Los ejecutivos clave en la historia del proyecto Dominga

27 marzo, 2017
proyecto_dominga_003

Imagen virtual del proyecto Dominga (Imagen: Andes Iron)

(Imagen: Andes Iron)

(Imagen: Andes Iron)

Iván Garrido, Pedro Ducci y los hermanos José Luis y Pablo Délano Méndez han tenido -y/o tendrán- un rol crucial en las distintas etapas del proyecto minero de la familia Délano. La iniciativa -que involucra una inversión de US$ 2.500 millones- deberá esperar la decisión del Comité de Ministros.

Trece días después de que la Comisión de Evaluación Ambiental de Coquimbo votara en contra el proyecto minero Dominga, la empresa Andes Iron, dueña del proyecto de US$ 2.500 millones, fue notificada oficialmente del rechazo. A partir del miércoles, comenzaron a correr los 30 días hábiles con los que cuenta la firma para presentar una reclamación ante el Comité de Ministros. En la compañía -controlada por la familia Délano- saben que el escenario no es fácil y están conscientes de que se trata de una decisión política compleja para el gobierno. Tanto como lo fue HidroAysén para la administración Piñera; en la firma esperan, eso sí, que el tema quede zanjado en este gobierno y no se repita lo que ocurrió con el megaproyecto hidroeléctrico del sur, cuyo pronunciamiento el gobierno anterior “chuteó” a la administración Bachelet.

Por estos días, los ejecutivos que han sido clave en el desarrollo del proyecto, junto a los asesores legales de la compañía, analizan las 2.686 páginas del expediente de evaluación ambiental y definen cuál será la mejor estrategia legal para presentar la reclamación al Comité de Ministros.

El padre del proyecto

A Iván Garrido (58) se le conoce como “el padre” de Dominga. El geólogo estuvo en la génesis del proyecto y hoy es el presidente ejecutivo de Andes Iron. A inicios de los 2000, Garrido era el gerente general de Latin American Copper (LAC), una firma junior listada en la Bolsa de Londres, creada únicamente con fines exploratorios y que no tenía proyectos. Con un capital inicial de US$ 250 mil, LAC comenzó a explorar la Cordillera de la Costa, entre La Serena y Copiapó. El distrito donde está emplazado Dominga, en la Región de Coquimbo, data de 1904; ahí se explotó la mina de hierro El Tofo, que da el nombre al distrito. Garrido decidió explorar ese lugar y cerca de ahí se encontró con una mina abandonada, sin dueño, llamada Santa Dominga, una veta pequeña, extinta, de oro y cobre. Nombraron Dominga al nuevo depósito, con un cambio en la definición conceptual: extraer cobre, oro y hierro, en ese orden.

Hicieron 12 sondajes, cada uno a un costo de US$ 350 mil de la época. No hubo resultados. Los accionistas tomaron la decisión de “matar” Dominga. Garrido insistió con el proyecto y viajó a Londres en busca de una nueva chance. Le autorizaron tres sondajes más. Los accionistas levantaron unos US$ 2 millones adicionales.

La primera perforación, en 2006, a 76 metros, reveló presencia de cobre, oro y hierro, pero los siguientes sondajes no arrojaron resultados auspiciosos. En 2007, todo el portafolio de LAC, incluido Dominga, se vendió a la australiana Tamaya Copper Group, en US$ 40 millones.

Garrido se independizó y formó la empresa junior Central Andes Resources. Se sumaron dos socios chilenos: Juan Paulo Bambach y Andrés Susaeta. Mientras trataban de asociarse con inversionistas australianos, se les acercaron dos ejecutivos de LarrainVial, Andrés Trivelli y José Antonio Jiménez.

Con LarrainVial, en 2009, formaron Minería Activa, administradora de fondos de inversión de minería temprana. Crearon un fondo especial para ello, Minería Activa Uno, para el cual se invitó a 31 inversionistas. Contactaron a distintos family office, el primero, el de Fernando Larraín Peña, socio de LarrainVial y dueño de Santa Carolina y Watt’s. El empresario conocía el sector, pues en los 80 había sido propietario de Minera Pudahuel, junto con Manuel Cruzat. Esa cercanía con el rubro y el entusiasmo de su hijo, Aníbal Larraín -que trabajaba en Minería Activa-, lo convencieron para entrar al negocio y aportar US$ 2 millones. Más tarde, al fondo también se incorporaron las familias Piñera y Garcés. Todos como inversionistas pasivos, ya que no participaban de la gestión.

Tamaya Copper, por esa época, evidenció problemas financieros y los socios de Minería Activa decidieron ir por sus activos, incluido Dominga. Pagarían US$ 4,7 millones, dinero que, entre el aporte de todos los inversionistas, no lograban reunir. Dieron, entonces, otro paso.

El arquitecto del modelo de negocios

Para levantar nuevos recursos, Andrés Trivelli contactó al family office de la familia Délano, Duero. Quien dirigía la plataforma de inversión del empresario Carlos Alberto Délano era Pedro Ducci (43), su yerno. Ingeniero civil industrial de la Universidad Católica y máster en Administración de Negocios en el Babson College (EE.UU.), Ducci es uno de los fundadores de Andes Iron y hoy su vicepresidente de Finanzas y Proyectos. Como tal, ha tenido un rol activo y clave en Dominga.

Fue él quien, tras ser contactado, llegó una tarde hasta las oficinas de LarrainVial. Preguntó de qué se trataba Minería Activa y quedó de volver al día siguiente. Regresó con la respuesta afirmativa de los Délano. De inmediato, el propio Ducci y Pablo Délano Méndez, hijo de Carlos Alberto Délano, tomaron un rol protagónico y entraron al directorio del fondo Minería Activa Uno.

Tras completarse los recursos necesarios, la treintena de inversionistas se hicieron de los activos de Tamaya y comenzó a insinuarse el potencial de Dominga. Los australianos habían perforado el lado sur y descubrieron que había posibilidades de que el yacimiento fuera bastante más grande de lo que habían pensado, pero con la crisis subprime enfrentaron problemas económicos y no pudieron hacer los análisis para confirmar los hallazgos.

En Minería Activa hubo una discusión: si invertir o vender. Finalmente, optaron por lo primero e hicieron seis sondajes más, con un resultado sorprendente: estimaron un target de 200 millones de toneladas, principalmente de hierro, algo de cobre y algo de oro.

Con esos antecedentes en mano, ahora sí tomaron la decisión de ‘pasar por caja’ y vender. En eso estaban cuando Ducci, en 2010, se acercó a Garrido y le manifestó el eventual interés que tendría la familia Délano de comprar el activo. Garrido había estado buscando un banco de inversión para vender el proyecto afuera y la administración estaba evaluando cómo iban a valorizar el activo.

Ese mismo año, un congreso de hierro tuvo lugar en Río de Janeiero, Brasil. Garrido asistiría junto con José Antonio Jiménez, quien finalmente no pudo ir. Sí se embarcó Ducci.

Durante dos días y tras largas caminatas por la playa de Copacabana, Garrido le fue contando a Ducci del negocio minero, las perspectivas, sus riesgos y el potencial económico de Dominga. Al regreso del congreso de Río, Ducci habló con los Délano y decidieron comprar el 100% de Dominga.

Las tratativas -que se prolongaron por cinco meses- tuvieron como epicentro las oficinas del estudio Philippi, los abogados de LarrainVial. Garrido, por un lado, representaba a Minería Activa y al fondo; mientras, nuevamente Pedro Ducci y Pablo Délano hacían dupla como contraparte de la negociación, acompañados de sus asesores legales, Juan Pablo Novoa y Pablo Mir.

Las posiciones distaban: LarrainVial pedía US$ 200 millones y Délano ofrecía US$ 50 millones. Finalmente, lo adquirieron en más de US$ 100 millones.

El precio estaba indexado a la cantidad de mineral que hubiera. Para estimar el volumen, Minería Activa contrató a la empresa SRK. La oferta, entonces, estaba condicionada al informe final de la consultora.

Las partes acordaron que si el volumen superaba las 140 millones de toneladas, Duero pagaría un determinado precio, un valor menor cancelaría si se confirmaban 140 millones de toneladas fijas y bajo los 140 millones, el negocio se caía. Estaba el factor Barrancones y estaban asustados.

El reporte de SRK indicó un volumen bajo 140 millones de toneladas, pero Minería Activa estimó que había un error y solicitó una contramuestra; finalmente, fueron 145 millones de toneladas y el negocio se concretó. Tras el cierre de la operación, la familia Garcés compró el 15% a Duero.

Los Délano le ofrecieron a Garrido irse a trabajar con ellos. Lo convencieron, tras una cena en el restaurante Happening. El fichaje gatilló la molestia de Leonidas Vial, porque le ‘levantaron’ a su ejecutivo.

Fue el comienzo de Andes Iron y significó, además, la mudanza de Ducci del family office a la nueva firma de la familia Délano.

A partir de entonces, jugó un papel central. Desarrolló y estructuró, junto a Garrido, el modelo de negocios de Andes Iron y, con ello, de Dominga.

Lo primero fue definir una estructura organizacional, donde Ducci asumió como CFO y Garrido como CEO. Se constituyó, también, el gobierno corporativo, directorio integrado por Carlos Délano Méndez, los abogados José Antonio Guzmán y Juan Pablo Novoa, además de José Antonio Garcés hijo, Ducci y Garrido.

El modelo de negocios definido por Ducci para Andes Iron ha ido mutando con el tiempo. Partieron no queriendo ser una compañía productiva, sino que con el objetivo de levantar valor, centrada, principalmente, en un negocio: exploración y prospección. El giro productivo, que es vender mineral, no estaba en la hoja de ruta.

Inicialmente, el modelo de negocios que Ducci y Garrido ‘vendieron’ a los Délano y a los Garcés consistía en tratar de acercarse al punto de máximo valor del proyecto, el que se ubicaba tras completar la etapa de factibilidad e ingeniería. Acto seguido, venderían el proyecto a una compañía minera.

La reflexión la hacían entre septiembre de 2013 y octubre de 2014, considerando los favorables números que mostraba el proyecto: lo habían comprado en unos US$ 100 millones y valía 10 veces más, y de los 145 millones de toneladas estimadas de mineral, ya eran 2.000 millones de toneladas que se calculaban con un mercado del hierro en alza. Entre 2011 y 2014 habían invertido más de US$ 250 millones.

Esas positivas perspectivas abrieron una discusión al interior de la familia Délano: si vender el proyecto o seguir invirtiendo en él con socios, a la espera de que su valor continuara aumentando.

Ducci y Garrido habían viajado a Estados Unidos a reunirse con bancos de inversión para discutir valores posibles y potenciales, y evaluar cómo venía el mercado a futuro.

En la familia Délano no había consenso, más bien hubo tensión: unos querían seguir y otros vender. Pedro Ducci estaba por seguir y sumar inversionistas extranjeros, aunque eso significara que la familia Délano tendría que diluirse. Los Garcés, que eran minoritarios, se sumarían a la mayoría.

La tesis de los que estaban en contra de seguir era que si vendían a una compañía grande, recuperarían la inversión y obtendrían una jugosa ganancia. Así, creían, los otros inversionistas tendrían más espaldas para enfrentar el largo y desgastante proceso de evaluación ambiental. Los que argumentaban a favor de invertir, entre ellos Ducci, pensaban que si hacían una buena gestión podían capturar a futuro US$ 10 mil millones, lo que implicaba entrar a las ligas mayores de la minería. Dominga, pensaban Ducci y Garrido, sería como lo que es Pelambres para los Luksic.

En ese escenario, la filial Andes Iron Exploración -donde los Délano tienen el 45%, Garrido otro 45% y los Garcés el 10%- también jugaría un rol. Iría sumando otros proyectos, lo que les permitiría crecer incorporando inversionistas extranjeros y empezar a producir, para, en una segunda etapa, listarse en Bolsa.

Toda esa definición aún no estaba zanjada cuando, en agosto de 2014, estalló el caso Penta y ahí no tuvieron otra opción que seguir en el negocio.

El sucesor

José Luis Délano Méndez (36) relevó a Pedro Ducci en la gerencia general de Duero. Si bien en el family office de la familia Délano también trabajan sus hermanos Pablo y Carlos, es José Luis quien lidera la oficina desde donde se monitorean las cuatro áreas de negocio en que invierte el grupo familiar -financiera, inmobiliaria, agrícola y minera- y donde se definen los lineamientos centrales de las futuras decisiones de inversión. El joven ejecutivo ocupa, además, cargos directorios en otras empresas del clan, entre ellas, Feria de Osorno.

Aunque no integra la mesa directiva de Andes Iron, José Luis Délano recibe información permanente sobre la evolución del brazo minero de la familia y junto a sus hermanos Pablo y Carlos será clave en determinar cómo y hacia dónde seguirá creciendo esa área.

Fuente: La Tercera

Noticias Relacionadas