Fundiciones: Prueba de fuego

24 octubre, 2018
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(Ilustración: Fabián Rivas)

El consenso general indica que las fundiciones son estratégicas para el país. Chile posee un tercio de las reservas mundiales de cobre, por lo tanto, es prioritario invertir y estar a la altura de lo que exige el mercado internacional. No obstante, este objetivo implica una serie de desafíos a nivel ambiental y monetario que la industria debe abordar.

Por Paula Chapple                                                                                                                                                                                                                                                Revista Nueva Minería y Energía                                                                                                                                                                   ________________________

Una chimenea humeando ya no es sinónimo de progreso. La dimensión medioambiental se ha posicionado en Chile y el mundo, y la minería, así como otras grandes industrias, no ha estado ajena a esta arista.

En medio de la emergencia que se vive en Quintero y Puchuncaví, declaradas zonas saturadas, es que cobra mayor relevancia la premisa de si un cambio estructural pasa necesariamente por mejorar normativas que rebajen las emisiones contaminantes.

En este contexto, se suma al debate el futuro de las fundiciones en el país (cinco de ellas estatales de las siete existentes), debido a que la norma que regula sus emisiones, el DS28 del Ministerio de Medio Ambiente, exigirá que a partir del 13 de diciembre de este año estos recintos cuenten con tecnología para capturar al menos el 95% de los gases que emiten.

Esta regulación se caracteriza por establecer una diferencia entre las fundiciones existentes y las nuevas. Para las que ya operan, la exigencia será de un 95% de captura de S02 (dióxido de azufre) y As (arsénico), mientras que para las nuevas fundiciones la norma exige un mínimo de 98%.

Esta diferencia abre un debate sobre cuán determinante es la modernización de estos recinto que ya operan, considerando que los estándares internacionales establecen el 98% como el porcentaje mínimo aceptable de captación de gases.

Rentabilidad y costos

Chile necesita fortalecer su capacidad industrializadora de cobre a través de fundiciones y refinerías. Pero la antigüedad de las plantas estatales, sus altos costos y baja rentabilidad, son parte de los grandes desafíos para que la industria sea competitiva.

Como lo manifiesta el ministro de Minería, Baldo Prokurica, hoy “los costos de las fundiciones en Chile están en un rango equivalente a los 20 y 40 centavos de dólar por libra de cobre, mientras que el promedio mundial está en torno a los 15 centavos de dólar por libra (a 2017). Por tanto, tenemos como desafío avanzar para hacer del proceso una operación más productiva y limpia, eficiente e inclusiva, lo que debería reflejarse en una reducción de costos”.

De acuerdo a datos de Cochilco, en las cinco fundiciones estatales (cuatro de Codelco y una en manos de Enami), se han invertido cerca de US$ 1.558 millones, de un total de US$ 2.333 millones que se estiman como inversión total para cumplir con la nueva norma. Las otras dos son de propiedad privada, Chagres, de Anglo American; y Alto Norte, de Glencore, cuyos niveles de captura son igual o mayor a 95%.

A pesar del importante desembolso económico, en la actualidad las fundiciones nacionales se encuentran en los últimos puestos entre las 56 que existen a nivel mundial. Como muestra, dentro de las diez más contaminantes, cuatro están ubicadas en Chile, las que además cuentan con capacidad para recuperar solo tres tipos de metales: oro, cobre y plata.

En este escenario, el Estado “debe jugar un rol importante en las políticas que se adopten sobre fundiciones. Estas políticas necesariamente deben compatibilizar la conveniencia de mantener presencia mundial y capacidad negociadora, con la necesidad de tener operaciones con estándares internacionales en materia medioambiental”, destaca el secretario de Estado.

Lo anterior está en sintonía con el aumento de producción de concentrados que se proyecta en Chile durante la próxima década, que en gran parte tendrá un mayor contenido de impurezas. De esta manera, es estratégico tener fundiciones que sean capaces de procesar estos concentrados de manera eficiente.

En caso contrario, existe el riesgo de no poder comercializarlos en el mercado externo, lo que podría impactar en el negocio global de las faenas mineras productoras de estos concentrados, con negativas consecuencias económicas para el país.

Si bien “la norma desde su origen eleva el estándar para los proyectos futuros, al mismo tiempo que se hace cargo de la realidad histórica de la mayor parte de las fundiciones chilenas, caracterizadas por el uso de tecnologías antiguas (…), se requieren importantes inversiones para adaptarse a cambios regulatorios más exigentes”, señala José Andrés Herrera, gerente de Modernización de la Fundición Hernán Videla Letelier de Enami.

Ante la interrogante que cada cierto tiempo vuelve al tapete de si es un negocio rentable tener fundiciones y refinerías en el país, para el vicepresidente Ejecutivo de Cochilco, Sergio Hernández, no hay dobles lecturas: “Por razones estratégicas, al menos de largo plazo, se debe mantener la capacidad fundidora, incluso aumentarla levemente. Esto en la medida que el negocio tenga rentabilidades positivas para las empresas del Estado. No se puede pensar en que se va a invertir en unidades productivas que no tengan utilidades”.
Alerta del sector

Ante este hecho concreto hay quienes postulan que si solo se cumple la norma del 95%, las fundiciones locales estarán en desmedro frente a aquellas que superan este porcentaje.

Justamente la Comisión de Minería y Energía del Senado ha puesto la voz de alerta. Como señala Isabel Allende, senadora y miembro de la Comisión, “durante el gobierno pasado hicimos una solicitud a las autoridades, pero el ministerio de Minería de la época declinó aplazar la entrada en vigencia de la normativa”.

La secretaria de Estado agrega que durante este gobierno no se ha solicitado el aplazamiento o revisión de la regulación, no obstante, desde la Comisión siguen sosteniendo que “la nueva norma es insuficiente, ya que no estará a la altura de lo que el mercado mundial y las normativas internacionales exigen. Por lo tanto, no es conveniente invertir cuantiosos recursos para cumplir con una norma que dentro de pocos años demostrará ser insuficiente como estándar ambiental internacional”.

A la fecha, las fundiciones estatales que aún no han cumplido con la norma son Caletones, Chuquicamata, Potrerillos y Paipote (ver recuadro). Por su parte, Ventanas ya cumplió por tener plazo anticipado debido a su tecnología.

Un antecedente desconocido asociado a la norma, que lo adelanta Sergio Hernández, se refiere al hecho de que “no es seguro que vayan a cumplir dentro de la fecha. Sin embargo, existe en la norma un denominado plan de cumplimiento”.

Esta plan, de acuerdo a lo señalado por el representante de Cochilco, consiste en que si la fiscalización determina que efectivamente las plantas no están cumpliendo con la norma, las empresas deben tener preparado un plan de cumplimiento, “suspendiéndose la aplicación de una eventual multa o sanciones que puede aplicar la SMA y, por lo tanto, se irá monitoreando ese cumplimiento en los meses posteriores para que efectivamente sigan en operación”.

Modelo a seguir

Existen distintos modelos de negocios en materia de fundiciones: Custom Smelter v/s Negocio Integrado, y con o sin refinería. Independiente del camino que se elija, una característica del negocio de fundiciones es que, si bien pueden ser rentables, lo son a márgenes de utilidad menores respecto de otras industrias o del negocio mina.

La antigüedad de las fundiciones estatales, sus altos costos y baja rentabilidad, son parte de los grandes desafíos para que la industria sea competitiva. En la foto, Fundición Caletones de Codelco. (Foto: Codelco)

Bajo este escenario es que las distintas opiniones del mundo metalúrgico frente a este punto, para el caso de Chile, pueden ser agrupadas en dos grandes visiones: las pro fundiciones, y aquellas que promueven la exportación de concentrados.

La primera privilegia la captura de todos los beneficios de contar con capacidad de fusión local, permitiendo acceder al mercado de cátodos (o ánodos). “El problema de esta opción es que implica invertir cuantiosos montos y exponerse a otros riesgos como una eventual proyección de tratamiento y refinación (TC/RC) a la baja en el mediano y largo plazo, afectando el negocio”, precisa el ejecutivo de Enami.

Respecto al segundo grupo, el cual privilegia no invertir en nuevas fundiciones utilizando la actual capacidad de fusión sólo si es rentable y ajustándose a los nuevos escenarios comerciales y normativos; implicaría inversiones menores. “Este es el dilema, una evaluación que debe estimar los riesgos junto a consideraciones de política pública para sus fundiciones y refinerías”, detecta José Andrés Herrera.

Desafíos

El 13 de diciembre es la fecha clave para el plazo de la modernización de las fundiciones. No obstante, los cambios estructurales demorarán más tiempo. Para el ejecutivo de Enami, el camino será elevar los estándares de captación que hagan compatible la actividad económica con la salud de la ciudadanía y los trabajadores.

Esto requiere inversiones importantes para alcanzar dichos estándares y compatibilizarlos con el desarrollo económico de las compañías, de otra forma, esta actividad deberá cesar sus funciones.

Como lo destaca Baldo Prokurica, el ministerio está enfocado en cumplir las normas ambientales, puesto que es “nuestra obligación generar las condiciones para vivir en un país libre de contaminación. Pero no podemos olvidar que, a nivel mundial, somos los principales productores y exportadores de concentrados de cobre”.

Desde la Comisión de Minería y Energía del Senado, en tanto, el cambio estructural pasa por “invertir en fundiciones que lleguen a un 99% o más de captura. Sin embargo, eso por sí mismo ya no basta. Es necesario automatizar procesos y reducir el consumo de energía, mejorar el encadenamiento productivo y generar valor. Debemos además diversificar las labores de fundición de minerales”.

De considerar éstos y otros cambios, a futuro se podría abrir una oportunidad para desarrollar iniciativas que permitan agregar valor y evitar el transporte hacia las fundiciones en el extranjero, sobre todo aquellos que contienen impurezas que son fuertemente castigadas y conllevan problemas de comercialización.

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