La gran mentira de la innovación

23 noviembre, 2015
Roberto Mora

Roberto Mora

Es momento de que Chile entienda y adopte las mejores prácticas de un marketing tenaz, sino seguiremos exportando manzanas, cobre, maqui, harina de pescado y otros “grandes productos innovadores”.

Por Roberto Mora Cortez,
Director de Investigación, Centro de Marketing Industrial, Universidad de Chile
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En los últimos años un vocablo que ha llegado a ocupar un importante lugar en los debates de compañías industriales, es la innovación. Se han cultivado expertos, eventos especializados, fondos gubernamentales (e.g. FIC), programas académicos, entre otros. La verdad es que nada ha tenido un impacto real. En la práctica, los procesos de innovación abiertos terminan siendo juegos de creatividad.

He tenido la oportunidad de revisar los resultados de proyectos de “reconocidos gurús” y existen aspectos irrisorios. Se ha tergiversado tanto la innovación, que cualquier cambio, por ínfimo que sea, es llamado innovación. Por ejemplo, en un evento de alta magnitud empresarial, el gran caso de éxito de innovación era la modificación del diámetro del producto en cuestión. ¿De qué estamos hablando? La situación expuesta en el mejor de los casos era una mejora incremental.

A más de 10 años de la aplicación del royalty minero, sustento de los fondos FIC (Fondo de Innovación para la Competitividad), no ha cambiado nada.

Si analizamos el Índice de Complejidad Económica (2011) desarrollado por el Center for International Development de Harvard Business School, éste muestra paupérrimos resultados para Chile, y peor aún, las proyecciones no son auspiciosas. El índice específico de la complejidad de los productos exportados por nuestro país son comparables, en gran medida, a los de economías africanas.

Muchos especialistas utilizan el caso de Nokia, fundada en Finlandia como una empresa de celulosa en el año 1865, para explicar cómo se convirtió en una empresa de tecnología en telecomunicaciones, omitiendo un análisis de core competences, investigación de mercados e inteligencia de negocios.

Su proceso de cambio no fue intuitivo. Fue una necesidad (de mediano y largo plazo). Por lo tanto, para aspirar a desarrollar un proceso de innovación serio se requiere la implementación de un marketing estratégico, el cual debe liderar el desarrollo de productos y servicios. Así, estos avances derivarán en la optimización del conocimiento y tecnologías. En resumen, la innovación profunda y disruptiva no existe sin la presencia de marketing. Los CEO´s, entonces, deberán aprender marketing B2B.

Finalmente, el desafío es alcanzar una comprensión de mercado sustantiva, para luego aplicar este conocimiento en el desarrollo de productos y servicios de mayor complejidad. Por favor, no crea más en la mentira de la innovación, ya que por sí sola no cambiará nada. Es momento de que Chile entienda y adopte las mejores prácticas de un marketing tenaz, sino seguiremos exportando manzanas, cobre, maqui, harina de pescado y otros “grandes productos innovadores”.

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