Eleodoro Hernán Urquieta: La “cruzada” por el oro

9 octubre, 2013
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Perfil minero de Eleodoro Urquieta

Se ha convertido en un defensor incansable de la pequeña minería aurífera de la zona de Andacollo. Pero, a su juicio, aún falta más por hacer. Con convicciónafirma que el país tiene una deuda pendiente con este sector de la minería, al cual se le debe dar el sitial que le corresponde en la industria minera nacional

Daniela Tapia – Revista Nueva Minería & Energía
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El destino de Eleodoro Hernán Urquieta está marcado por el profundo amor a su tierra Andacollo. Desde muy joven se dedicó a extraer la riqueza del oro que brotaba desde esa zona del norte del país, en la Región de Coquimbo, heredando así la tradición minera que le legó un tío abuelo y su padre.

“Mi padre -como buen minero- tenía su planta de molienda de minerales y minas en el sector del culebrón, la “San José” y la “Protectora” con lo que entregaba a Enami los concentrados, mientras que mi tío abuelo Eduardo Urquieta llegó a Andacollo para trabajar en cianuración de oro en estanques, en los cuales obtenía oro metálico, precipitándolo con zinc en polvo”, cuenta.

Atraído por la actividad que ejerció su padre, se preparó para enfrentar mejor los desafíos de la minería. Fue así como en 1975 se recibió de ingeniero de minas en la Universidad Técnica del Estado.

Pero los designios de la vida quisieron que a pesar de sus estudios no abandonara su pueblo. “Intenté ingresar a la División Andina de Codelco y afortunadamente por propósitos de la vida no me fue posible, así es que ahí me hice cargo de las faenas de mi padre mientras él estuvo enfermo y posteriormente me dediqué a trabajos independientes en pequeña minería, tanto en oro como en cobre hasta el día de hoy”, comenta.

A partir de aquella decisión, su matrimonio con la pequeña minería fue creciendo al igual que su lucha por darle al oro el estatus que él cree firmemente le corresponde en la minería nacional.

Otra de sus vetas es el trabajo en lixiviación bacterial, concentración de oro, flotación de cobre, además de la producción y exportación de sulfato de bario o baritina a mercados extranjeros, usada para preparar los lodos de perforación en pozos petrolíferos.

Gracias a su pasión por posicionar a la pequeña minería, Urquieta también ha forjado una importante carrera gremial. En este sentido, ha sido empresario y dirigente gremial, ha desempeñado el rol de presidente del gremio minero en Andacollo por más de 15 años y ha sido consejero y director en la Sociedad Nacional de Minería (Sonami) y miembro del directorio de la Empresa Nacional de Minería, Enami.

De dulce y agraz

Su recorrido por la minería no ha sido fácil. Ha estado colmado de momentos dulces y otros impregnados de desafíos.

Fue en sus comienzos cuando arrendaba minas y éstas quedaron como sujeto de licitación para ser explotadas por una firma mayor -desde la BradenCopper hasta Placer Dome-, interesadas en invertir en la prometedora zona de Andacollo.

Tras este hecho, Urquieta relata que “la licitación fue muy desigual, ya que la compañía que formamos junto a otros mineros denominada Cobrecollo, no pudo competir contra otras firmas de gran capital como Placer Dome”.

“Era muy difícil de adjudicarlo y obtener la licitación. Esa realidad me marcó mucho, pero de todas formas creo que era algo de justicia que mineros chilenos pudieran optar a la adjudicación de este yacimiento y generar más mano de obra, que es algo que importa mucho, y no mirarlo solamente desde un criterio economicista”, precisa Urquieta.

Y es que gracias a su constante esfuerzo no se da por vencido. Hoy por hoy continúa recorriendo a paso firme el norte en busca de cobre y otro tipo de metales convencido de que las cordilleras del país, llanos y quebradas encierran los pórfidos más grandes y extensos que existen a nivel mundial.

Es así como desde 2012, en compañía de un empresario extranjero, ha socavado varios cientos de metros de nuevo acceso a uno de sus yacimientos, “que no por nada se llama El Dorado, para alcanzar y cruzar un viejo cuerpo mineralizado en la región de Coquimbo”, relata.

En tanto, en su rol de dirigente gremial se ha alzado como un vocero crítico de la conducción de la Sonami, gremio del cual forma parte resultando elegido como nuevo director para el período 2013-2015 en las recientes elecciones.

Una de sus mayores acciones como representante de la pequeña minería fue su oposición al proyecto de ley de seguridad y nueva institucionalidad minera que el Gobierno presentó en 2011. A su juicio, “éste no reconocía con seriedad las realidades de la pequeña minería y tampoco constituía una política pública de desarrollo al fomento minero”.

También lamenta que la máxima organización de su gremio (Sonami) fuera complaciente, en sus palabras, “con un mal proyecto, de no ser por sus asociaciones mineras que sí lograron su objetivo”.

Con convicción afirma que la pequeña minería, incluso la mediana, “explora explotando”. De 1600 empresarios mineros registrados en Enami hace unos años, hoy no superan los 900.

“De ahí que la pequeña y mediana minería sean especiales, ya que contribuyen a la riqueza, capital e ingenio del país. Por eso hay que seguir dando la pelea para que este sector se gane un espacio privilegiado e indiscutido en el escenario minero nacional”, concluye.

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