Minería en Sudáfrica: cara a cara con sus fantasmas

25 abril, 2017
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Una mina de oro, en Sudáfrica. (Foto: Gainesville)

Una mina de oro, en Sudáfrica. (Foto: Gainesville)

Una mina de oro, en Sudáfrica. (Foto: Gainesville)

La baja del precio de las materias primas ha golpeado fuertemente en todo el mundo. Pero uno de los mayores impactos lo ha recibido Sudáfrica, cuyo sector minero tambalea por la falta de competitividad, el incremento del precio de la energía eléctrica, conflictividad social y la baja productividad.

Daniela Tapia
Revista Nueva Minería y Energía
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No hay duda que el sector minero ha tenido una gran importancia para el desarrollo de la economía sudafricana desde finales del siglo XIX. De hecho, Sudáfrica es uno de los países con mayores reservas de minerales a nivel mundial, y cuenta con la industria más desarrollada y diversificada del continente. En la actualidad, existen cerca de 1.758 minas operativas en el país.

Desde que se descubrió oro en Sudáfrica, en la década de los ‘70 del siglo XIX, el país ha producido más de 2.000 millones de onzas de oro, aproximadamente la mitad de todo el oro que está sobre la superficie. Y las autoridades del país africano creen que hay otros 2.000 millones esperando en el subsuelo a ser extraídos.

Pero la riqueza y brillo de este sector productivo está lejos de la realidad que experimenta la industria actualmente en esta nación africana. Hoy, la minería representa el 8% del PIB del país, un porcentaje cada vez menor a medida que la economía se va diversificando.

Y es que es sabido que la industria minera está atravesando por un momento complejo. A nivel mundial, el precio de las materias primas ha disminuido notablemente en los últimos años, en algunos casos entre un 30 y un 40%. Un panorama que ha golpeado fuertemente a Sudáfrica, a lo que se suma la falta de competitividad de su rubro minero -muchas de las minas en Sudáfrica son muy antiguas y muy profundas-, el aumento de los salarios, el incremento del precio de la energía eléctrica, conflictividad social y la baja productividad.

Es más. En el último trimestre de 2015, el sector de la minería empleaba a 462.000 personas en el país. Cifra que representa una caída de 29.000 personas ó un 5,9% comparado con las 491.000 personas empleadas en el último trimestre de 2014.

¿Las razones de este fenómeno? Para algunos expertos, la reducción del número de empleados es un reflejo indirecto de la difícil situación que vive la industria, atrapada entre el aumento de los costos, que han crecido a un ritmo mayor que el de la inflación, y la caída en el precio de las materias primas, lo cual ha contribuido a una reducción de los ingresos en el país.

Más piedras en el zapato

Pero el país africano no sólo ha debido lidiar con este problema. Otro de sus mayores fantasmas es la gran cantidad de minas de oro abandonadas que han provocado la contaminación y toxicidad del ambiente en el que están insertas.

El yacimiento de oro de Mponeng, ubicado al suroeste de Johannesburgo, en Sudáfrica, es considerada como la mina más profunda del mundo, al operar a casi 4.000 metros bajo la superficie.

El yacimiento de oro de Mponeng, ubicado al suroeste de Johannesburgo, en Sudáfrica, es considerada como la mina más profunda del mundo, al operar a casi 4.000 metros bajo la superficie.

Tan grave es el problema que el Ministerio de Recursos Minerales de Sudáfrica (DMR, por sus siglas en inglés) maneja un listado de 6.000 minas “abandonadas y sin propietario” que, con los años, se han convertido en un problema para el gobierno debido a la desaparición de sus propietarios.

Y es que el abandono ambiental de la actividad minera ha dejado huellas difíciles de borrar. Las cifras avalan esta realidad. Según la Cámara Minera de Sudáfrica, en 2013 las empresas mineras produjeron 562.000 veces más residuos que oro. Diez años antes esa cifra era de 212.000, muy inferior a la mitad. Algunos especialistas centran la explicación de este fenómeno en el agotamiento del oro en Sudáfrica y en las reservas, que se encuentran a varios kilómetros bajo tierra.

Otro de los retos que debe enfrentar Sudáfrica es la necesidad de importar maquinaria que le permita seguir explotando sus minas al ritmo que dicta el mercado, ya que en el conjunto del país apenas existen fábricas para este tipo de maquinaria.

Sin embargo, la demanda de maquinaria para explotaciones mineras se ha visto frenada en los últimos años por un factor principal: la depreciación del rand, la moneda sudafricana, así como la incertidumbre que rodea a la variación del tipo de cambio en el futuro. De ahí que los productos procedentes de Europa o Estados Unidos se han encarecido significativamente durante el último año, haciéndolos menos atractivos para las empresas sudafricanas.

¿Qué hacer frente a un escenario desolador? Un primer paso que se ha dado para reactivar la economía sudafricana y particularmente el sector minero, ha sido la puesta en marcha del BBBEE (Broad-Based Black Economic Empowerment), un conjunto de políticas, leyes y acciones de “discriminación positiva” que pretenden favorecer a la comunidad negra sudafricana, entendiendo como tal al grupo formado por comunidades históricamente desventajadas como los nativos africanos, chinos mestizos e hindúes.

¿El fin? Integrar activamente a empresarios y trabajadores negros sudafricanos en la economía privada mediante la transferencia de propiedad, gestión y control de funciones empresariales. Una iniciativa que representa una luz de esperanza para el inestable sector minero sudafricano.

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