

– El sector es neutro en esto. El daño no es la decisión, es la incertidumbre ante la decisión, porque hasta que la decisión se toma el sector espera y, cuando este sector espera, no invierte.

– Han sido cautelosos respecto al hidrógeno verde, ¿hay algún plan, al menos en Chile, de hacer una inversión relevante?

– Todo lo que estamos hablando acerca de hidrógeno verde se basa sobre una hipótesis, que el hidrógeno verde se pueda generar a un coste competitivo. Estamos enfocados en cómo concretar la hipótesis, trabajar hasta que este coste de producción del hidrógeno verde sea barato, como mínimo, como el hidrógeno gris

– ¿Y cuánto cree que falta para saber eso?
Si en tres o cinco años el coste de generación de hidrógeno se reduce en 30%-40%, es una señal de que lo puedes lograr. Pero si en tres años se mueve 5%, déjalo. No todas las tecnologías nuevas son de éxito.

Fuente: Diario Financiero

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