Petróleo: El pulso de un mercado convulsionado

13 julio, 2020
Petróleo (ilustración: fabián rivas)

La crisis sanitaria del Covid-19 ha hecho tambalear a todos los sectores y mercados productivos. El petróleo ha sufrido los mayores embates, cuya industria podría continuar envuelta en la incertidumbre tras el rebrote de los contagios.

Por Daniela Tapia
Revista Nueva Minería y Energía
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El 20 de abril de este año será una fecha difícil de olvidar. Seguramente quedará registrada en la historia para los productores del crudo estadounidense, WTI. ¿La razón? Ese día el valor del combustible se desplomó y cayó hasta los US$ -38, el nivel más bajo desde que la Bolsa Mercantil de Nueva York (Nymex) abrió el comercio de futuros de petróleo en 1983.

Fueron horas de pánico para la industria petrolera estadounidense que vio cómo pasadas las 14:00 horas de ese día, el valor del barril de petróleo se derrumbaba.

Tan impresionante fue la caída que implicó que inversionistas con posiciones largas en petróleo, estuvieran dispuestos a pagar a quién se lo llevara, pues de lo contrario habrían estado forzados a recibir la entrega física de petróleo sin tener disponibilidad para almacenarlo. En otras palabras, los productores tuvieron que pagar a los almacenistas para que les quitaran barriles.

La sacudida en Estados Unidos también afectó el precio del crudo Brent, de referencia en Europa y en el resto del mundo. Pero lo sucedido ese histórico día refleja las dificultades que ha estado experimentando el negocio petrolero mundial.

A comienzos de año, los precios del petróleo venían decreciendo como consecuencia de un exceso de producción y de la caída de la demanda en China, que tuvo que ralentizar su actividad económica para afrontar la crisis del Covid-19.

Esta situación se agravó en marzo cuando Rusia se negó a acceder a una propuesta de Arabia Saudita, en el marco del grupo conocido como OPEP+ (conformado por los países de la OPEP más otros productores no miembros) para reducir la producción en 1,5 millones de barriles al día y así intentar apuntalar los precios.

Tras el fracaso de esas negociaciones, el país árabe inició una guerra de precios contra Moscú y anunció un aumento de su producción. Luego de una mediación del gobierno de Donald Trump, el 12 de abril los países de OPEP+ acordaron reducir en 10% la producción mundial de crudo a partir del 1 de mayo.

Pese a esta noticia, el mercado estimó que los recortes anunciados ayudaban, pero no eran suficientes para equiparar la enorme caída de la demanda que para el mes de abril había disminuido en un promedio de 23,7 MM bbl/d (millones de barriles/día).

Por ello, la OPEP y OPEP+ se reunió el 6 de junio, comunicando su decisión de mantener sus niveles de recorte definidos para mayo y junio de 9,7 MM bbl/d por un mes más, es decir julio, y no bajarlos a 7,7 MM bbl/d que establecía el acuerdo previo de abril.

Desde la Empresa Nacional del Petróleo (ENAP) valoraron la noticia, señalando que si bien el día del anuncio los precios no subieron, la noticia ya estaba implícita en éstos, los cuales habían reflejado un alza importante durante toda la semana previa al nuevo acuerdo.

“Una de las razones por las cuales los precios tampoco continuaron subiendo fue por declaraciones posteriores a la reunión por parte de Arabia Saudita, donde indicó que junto a Emiratos Árabes Unidos y Kuwait, no continuarían realizando recortes adicionales a sus cuotas ya programadas bajo el acuerdo OPEP+”, indicaron en ENAP.

Para Cristián Echeverría, director del Centro de Estudios en Economía y Negocios de la Universidad del Desarrollo (UDD), el nuevo acuerdo resulta valorable, ya que tiene como propósito reducir coordinadamente la producción entre los miembros del cartel, y así estabilizar los precios del petróleo en un contexto de demanda deprimida y capacidad de almacenamiento prácticamente copada.

“Sin duda, contribuirá a estabilizar el precio y ordenar la producción de los países miembros, aunque surge la preocupación de que el recorte adoptado pueda ser insuficiente para impedir nuevas caídas de precios”, dice el experto.

El golpe letal

¿Pero cómo se llegó a esto? La crisis sanitaria del Covid-19, que tuvo su punto de origen en China, se extendió a todos los rincones del mundo. Ello desencadenó que la demanda en torno al consumo de petróleo cayera a niveles sin precedentes.

Y es que durante los últimos meses, prácticamente todo el planeta ha estado en cuarentena producto de la pandemia. Las personas en sus casas han dejado de trasladarse en vehículos, mientras que la industria aeronáutica comercial se mantiene operando al mínimo y muchas industrias han enviado a sus trabajadores a confinarse.

Se trata, sin lugar a dudas, de un complejo escenario que también ha impactado duramente a los presupuestos fiscales, principalmente de los países productores de este combustible. Pues éstos han sido doblemente afectados por una disminución de sus ingresos, dado el menor precio del barril de crudo, y además se han visto presionados por el mayor gasto público fruto de la pandemia. Y a este lado del continente los efectos se han sentido con fuerza.

El caso más dramático es Venezuela, ya que además de sufrir por la caída de los precios, toda la industria de oil & gas está sujeta a las sanciones de Estados Unidos.

“La crisis ha llegado a tal nivel que, en lo que va de junio, sus exportaciones de crudo han caído a 325 mil barriles por día (bbl/d) desde 1,4 MM bbl/d antes de las sanciones, a principios de 2019, y sus refinerías operan a tasas de utilización cercanas al 10%, por lo que han recurrido a hacer negocios con Irán para abastecerse de productos refinados, así como de repuestos y mano de obra para la mantención de sus refinerías”, aseguran en ENAP.

En Chile el panorama parece ser diferente. Al ser un país importador de crudo podría resultar beneficiado. Así lo cree la economista jefe de Dominus Capital y experta en el mercado de combustibles, Michèle Labbé, quien enfatiza que Chile es un tomador de precios, y por tanto, mientras no se recupere la demanda mundial de petróleo, el país debería seguir gozando de la baja de precios que se ha observado en el mercado en los últimos meses.

Una opinión distinta tiene el director del Departamento de Ingeniería Eléctrica de la Universidad de Santiago, Humberto Verdejo, quien afirma que el país no ganaría demasiado. Esto se debe, según el académico, a que el precio final del combustible a los consumidores está regulado por el Mecanismo de Estabilización de Precios de los Combustibles (MEPCO), por lo que en el corto plazo no se podrán percibir las bajas en el precio del crudo.

En lo que sí existe consenso es que los pronósticos en torno a los indicadores económicos, no son los mejores. Los análisis concuerdan en que Chile sufrirá una caída del PIB cercana al 7% durante el presente año, lo que ha obligado a desplegar las política monetaria y fiscal con intensidad, para así mitigar parcialmente la pérdida de empleos y producción que ya se está haciendo realidad ante la contingencia sanitaria.

Como resultado de las medidas de emergencia que se han tomado, Cristián Echeverría considera que es previsible que la deuda pública aumente desde el 30% al 40% del PIB durante los próximos tres años. “Esto está dentro de los rangos sostenibles para un país como el nuestro”, dice el economista de la UDD.

Por otro lado, el exsubsecretario de Economía y actual economista senior en Libertad y Desarrollo, Tomás Flores, agrega que la recesión también ha derivado en una caída en la demanda por refinados de entre 30% y 40%.

“Ello ha forzado a ENAP a adecuarse a dicha condición de mercado, lo cual debería normalizarse lentamente cuando nuestra economía comience a abrirse”, comenta el especialista.

¿Un futuro incierto?

Si bien durante fines de mayo y comienzos de junio algunas economías del mundo comenzaron un proceso de reapertura paulatina, la amenaza del Covid-19 está lejos de desaparecer tras producirse un rebrote de los contagios en las últimas semanas, situación que repercute en el mercado del petróleo.

En Estados Unidos, por ejemplo, los casos de Covid-19 continúan aumentando y la demanda de gasolina se desplomó durante el feriado clave del Día de los Caídos (Memorial Day). Mientras que los mercados de diésel en América y Europa también están marcando debilidad, lo que podría delinear un largo camino hacia la recuperación.

En ENAP, en tanto, destacan que con las actuales proyecciones de demanda se provocará una inflexión en los próximos meses, pasando de una sobre oferta a un déficit de crudo a nivel mundial durante el segundo semestre de este año, es decir, se espera que la producción de crudo sea menor a la demanda.

“Si bien esto es una señal positiva que sugiere una reactivación de la demanda y una reacción de la oferta más en línea con el contexto de mercado; aún se mantienen grandes volúmenes de inventarios, tanto de crudo como de productos refinados, los que lentamente serán drenados durante los próximos meses, presionando y manteniendo los márgenes de refinación y los precios del crudo en sus niveles actuales”, expresan en la estatal.

De esta manera, las proyecciones de precios promedio para 2020, analizadas por la compañía, rondan los 40-45 US$/bbl para el marcador Brent y 37-40 US$/bbl para el marcador WTI. Sin embargo, estos valores podrían empeorar si se extienden las cuarentenas ante nuevas olas de contagio, que gatillen nuevos cierres y bajas de demanda por períodos significativos de tiempo.

Particularmente, el directorio de ENAP decidió tomar cartas en el asunto para sobrellevar esta difícil situación. ¿La finalidad? Asegurar el abastecimiento de combustibles para el país y minimizar las pérdidas.

Entre las medidas adoptadas por la compañía resalta la reducción de inversiones en un 40%, es decir, por más de US$200 millones; la detención en la perforación de pozos hasta que los precios aseguren su rentabilidad; la renegociación de costos de contratos, entre otras iniciativas dadas a conocer en su informe de resultados del primer trimestre.

¿Qué se espera en un futuro próximo? En opinión de José Miguel Cruz, académico adjunto de Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile, hay dos palabras que permanecerán por un buen tiempo en la escena mundial. Estas son volatilidad e incertidumbre.

“Posiblemente algunas actividades se recuperen más rápidamente que otras. Prácticas que no involucren contacto social importante aumentarán, por ejemplo, viajes en automóvil y actividades recreativas, aprovechando el mejor tiempo del hemisferio norte”, indica el docente.

Aunque, en general, las expectativas no son muy optimistas. De acuerdo a Michèle Labbé, se podría esperar, con mucha esperanza, que para fines de este año el mundo ya cuente con una vacuna y ello signifique un cambio en el rumbo de la pandemia, y por ende, del crecimiento económico mundial.

“No obstante, dada la profundidad de la crisis, el mundo se va a demorar en recuperar sus niveles de producción previos a la crisis, en al menos un año, siendo positivos”, vaticina la economista.

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