Guerra comercial y sus efectos sobre las expectativas de demanda de cobre

28 enero, 2019
Opinión_foto_Víctor Garay

“Para el mediano plazo, cuando los riesgos aminoren o se disipen, con alta probabilidad el precio del cobre retomaría la tendencia al alza”.

Por Víctor Garay, coordinador de mercados mineros de Cochilco

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El 2018 partió con un precio del cobre de US$ 3,26 la libra, retrocediendo a fines del año a US$ 2,70 por libra, luego de alcanzar un máximo anual de US$ 3,29 por libra en junio. Este comportamiento aparentemente contradice los fundamentos de oferta y demanda física del metal, que en el mediano y largo plazo es la principal fuerza determinante del precio. Sin embargo, en el corto plazo es solo uno de los factores subyacentes que impulsan los movimientos del precio. Vimos que en 2018 se produjo un fuerte retroceso de inventarios en las bolsas de metales y la consolidación de expectativas de déficits de cobre refinado en el periodo 2018-2020. A ello se agrega que la demanda de cobre por parte de China, país que concentra el 50% del consumo mundial, aumentó a septiembre 5,1% según la publicación World Metal Statistics, tasa que casi duplica las estimaciones de los especialistas en el mercado del metal formuladas a inicios del presente año. No obstante, no han tenido impacto en el precio del metal.

¿Qué explica entonces la negativa evolución del precio del cobre y otros commodities en 2018? Fundamentalmente el aumento de la incertidumbre global. Esta ha sido generada principalmente por las crecientes medidas proteccionistas impuestas por EEUU a sus principales socios comerciales, cuyo propósito es reducir los desbalances en el comercio exterior. Entre las medidas destacan aumentos significativos de aranceles a las importaciones de aluminio, acero, automóviles y un conjunto de bienes. Medidas que han afectado a la Unión Europea, Canadá, México y particularmente a China que es el principal consumidor mundial de metales industriales, al cual se exige además reciprocidad de tasas arancelarias, protección de los derechos de propiedad industrial y mayor apertura a la inversión extranjera en sectores estratégicos.

Aunque China se encontraba en una fase de desaceleración económica, previo a la intensificación de las tensiones comerciales con EEUU, las recientes cifras de crecimiento del PIB trimestral, PMI del sector manufacturero, producción industrial e inversión evidencian que el proceso de ajuste económico se estaría acelerando, aunque a un ritmo acotado. Este escenario condujo a un ajuste a la baja en las expectativas de demanda de cobre de corto plazo. Ello en combinación con la sincronizada normalización de políticas monetarias en las economías desarrolladas por parte de los bancos centrales, ha provocado la caída en los flujos de inversión hacia economías emergentes y depreciado sus monedas, desincentivando la demanda de metales.

Si bien China y EEUU acordaron desarrollar negociaciones comerciales, donde el país asiático ha dado positivas señales reduciendo las tasas arancelarias a los automóviles y otros productos estadounidenses, el resultado de este proceso sigue siendo incierto. Para el mediano plazo, cuando los riesgos aminoren o se disipen, con alta probabilidad el precio del cobre retomaría la tendencia al alza. Asumiendo las estimaciones más conservadoras sobre el crecimiento de la demanda mundial de cobre, esta sugiere que se requeriría que las compañías eleven la oferta del metal para reducir el déficit si se mantienen los actuales ritmos de producción.

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