Cluster minero y desarrollo productivo: Hacia una política de consenso

21 noviembre, 2016
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(Foto: Codelco)

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Tras diez años del intento de desarrollo de un clúster minero en la zona norte, aún hay dudas sobre el real impacto de una política que apueste por los encadenamientos productivos en la industria minera.

Revista Nueva Minería y Energía

Nicolás Rojas
Desde Antofagasta
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Hace una década, diversas autoridades sectoriales esbozaban una estrategia que apuntaba a lo que la industria minera, o al menos parte de ella, había pedido hace un buen tiempo: el desarrollo de un cluster minero, como una política que integrara a los gremios, las empresas, universidades y el sector público.

Así comenzaba a generar ruido y a abrirse camino un desafío permanentemente invocado por diferentes actores del sector, pero que aún genera dudas sobre su real avance y efectividad.

Si bien hay un consenso prácticamente total sobre la importancia estratégica de una política de estas características, existen visiones, matices y orientaciones que surgen en el debate y que responden a un complejo entramado, al involucrar a actores tan diversos.

La idea, claro, es aprovechar todo el potencial que nos da ser el principal productor de cobre en el mundo, además de las ventajas que Chile tiene en otros sectores. Pero para muchos, el anhelado cluster sigue siendo algo lejano o al menos, poco concreto.

Quién manda a quién

Una de las principales características de una política de Estado es que, independiente del sector que gobierne, esta sigue su curso con igual fuerza. En ese sentido, el clúster minero -al menos en el papel- ha logrado sobrevivir a los cambios de gobiernos y autoridades, teniendo en cuenta la importancia de la minería como eje estratégico para el país. Ahora bien, ¿qué se necesita para hablar de clúster y cómo, desde ahí, debemos tomar las decisiones adecuadas?

Para el gerente general de la Asociación de Industriales de Antofagasta (AIA), Fernando Cortez, una política de clúster, en primer lugar, debe considerar a un sector económico competitivo, dinámico, y con gran capacidad para inducir una familia de encadenamientos productivos.

“Existiendo esa fuerza, tenemos la base para una estrategia de clúster. Y lo segundo es que exista una política pública efectiva: audaz, proactiva y amplia, en el sentido de que no se trata solo de promover los encadenamientos productivos directos. Esto tiene que ser global, considerando la cadena asociada a la formación de recursos humanos, por ejemplo”, explica Cortez.

Complementando lo anterior, el ex vicepresidente ejecutivo de Corfo, Hernán Cheyre, aclara que uno de los cuidados que hay que tener es “no interferir en el mercado”, pues en su opinión, no se puede pretender que desde el Estado se reemplace al mercado como herramienta fundamental para la asignación de recursos.

Su opinión, consensuada con otros economistas (Gonzalo Rivas, Guillermo Larraín y Klaus Schmidt Hebbel) en un trabajo que buscó crear un “máximo común denominador” entre los diversos sectores en cuanto a políticas de desarrollo productivo, limita la acción del Estado.

Según Cheyre, este tipo de intervenciones “deben limitarse a aquellos casos en los que claramente haya externalidades, asimetrías de información o fallas de coordinación entre los distintos actores, privilegiando aquellos instrumentos que tienen una aplicación general, sin discriminación entre sectores productivos. Por ejemplo, la ley de incentivo tributario a la I+D, o los programas de desarrollo de proveedores, por citar dos casos”, explica.

Justamente este punto es recogido por el actual director regional de Corfo Los Lagos, Adolfo Alvial, quien durante 14 años trabajó en Fundación Chile mientras se armaba otro clúster: el del salmón.

En opinión de expertos, los clúster son una realidad que desde el punto de vista económico y social es importante descubrir y potenciar, dadas las “sinergias virtuosas” que resultan de ello. (Foto: Zublin)

En opinión de expertos, los clúster son una realidad que desde el punto de vista económico y social es importante descubrir y potenciar, dadas las “sinergias virtuosas” que resultan de ello. (Foto: Zublin)

Para Alvial, los clúster son una realidad que desde el punto de vista económico y social es importante descubrir y potenciar, dadas las “sinergias virtuosas” que resultan de ello.

“Una política no hace sino hacerse cargo de esta realidad y potenciarla de modo que, una economía virtuosa y colaborativa, genere valor para todos en el territorio en el que se desenvuelve. En consecuencia, no es una política la que hace los clúster, sino que son los clúster los que requieren políticas inteligentes”, asegura.

Hacia una política cada día más eficaz

En tanto, para las empresas proveedoras, agrupadas en la Asociación de Proveedores Industriales de la Minería (Aprimin), una de las claves fundamentales que dicen se necesita para obtener el máximo provecho al sector es crear una entidad pública – privada que coordine las acciones de al menos cinco actores principales: el Estado, las compañías mineras, sus proveedores, los centros de investigación y el mundo académico.

“Este organismo tendría que exigir -para toda iniciativa- que estos componentes estuvieran siempre presentes y no se realicen proyectos en que solo intervienen uno o dos de ellos”, explica Pascual Veiga, presidente de Aprimin.

Al igual que un clúster, que en el centro tiene una actividad económica que provoca una serie de industrias asociadas, la institucionalidad que lo represente debería funcionar bajo esa misma lógica, asegura Aprimin.

Por su parte, Fernando Cortez, de la AIA, señala que además de necesitarse una fuerte señal de las autoridades, deben considerarse otras aristas como el desarrollo de proveedores intensivo en conocimiento y orientado a mercados globales y la formación de recursos humanos, desde la educación inicial hasta los posdoctorados, con programas consistentes que den garantía que tendremos recursos humanos de alta productividad.

Asimismo, Cortez explica que se debe asegurar el desarrollo integral de las zonas productoras, con buena calidad de vida y buen acceso a los servicios y se necesita incentivar la innovación y desarrollo tecnológico como un elemento clave, vinculando a empresas, universidades y centros de investigación.

“Creo que no hemos tenido una política lo suficientemente robusta para Chile. Ha sido débil, insuficiente. En el caso de la minería, requerimos algo potente, a la altura del sector. Lo primero que tenemos que hacer es declarar esta política, pero de manera potente, sistemática y recurrente. Estamos hablando de una política del primerísimo nivel, y con eso me estoy imaginando a la Presidenta de la República con los presidentes de los consorcios propietarios de los proyectos mineros en Chile”, recalca el ejecutivo de la AIA.

¿Pero cualquier sector productivo fuerte puede ser un clúster? Desde la región de Los Lagos, Adolfo Alvial asegura que uno de los aspectos más relevantes es poner especial atención a las singularidades y límites de las industrias que conforman clústers, y no hacer clúster lo que no es.

“Imaginarse sinergias donde no las hay puede llevar a ineficacias e ineficiencias que resultarán en frustración. No se debe confundir clúster con instituciones. Si usted quiere reunir actores que giran en torno a un núcleo productivo que establece algún grado de relación que puede ser de beneficio para todos, muy bien hágalo, pero para eso no necesita generar la impresión de que es un clúster, ni declararlo”, advierte Alvial.

Al menos parece existir ya un consenso importante en este tema, según han declarado expertos y actores relevantes de la industria en distintos foros. “Hoy contamos con una política de encadenamiento productivo bajo una visión compartida y largamente trabajada y madurada, entre la industria, los proveedores, las universidades y los emprendedores. El Estado viene a catalizar esa visión con su apoyo y aporte”, asegura Mauro Valdés, presidente ejecutivo del Programa Nacional de Minería de Alta Ley.

Un mundo gobernado por la innovación

Los expertos concuerdan en que es la propia industria, finalmente, la que debe ir marcando la hoja de ruta para avanzar hacia un real cluster minero. (Foto: Codelco)

Los expertos concuerdan en que es la propia industria, finalmente, la que debe ir marcando la hoja de ruta para avanzar hacia un real cluster minero. (Foto: Codelco)

En tiempos donde se habla mucho de innovación, donde los cambios y las sorpresas son la regla y donde, en muchos casos, no es posible planificar el futuro, pues estamos hablando de industrias que aún no existen, difícilmente se podrá comprender todas las áreas potenciales de la economía como para determinar los sectores en que se instalará la política de clúster.

Este es quizás uno de los puntos que mayor debate provoca, pues, yendo más allá de la minería, los temores van en que una política de estas características podría privilegiar sectores que no surjan naturalmente en respuesta a un fenómeno de mercado y “ser ‘elegidos’ por alguna instancia gubernamental.

“Por muy calificados que sean los especialistas que toman esta decisión, nunca van a tener toda la información que está disponible en el propio mercado, y por ello hay un evidente riesgo de que se tomen decisiones equivocadas”, advierte Hernán Cheyre, quien actualmente se desempeña como director académico del MBA de la Universidad del Desarrollo.

Sin embargo, desde otra perspectiva, también es posible pensar que una política de estas características estimula el activo y permanente intercambio de visiones sobre el desarrollo de la actividad que los congrega.

“Son más los ojos y las mentes que están puestos en el futuro, son más lo que piensan en los desafíos transversales y son más los que están mirando oportunidades para un sector que requiere estar permanentemente en la punta tecnológica y de mercado. Todo ello desde una diversidad de aproximaciones, que enriquece el análisis y la estrategia. Es por ello que un clúster fuerte en estos aspectos, tiene la capacidad de anticiparse a las demandas y desafíos de futuro y es capaz de pensar en las respuestas mucho más allá de los límites de su realidad actual”, reflexiona Adolfo Alvial.

Una política de acuerdos y sinergias

Más allá de las diferencias, que finalmente son matices, y de las precauciones que se deben tomar, todos los expertos concuerdan en que es la industria, finalmente, la que debe ir marcando la hoja de ruta. En palabras de Mauro Valdés, programas como el de Alta Ley no existirían “si no hubiese el interés y apoyo de la industria y su ecosistema, con todos sus actores representados en su comité directivo y apoyando el desarrollo e implementación de la agenda común”.

En esa línea, rescatando los aspectos más positivos de lo que se ha realizado, Fernando Cortez destaca las distintas acciones públicas y privadas que están en marcha para profundizar el clúster minero en el país.

“A este respecto es muy importante destacar el Programa Estratégico Regional Minero/Clúster Minero, programa de la Región de Antofagasta, que incluye en su gobernanza al sector público, privado y universidades. A nivel nacional, destacan el Programa Alta Ley y Valor Minero, también proyectos públicos-privados”, agrega Cortez.

“Habiendo muchas diferencias por zanjar, debemos partir por aquello en lo que sí estamos de acuerdo, que es bastante, más de lo que uno podría pensar a priori. Pero para esto es fundamental la voluntad de diálogo. El gran desafío de Chile hoy día es recuperar la disposición a sentarse a conversar y a articular acuerdos. Esperamos haber contribuido con un grano de arena en esa dirección”, concluye Hernán Cheyre.

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