“Octopus” en el centro de la polémica

26 agosto, 2016
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Proyección del terminal de GNL Penco Lirquén. (Imagen: gnlpenco.cl)

Es una de las iniciativas que ha copado la discusión en materia energética. El proyecto que involucra un terminal marítimo de GNL en la bahía de Concepción y una central termoeléctrica en Bulnes, provoca discrepancias sobre las consecuencias ambientales y la finalidad de la inversión.

Camila Morales
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La “capital de la energía de Chile”. Así es definida por el ministerio de la cartera la Región del Bío Bío, al concentrar la mayor capacidad de generación eléctrica instalada del país, con 4.785 MW al 2015. Esta zona también es un importante polo de refinación de petróleo y cuenta con un gasoducto binacional que transporta gas natural desde Argentina a Chile.

Pero hay más. Dos nuevos mega-proyectos ya comienzan a desarrollarse en la región, confirmando de esta manera la fama energética de la zona. A la reciente aprobación ambiental del terminal de gas natural licuado GNL Penco-Lirquén de la empresa Biobío Genera, se suma la central termoeléctrica “El Campesino”, desarrollada en la comuna de Bulnes por la misma empresa y que también logró luz verde hace sólo unas semanas.

El terminal de GNL Penco-Lirquén, conocido popularmente en la zona como “Octopus”, ha generado polémica entre los habitantes de la región. Diferentes organizaciones ven con desconfianza la instalación de este terminal por las consecuencias ambientales que podría tener, sobre todo considerando los altos niveles de contaminación que ya existen en la zona, lo que incluso llevó al Ministerio de Medio Ambiente a declarar al Gran Concepción como “zona saturada” a mediados del año pasado. Una resolución que afecta a 10 comunas, incluyendo a Penco, precisamente donde se ubicará el cuestionado proyecto.

No obstante, la empresa se defiende, destacando que el proyecto tendrá una “producción limpia”, y que incluso permitiría disminuir las emisiones de material particulado que hoy afectan a Penco.

Desde la Coordinadora Tomecina señalan que la aprobación de “Octopus” refleja la falta de respecto sobre la soberanía territorial. (Foto: Felipe Vidal)

Desde la Coordinadora Tomecina señalan que la aprobación de “Octopus” refleja la falta de respecto sobre la soberanía territorial. (Foto: Felipe Vidal)

El GNL en disputa

“Octopus” (pulpo en español), era el nombre que inicialmente iba a recibir el proyecto en alusión al apodo que tenía un portero de fútbol de la región. Pero el nombre fue finalmente cambiado por la empresa mandante, debido a las connotaciones negativas que la iniciativa podía adquirir.

Sin embargo, “Octopus” sigue siendo el nombre con que comúnmente se conoce a este proyecto de GNL que en 2013 entró en tierra derecha. Así lo explican desde la Coordinadora Tomecina, organización que junto a otras coordinadoras territoriales, clubes deportivos, uniones comunales y juntas de vecinos, están en desacuerdo con el desarrollo de esta iniciativa.

“Desde 2013, organizaciones sociales y ciudadanas realizaron críticas al proyecto a través del Servicio de Evaluación Ambiental, mientras la empresa retiró y reingresó su proyecto, realizando modificaciones tecnológicas sucesivas y buscando respaldo académico en universidades y centros de investigación de la región”, afirma Pablo Muñoz, representante de la Coordinadora Tomecina.

Luego de esas modificaciones, el Terminal GNL Penco- Lirquén finalmente quedó como un proyecto que considera la construcción y operación de un terminal marítimo de GNL, que se conectará al gasoducto binacional que conecta a Chile con Argentina (“Gasoducto del Pacífico”) por medio de tramos submarinos y subterráneos. Con una inversión estimada en US$ 165 millones y una capacidad de regasificación de un máximo de 15 millones m3/día, el proyecto entraría en operación en 2019.

Juan José Gana, director Ejecutivo de BíobíoGenera, afirma que “el terminal de GNL será un aporte a las soluciones de fondo que requiere la región”. (Revista Nos de Concepción)

Juan José Gana, director Ejecutivo de BíobíoGenera, afirma que “el terminal de GNL será un aporte a las soluciones de fondo que requiere la región”. (Revista Nos de Concepción)

De acuerdo a lo señalado por Juan José Gana, director Ejecutivo de Bíobío Genera, el terminal estará a una distancia de 1,7 kilómetros de la costa, y será un terminal abierto a cualquier empresa que contrate capacidad de regasificación.

“La principal contribución es que permitirá el abastecimiento seguro de gas natural para la actividad industrial y eso permitirá disminuir las emisiones de material particulado que hoy afectan a Penco y a las principales ciudades de la región”, asegura el ejecutivo de la empresa.

Pero desde la Coordinadora Tomecina cuestionan el estándar de desempeño ambiental que tendrá el terminal de GNL, dudando de lo que dice la compañía respecto a los impactos que tendrá la iniciativa.

“Que el gas es energía limpia es absolutamente falso, ya que hay que sólo ver su procedencia y su método de extracción, que es el fracking o fracturación hidráulica, método que cada día suma más detractores por su contaminante proceso de extracción. Bíobío Genera indica que es una empresa que traería energía ‘limpia’ a la región. Una simple falacia ya que el gas natural, como todo combustible fósil, es altamente contaminante”, advierten desde la coordinadora.

Sin embargo, pese a la oposición y a las manifestaciones que se organizaron en la zona para rechazar la iniciativa, a fines de junio la Comisión de Evaluación Ambiental Regional aprobó por una unanimidad el proyecto, dando luz verde a su desarrollo.

Desde Bíobío Genera defienden la aprobación, recalcando que en la etapa previa a la evaluación ambiental, la compañía dialogó “con opositores y con líderes sociales de la zona” para conocer sus aprensiones. “Ello derivó en cambios importantes en la ingeniería y que fueron incluidos en el estudio de impacto ambiental”, asegura el director Ejecutivo de la empresa.

En relación a las modificaciones que se le hicieron al proyecto, Bíobío Genera destaca el reemplazo del uso de cloro para la regasificación y la disminución del uso de agua de mar. El proceso consistiría en sustituir el cloro por un sistema de ionización de ánodos de cobre, similar al que se usan en piscinas para mantener su calidad de agua.

“En la medida que se conozca el real impacto de este proyecto tanto los opositores como la comunidad en general podrá ponderar adecuadamente los aspectos ambientales”, señala Juan José Gana.

Pero la posición de la empresa no logra convencer a los opositores, quienes aún lamentan la aprobación oficial de la iniciativa. “Hoy Chile cuenta con una ley ambiental hecha a la medida para aprobar proyectos. Un ejemplo claro es ‘Octopus’, que fue aprobado teniendo consultas de algunos servicios, instituciones y personas que no fueron respondidas”, dice el vocero de la Coordinadora Tomecina.

Central “El Campesino”

Pero el Terminal GNL Perco-Lirquén no es la única iniciativa de la empresa que genera polémica. El proyecto El Campesino, una central termoeléctrica de 640 MW emplazada en la comuna de Bulnes y aprobada en agosto pasado por la Comisión de Evaluación Ambiental del Biobío, también tiene opiniones divididas.

Para José Luis Arumi, hidrólogo e investigador del Centro CRHIAM de la Universidad de Concepción, por un lado es positivo que este proyecto signifique sumar un nuevo actor al mapa de generadoras.

Para José Luis Arumi, hidrólogo e investigador del Centro CRHIAM de la U. de Concepción, es “importante mantener un control ambiental sobre la planta” termoeléctrica. (Foto: Universidad de Concepción)

Para José Luis Arumi, hidrólogo e investigador del Centro CRHIAM de la U. de Concepción, es “importante mantener un control ambiental sobre la planta” termoeléctrica. (Foto: Universidad de Concepción)

El experto explica que inicialmente la central consideraba usar un importante caudal para el enfriamiento de la planta térmica, pero al estar agotado el río Diguillín, en cuanto al otorgamiento de derechos superficiales y al no poder obtener ese caudal desde pozos profundos, la empresa optó por usar enfriamiento por aire.

“El uso de enfriamiento por aire es una innovación que minimiza el impacto de este tipo de plantas sobre los recursos hídricos, pero posiblemente la haga más ruidosa (…). Sí comparto la queja de algunos agricultores en el sentido que el emplazamiento de la planta podría haber sido más a la carretera, en lugares con menor actitud agrícola y no sobre uno de los mejores suelos de la zona”, explica José Luis Arumi.

¿Podrán conciliarse las distintas visiones sobre un mismo proyecto? Para el director Ejecutivo de BíobíoGenera el terminal de GNL “ha generado aprensiones ambientales que entendemos y que nos desafían a explicar mejor el proyecto. Para los opositores existe el temor a que afectaremos la Bahía de Concepción y eso no es real”, asegura.

Sin embargo, las agrupaciones y organizaciones que rechazan estas iniciativas no se resignan. Las manifestaciones en contra de “Octopus” han continuado en la zona, sumando incluso acciones legales ante los tribunales de justicia, como los recursos de protección que presentaron la asociación indígena Koñintu Lafken Mapu Penco, y las municipalidades de Penco y Tomé contra el SEA y la Comisión de Evaluación Ambiental del Bío Bío, por haber finalizado la consulta indígena de manera “arbitraria e ilegal”.

“Hay que evidenciar por cualquier vía posible que se han cometido faltas administrativas graves, y la Corte debiera dar las garantías que como ciudadanos podemos exigir nuestros derechos. El SEA no puede hacer lo que quiere, respondiendo a presiones políticas y empresariales”, recalcan desde la Coordinadora Tomecina.

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