La crisis mayor que viene en el SIC Norte

9 agosto, 2012
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09-08-2012 Pulso – Noticias
La demanda de energía en la zona que comprende las regiones de Atacama y Coquimbo se duplicará de aquí a 2018, debido al auge de proyectos mineros, principalmente de oro. El problema es que si hace dos años había cinco proyectos en carpeta para aumentar la capacidad hoy no hay ninguno. El riesgo de que la minería no se desarrolle por esto es muy alto

Suele decirse que el sistema eléctrico nacional necesita duplicar su capacidad instalada de aquí a diez años, para así poder hacer frente al alza de la demanda. Sin embargo, analizando zona por zona las urgencias no son las mismas en todas partes. Ejemplo claro es el SIC Norte, territorio que abarca desde Diego de Almagro, al norte de Copiapó, hasta Los Vilos, en la que la fecha no será 2022, sino mucho más pronto: 2018, según el último reporte de precio de nudo de la CNE. Es decir, apenas en seis años, esta verdadera “isla” dentro del SIC —la conexión con el resto del sistema es precaria— pasará a requerir el doble de energía, ventana de tiempo que, para el sector energético, es, literalmente, a la vuelta de la esquina.

Pero los plazos no calzan. Los proyectos que se estaban desarrollando han tenido muchas dificultades y no van a entrar en las fechas requeridas, y ni siquiera hay certeza de que lo hagan: Castilla, el mayor de ellos, se debate entre la vida y la muerte en tribunales, mientras que Punta Alcalde (Endesa) fue rechazado por la autoridad y deberá ser analizado por el Consejo de Ministros recién en diciembre… sin contar con Barrancones, Farellones o Cruz Grande, que se iban a levantar en Punta Choros, zona que no albergará ningún proyecto. Por ahora, sólo existe una central nueva en condiciones de iniciar obras: la unidad V de Guacolda. El problema es que su aporte será menor: 152 MW.

Un proyecto que no es de generación, pero que también está destinado a ampliar la disponibilidad en el SIC Norte es la línea de transmisión que está licitando el gobierno y que unirá este territorio con Santiago. Pero fue declarado desierto y vuelto a licitar, esperándose para fines de año el nombre del adjudicatario y el inicio del proceso de solicitud de concesiones.

Y, al igual que en el caso de las centrales, se ve muy difícil que logre estar disponible para 2018, cuando la demanda sea del doble que la que existe hoy.

Posiblemente, energía sí va a haber, creen en la industria, pero con diésel, que es caro e ineficiente y que disparará los costos para las mineras, generando efecto, además, en los clientes regulados. Esto, por cuanto los encarecimientos en los contratos, tras una vuelta larga, se reflejan en lo que paga el resto de los clientes.

La crisis se agrava si se tiene en cuenta la magnitud de los proyectos mineros que van a desarrollarse en la zona y que serán los que dispararán la demanda, generando un escenario similar al del SING: clientes libres (las mineras) con más peso que los regulados.

Entre estos proyectos mineros figuran El Morro, de Goldcorp y New Gold; Relincho, de Teck; Cerro Casale, de Barrick y una serie de iniciativas en el llamado cinturón de oro de Maricunga. Todos ellos suman una inversión de US$22.083 millones sólo hasta 2016, a lo que hay que sumar otros US$1.162 millones en Coquimbo, que también forma parte del sub sistema. Sólo la Tercera Región representa el 30% de toda la inversión minera que se va a materializar en el país (según cifras de la Comisión Chilena del Cobre y la Minería) en los próximos arios, y que en total, considerando desde 2012 y hasta más allá de 2016,llega a US$104 mil millones.

¿Qué ocurrirá entonces? ¿Habrá energía para estos proyectos? La respuesta es incierta, tanto desde el punto de vista de clientes como de proveedores. Para muchos, la situación de Castilla es clave: finalizada la ventana de conciliación abierta por la justicia, los pronósticos sobre la sentencia de la Corte Suprema son “50-50” entre aprobación o rechazo.

El optimismo no abunda, pero en los últimos meses se han abierto algunas alternativas como, por ejemplo, la instalación de terminales de gas no convencional, que son rápidas de levantar y que pueden contar con una oferta barata y permanente desde EEUU de cumplirse los pronósticos sobre la explotación a gran escala del shale gas.

“No creo que la sangre llegue al río en términos de suspender proyectos. Pero sí puede pegarle clarísimo a la minería en niveles de costos, no al punto de hacerlos inviables, pero sí con algunas demoras hasta que se aseguren fuentes confiables de energía”, afirma Juan Carlos Guajardo, director ejecutivo de Cesco.

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