Shale Gas: Un recurso polémico

30 noviembre, 2015
shale gas
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Según la Energy Information Administration (EAI), Chile posee 49 billones de pies cúbicos de gas de “esquisto” en la cuenca de Magallanes.

El shale gas está en medio de una enorme discusión en relación a sus impactos medioambientales. Pero en vista de la futura declinación en la producción del petróleo, los países han adquirido un mayor compromiso por este recurso controversial.

Rodrigo López
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En una reciente charla Ted, la periodista e investigadora canadiense Naomi Klein, señaló que la escasez de petróleo y ambición humana está forzando la naturaleza al explotar hidrocarburos con un mayor compromiso del medio ambiente, a mayor profundidad, con técnicas cada vez más riesgosas y a un altísimo costo.

La investigadora se refería así a las últimas prospecciones de gas de esquisto (shale gas), que se estaban desarrollando en Norteamérica, y que han permitido que Estados Unidos haya roto una tendencia histórica: por primera vez llegó a la cima de los países productores de petróleo y ya está en condiciones de satisfacer el 90% de sus necesidades energéticas de forma independiente.

Y es que a grandes rasgos, el shale gas es un recurso polémico y controversial a nivel mundial y particularmente, en ese país. Recientemente, una corte federal acogió una demanda de productores de shale gas, señalando que las regulaciones que pretendía imponer la administración Obama se superponían a las regulaciones locales, y por ende, complicaban y bloqueaban la producción.

La noticia alegró a los productores y devastó a los ambientalistas, quienes temen que el uso de químicos pueda tener serias consecuencias en el medio ambiente, sobre todo pensando en que el 90% de la explotación se realiza en zonas de propiedad pública, en las inmediaciones de algunos parques nacionales, como Glacier National Park, White River National Forest y George Washington National Forest, entre otros.

De acuerdo a Greenpeace, los “frackers” tienen 30 millones de acres (121.405 km2) concesionados para exploración y explotación, y están gestionando con las autoridades para obtener otros 200 millones (809.371 km2, más de todo el territorio de Chile continental) cerca de tierras protegidas.

Como es sabido, el fracking es un boom en Estados Unidos. Pero los ambientalistas temen que el proceso productivo contamine cursos de agua y amenace la vida silvestre. En efecto, el shale gas se produce a partir de la roca de esquisto, formación de roca sedimentaria que contiene petróleo y gas, pero al ser una roca tan impermeable y las concentraciones de hidrocarburos están tan dispersas, que se hace imposible rescatarla económicamente con métodos convencionales.

Es por eso que se hace necesaria la aplicación de nuevas tecnologías. Básicamente, la forma de obtener el petróleo a partir de la roca de esquisto consiste en inyectar agua y químicos a alta presión, con el objetivo de fracturar la roca y liberar el hidrocarburo contenido en ella hacia la superficie. A partir de este éxito tecnológico estadounidense en la exploración y explotación del shale gas, diversos países comenzaron a mirar con interés esta técnica de explotación a fin de fortalecer el abastecimiento energético local.

En el ojo del huracán

A partir del año 2010, el gas de esquisto tuvo un auge comercial importante, sobre todo en Estados Unidos. Pero también es un recurso natural que ha despertado resquemores en países como Francia y Canadá.

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El año pasado, el primer Ministro David Cameron arengó a su país con la frase “vamos por el shale gas” (“all out for shale”), para incentivar el desarrollo de esta industria.

Uno de los ejemplos más notables de convencimiento a favor del shale gas vino del Reino Unido. El año pasado, el primer Ministro David Cameron arengó a su país con la frase “vamos por el shale gas” (“all out for shale”). Una manera de incentivar el desarrollo de esta industria en el país europeo y así generar una revolución energética en dicha nación.

En cifras, el Servicio Geológico Británico (BGS) ha estimado que tal vez 1.300 billones de pies cúbicos (37 billones de metros cúbicos) de gas de esquisto yacen en el norte de Inglaterra. A su vez, estimaciones del BGS sostienen que si el 10% del shale gas británico fuera recuperable, podría abastecer entre 40 y 50 años de consumo de gas en ese país.

Sin embargo, grupos ecologistas como Greenpeace, han detenido bandera en mano la perforación exploratoria en diversas zonas. ¿Razones? Geológicamente, a la extracción de este tipo de gas, se le acusa de ser responsable de al menos dos sismos en Gran Bretaña, supuestamente producidos por la perforación de la empresa Cuadrilla, lo que ha permitido el surgimiento de varios grupos de protesta locales (en México se creó una comisión investigadora para determinar su una serie de inéditos temblores en Monterrey fueron o no producidos por los frackers).

Así las cosas, los británicos, en conjunto, son reticentes sobre el tema: las encuestas del Departamento de Energía y Cambio Climático muestran que menos de una cuarta parte de la población está a favor del fracking, mientras que el 44% está ni a favor ni en contra.

La razón que prima en esta percepción es que gran parte del shale gas británico se asienta debajo de zonas densamente pobladas. En el norte del país, el esquisto se puede encontrar en las grandes ciudades, valiosas tierras agrícolas y parques nacionales.

En tanto, en Canadá, un reciente estudio demostró que los yacimientos de extracción en Quebec sufren de fuertes emanaciones de gas, lo que despertó un fuerte rechazo de la población local hacia esta industria. La Natural Gas Supply Association (NGSA), uno de los gremios locales, señala que no se puede confirmar que la contaminación se deba a las actividades de fracking.

¿Qué pasa en Latinoamérica?

En Argentina, la explotación del shale gas es impulsada por la petrolera nacional Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) en conjunto con firmas privadas locales y extranjeras, entre ellas Chevron.

Se cree que el país reúne las condiciones para presenciar el próximo “shale boom”, éxito en la explotación comercial del gas de lutitas. Ello le brindaría no solo la posibilidad de autoabastecerse energéticamente, sino también convertirse nuevamente en exportador de gas. Mientras que México tiene gas y petróleo en aguas profundas y ultraprofundas, así como en campos de lutitas y campos maduros, pero hoy en día sólo Petróleos Mexicanos (Pemex) puede explotarlo.

En Chile, según el último informe de la Energy Information Administration (EAI), se estima que posee 49 billones de pies cúbicos de gas de “esquisto” y 2,4 millones de barriles de reservas de petróleo de esquisto recuperables en la cuenca de Magallanes.

Ante este escenario, se espera que a fin de año haga su arribo a los puertos nacionales el primer embarque de shale gas proveniente desde Estados Unidos, gracias a un acuerdo que plantea la cooperación y promoción del desarrollo de gas no convencional, apoyo en materia regulatoria, entre otros aspectos, en el marco del plan en el que participó la Empresa Nacional del Petróleo (Enap) y British Gas.

Un acuerdo que tiene como objetivo aumentar la presencia del gas natural en la matriz energética, que actualmente no supera el 16%, y que tiene a Enap como el principal promotor de la comercialización de shale gas.

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