La apuesta del G-7 por la descarbonización

16 junio, 2015
Producción de metales preciosos crece en Colombia y cae la del carbón en 2013

Primera recomendación de obras del nuevo gobierno eleva presencia del carbón en el SIC

Este proceso será largo y complejo y requerirá hojas de ruta detalladas con rediseños periódicos en función de nuevas tecnologías.

Según Jefrey D. Sachs, profesor de desarrollo sustentable y de políticas y gestión de salud, y director del Earth Institute Universidad de Columbia, la reciente

reunión del G-7 en Schloss Elmau, en los Alpes bávaros, marcó un avance importante en la política sobre cambio climático. Las siete economías de mayores ingresos (Estados Unidos, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y Canadá) tomaron la decisión revolucionaria de descarbonizar sus economías en este siglo. Por primera vez en la historia, las principales economías ricas han llegado a un acuerdo sobre la necesidad de poner fin a su dependencia de los combustibles fósiles. Los países del G-7 subrayaron la importancia de mantener el calentamiento global por debajo de 2° Celsius (3,6° Fahrenheit).

Esto significa que la temperatura promedio de la Tierra debería mantenerse dentro de los 2°C de la temperatura promedio que prevalecía antes de la Revolución Industrial (aproximadamente antes de 1800). Sin embargo, el calentamiento global hasta la fecha ya ronda los 0,9°C (casi en la mitad de camino hasta el límite superior). Luego, los líderes del G-7 hicieron algo sin precedentes al reconocer que para mantener el calentamiento global por debajo del límite de 2°C las economías tienen que terminar su dependencia de los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural).

Actualmente, alrededor del 80% de la energía primaria a nivel mundial proviene de combustibles fósiles, cuya combustión emite cerca de 34.000 millones de toneladas de dióxido de carbono. Este nivel de emisiones, si continuara en décadas futuras, llevaría las temperaturas muy por encima del límite superior de 2°C. De hecho, con un uso creciente de la energía a nivel global, la continua dependencia de los combustibles fósiles podría elevar las temperaturas entre 4° y 6° C, lo que conllevaría consecuencias potencialmente catastróficas para la producción global de alimentos y generaría mayores niveles de los océanos, megasequías, inundaciones importantes, olas de calor devastadoras y tormentas extremas.

La ciencia es más clara de lo que a muchos políticos les gustaría. Para que la humanidad tenga una posibilidad “probable” (al menos dos tercios) de permanecer por debajo del umbral de 2°C, una pequeña reducción de las emisiones de CO2 no será suficiente. En verdad, las emisiones tendrán que caer a cero más avanzado este siglo para frenar cualquier aumento adicional de la concentración atmosférica de CO2: la economía mundial debe “descarbonizarse”. La descarbonización es factible, aunque de ninguna manera sencilla. Depende de tomar tres medidas fundamentales. Primero, debemos volvernos más eficientes en materia de energía, por ejemplo, a través de diseños de edificación modernos que reduzcan las necesidades de calefacción, refrigeración y ventilación con un alto consumo de energía. Segundo, debemos producir electricidad con fuentes de energía eólicas, solares, nucleares, hidroeléctricas, geotermales y otras fuentes libres de carbono, o capturando y almacenando el CO2 producido por los combustibles fósiles (un proceso conocido como CCS, por su sigla en inglés).

Tercero, debemos pasar de los combustibles fósiles a la electricidad (o hidrógeno producido por electricidad libre de carbono) o en algunos casos (como la aviación) a biocombustibles avanzados. La parte difícil es la implementación práctica a gran escala de conceptos amplios de manera tal que no perturbe nuestra economía mundial dependiente de energía y no cueste una fortuna. Pero cuando computamos estos costos, debemos tener en mente que el cambio climático desenfrenado impondría los mayores costos de todos. Para tener éxito, necesitaremos varias décadas para convertir las centrales eléctricas, la infraestructura y los edificios existentes a tecnologías bajas en carbono, y tendremos que mejorar incluso esas tecnologías, ya sea células solares fotovoltaicas, o baterías para almacenamiento de energía, o CCS para almacenar CO2 de manera segura, o centrales eléctricas nucleares que se ganen la confianza de la población.

El G-7, en particular, se comprometió “a desarrollar e implementar tecnologías innovadoras en la carrera para una transformación de los sectores energéticos para 2050” e invitó “a todos los países a sumarse en este emprendimiento”. Este proceso global de descarbonización será largo y complejo, y requerirá hojas de ruta detalladas con rediseños periódicos a medida que evolucionen las tecnologías. Aquí también el G-7 hizo un avance histórico al declarar su voluntad de “desarrollar estrategias nacionales bajas en carbono a largo plazo” para llegar a un futuro descarbonizado.

Por supuesto, la declaración del G-7 es solo una declaración, y todavía no incluye los compromisos de muchos de los países que más emiten CO2 en el mundo, incluidos China, India y Rusia. Aun así es un paso crucial que alentará a otros países a participar también en una descarbonización profunda, en especial en vista del compromiso del G-7 para acelerar el desarrollo de tecnologías mejoradas bajas en carbono. El desenlace de la reunión del G-7 es un buen augurio para un acuerdo global sólido sobre cambio climático cuando los 193 estados miembro de Naciones Unidas se reúnan en París en diciembre para sacar adelante un acuerdo climático verdaderamente global. El G-7 todavía no ha asegurado un resultado exitoso en la reunión de París, pero ha dado un paso importante para alcanzar ese objetivo.

Fuente: Pulso

Noticias Relacionadas