El potencial de la hidroelectricidad en Chile

3 febrero, 2020
Matías Desmadryl

“Aún en este escenario de escasez, la hidroelectricidad mantiene un rol fundamental en la matriz de generación. Sus atributos de energía limpia y accesible plantean un beneficio directo para las comunidades y finalmente para el país en su conjunto”.

Por Matías Desmadryl, socio de Carcelén, Desmadryl, Guzmán y Tapia Abogados
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Junto con el inicio del año, se dio vida a la campaña “Chile se está secando”, a través de la cual el gobierno asumió estratégicamente la crisis hídrica, luego que el 2019 fuera uno de los años con menos precipitaciones de nuestra historia.

En este contexto de cambio climático, el desafío es evidente y junto con ello, la necesidad de implementar una agenda pro inversión, que permita mantener el agua disponible para todas las actividades.

El caso del agua es bien complejo, pues se enmarca dentro del plan de descarbonización en el que nos obligamos a reemplazar fuentes de generación, por energías renovables y limpias. Por ello, no debemos olvidar la complejidad que enfrenta el país por la mega sequía producto del cambio climático, lo que implica una menor disponibilidad de agua en varias regiones.

Chile cuenta con una geografía que favorece el desarrollo de energías alternativas no excluyentes como la eólica, la geotérmica e hidroeléctrica, lo cual nos presenta grandes oportunidades.

Aún en este escenario de escasez, la hidroelectricidad mantiene un rol fundamental en la matriz de generación. Sus atributos de energía limpia y accesible plantean un beneficio directo para las comunidades y finalmente para el país en su conjunto, al promover un uso compartido del agua entre distintas industrias y/o actividades.

Actualmente, existen mini centrales hidroeléctricas que suman al sistema más de 500 MW, que han financiado mejoras a la infraestructura de riego, aumentos en la capacidad de almacenamiento y mejoras en la red de distribución de aguas. Esto es clave para aprovechar un recurso cada día más escaso, y generar mayores capacidades para adaptarse al cambio climático.

Por ello, resulta necesario mejorar nuestro marco normativo, dotar de mayores y mejores capacidades al Estado y resolver dificultades en materia de permisos, disminución de tiempos de tramitación, de autorizaciones sectoriales y ambientales, entre otros.

Hoy existen proyectos que, teniendo lo necesario para ejecutarse, no son viables por la incertidumbre de los tiempos de tramitación o dificultad para la obtención de las licencias. A lo anterior, se suma la incertidumbre en torno a la modificación del Código de Aguas y a la Constitución, particularmente respecto de las propuestas de fijarle un plazo a los derechos de aprovechamiento de aguas, exponerlos a la caducidad u otros mecanismos que pueden sepultar la expansión hidroeléctrica.

Nuestro desafío energético es reemplazar las centrales a carbón. Debemos aprovechar todo el potencial de la energía hidroeléctrica, desarrollando centrales de pequeña y mediana capacidad, por traer consigo beneficios compartidos a nivel local, menores impactos, y sobre todo, porque muchas de ellas contemplan la construcción de obras hidráulicas que mejoran la capacidad de almacenamiento y conducción de las aguas, que hoy más que nunca requiere nuestro país.

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