El desafío energético de la región andina: M&A, inversión extranjera y desarrollo local

9 julio, 2012
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09-07-2012 Pulso – Noticias
Fusiones & Adquisiciones Región Andina
El desafío energético de la región andina: M&A, inversión extranjera y desarrollo local
Para que el sector energético siga creciendo es clave establecer políticas claras de fomento a la inversión. En un escenario apropiado, la actividad de compra y venta así como de asociaciones estratégicas debiera aumentar significativamente

El fuerte crecimiento económico de la región andina en los últimos diez años ha tenido un gran impacto en la demanda energética. Esto se cruza con un fuerte movimiento social presionando hacia energías más limpias de fuentes renovables. Afortunadamente la matriz energética de los países andinos tiene un fuerte componente de hidrogeneración y mucho potencial para alternativas renovables no convencionales, como la energía eólica y solar. Lo anterior ha generado un importante aumento en la actividad de M&A, tanto con protagonistas locales como globales.

A fines de mayo pasado, la compañía eléctrica Colbún decidió suspender indefinidamente el ingreso del estudio de impacto ambiental de las líneas de transmisión del polémico proyecto Hidroaysén, el cual contempla una potencia instalada de 2.750 MW. La compañía justificó su decisión en la falta de una política energética de largo plazo por parte del gobierno chileno. Si bien algunos consultores han visto la noticia como una presión al gobierno para que “defina sus indefiniciones”, el tema energético hace rato que está sobre la mesa. No por este proyecto en particular, sino por la gran necesidad de nuevas iniciativas que se ven paralizadas en Chile.

Si se analiza el tema desde una perspectiva financiera, las cifras son contundentes. De suspenderse definitivamente el proyecto Hidroaysén, en el país habrá más de US$20.000 millones en proyectos energéticos paralizados por diversos motivos.

Ahora bien, pese al eventual congelamiento de uno de los proyectos más emblemáticos para la matriz energética a nivel regional, hay que decir que el sector energía ha sido clave en el dinamismo económico de los últimos años, especialmente en Chile, donde ha representado un 18,4% del total histórico de inversión extranjera en el país, sólo superado por la minería y el sector servicios. Es así como empresas multinacionales de diverso tamaño se han instalado en la región andina -particularmente en Chile y Perú-, tanto a través de la compra de derechos para desarrollar proyectos, como a través de la adquisición de compañías en operación. Y más allá de los megaproyectos detenidos, las inversiones con perspectiva regional se han sucedido en el último tiempo con particular dinamismo.

Centrais Eletricas Brasileiras (Eletrobras), la principal empresa eléctrica de Brasil y Latinoamérica, con una potencia instalada de 42.000 MW, propuso la creación de un eje energético interconectado que unirá a países con potencial exportador de energía -Perú, Bolivia- y mercados eventualmente compradores de los excedentes generados -Chile, Brasil, Argentina-. La principal iniciativa en ejecución de este plan es la central hidroeléctrica de Inambari, que promete convertirse en la más grande de Perú y la quinta en Latinoamérica, con una generación de 2.000 MW y una inversión de más de US$4.800 millones. Una vez concluido el proyecto, viene el turno del mercado chileno. Al menos así lo ha manifestado la compañía.

También en el campo hidroeléctrico, pero a escala mediana y pequeña, se han concretado una serie de inversiones que le han dado especial dinamismo al sector. Entre estas destaca Sorgente, empresa de origen italiano que se instaló hace algunos años en la región y que ha entendido el potencial de crecimiento de sus distintos mercados. Posee en Chile dos centrales hidroeléctricas en operación. Una de ellas, que se inauguró en enero de este año es Mariposas, central de 6 MW ubicada en la VII Región del Maule y que involucró una inversión de más de US$21 millones. Asimismo, la compañía está presente en Perú, donde se encuentra en proceso de construcción de una central de 150 MW y ha manifestado intenciones de seguir desarrollando proyectos en la región.

A nivel gubernamental los países de la región andina han generado iniciativas individuales que buscan el desarrollo de proyectos de energías renovables no convencionales (ERNC) que diversifiquen la matriz energética, la que ha provenido principalmente de capitales extranjeros. Es el caso de Chile, que en el 2008 modificó la Ley General de Servicios Eléctricos, obligando a las generadoras eléctricas con capacidad instalada sobre 200 MW, a que un porcentaje de lo que anualmente comercializan provenga de ERNC. Esto se implementará de manera escalada a partir del periodo 2010-2014, con el 5% del suministro de cada empresa y con incrementos sucesivos de 0,5% cada año hasta alcanzar un 10% el 2024. Adicionalmente, nuevas empresas han invertido en este tipo de energías: Pattern Energy, firma estadounidense dedicada a la adquisición y ejecución de proyectos de energía eólica y solar en Chile, está construyendo en la IV Región el parque eólico El Arrayán, su primer activo de este tipo en el país, con un potencial de generación de 115 MW y una inversión estimada de US$278 millones. El proyecto contempla la instalación de 50 aerogeneradores en una superficie de 1.335 hectáreas, con lo que se convertirá al momento de su inauguración en el parque eólico más grande del país. De modo similar la firma china S ky Solar firmó un acuerdo de inversión conjunta por más de US$900 millones con el China Development Bank y el holding Sigdo Koppers para el desarrollo de proyectos de energía foto-voltaica en Chile, con un potencial agregado de 300 MW, en lo que representa la asociación de mayor envergadura jamás acordada entre privados de ambos países.

Perú no se ha quedado atrás. Está desarrollando un plan energético propuesto por el Ministerio del Ambiente que tiene como meta que al 2040 el 66% de la energía del país provenga de ERNC. Perú goza además de condiciones favorables para el desarrollo de energías, como la eólica. Cuenta con 28 de los 32 climas óptimos para la generación de esta energía y un potencial de 57.000 MW. Recientemente la firma española Montealto inició la construcción de dos parques eólicos en las localidades de Cupinisque y Talara, por un total de 110 MW y una inversión de más de US$240 millones. En cuanto a la energía solar, en Perú está Solarpack, una multinacional española especializada en el sector fotovoltaico que está desarrollando dos plantas solares en Tacna y Moquegua, por un total de 40 MW. Cabe mencionar que Solarpack inauguró recientemente en Chile la primera planta generadora de energía solar a nivel industrial de Sudamérica, con una potencia de 1 MW, que es actualmente inyectada al sistema eléctrico de Chuquicamata. Otra alternativa que ha capturado importantes niveles de inversión en Perú es el biocombustible. Actualmente existen más de 250.000 hectáreas destinadas a la caña de azúcar para biodiesel.

Similar es el caso de Colombia, país con gran potencial para el desarrollo de ERNC, en especial eólica e hídrica. Respecto de la primera, Colombia cuenta en el departamento de Guajira con condiciones extremadamente favorables para su desarrollo y un potencial estimado de 21GW. El gobierno a través de Empresas Públicas de Medellín (EPM) puso en funcionamiento el primer parque eólico Jepirachí, con 15 aerogeneradores con una potencia instalada de 19,5 MW, pero desde su fecha de inauguración (2003) no se han desarrollado otros proyectos eólicos en el país, por lo que existe un gran potencial para futuros crecimientos. En el caso de centrales hidroeléctricas, la Comisión de Regulación de Energía y Gas a principios de este año asignó a través de subasta pública 6 proyectos, los cuales tendrán una potencia instalada de más de 2.500 MW cuando se encuentren en operación. Inversionistas chilenos han participado en las subastas. Un consorcio conformado por las firmas Ferrovial Agroman Chile S.A y Sainc Ingenieros Constructores S.A. de Colombia, construirán las primeras obras civiles del proyecto hidroeléctrico más importante del país, la central Ituango, la que tendrá una potencia instalada de 2.400 MW.

En Chile, el éxito del plan de diversificación de la matriz energética resultará crítico para el futuro económico del país, sobre todo si se considera que la minería demanda un 38% de toda la electricidad producida en las redes del Sistema Interconectado Central y Sistema Interconectado Norte Grande. Según proyecciones, el consumo de la industria minera aumentará de 20,9 TWh/a a 34,3 TWh/a al 2020. Hoy la ejecución de proyectos se ha visto afectada por la incertidumbre en la recepción de energía. Es el caso de los proyectos El Morro (Gold Corp), Cerro Casale (Barrick), El Relincho (Teck) y El Pachón (Xstrata), cuya factibilidad está cuestionada.

Asimismo, en los últimos meses se han paralizado diversos proyectos de energías convencionales en el norte del país. Se cancelaron cuatro centrales de carbón del brasileño Eike Batista que involucraban una inversión de US$5.000 millones. Además se han cuestionado los proyectos termoeléctricos Barrancones y Cruz Grande, entre otros. Si los países de la región quieren seguir creciendo a las tasas en que lo han hecho por los últimos años es clave establecer políticas claras que fomenten la inversión en el sector. En un escenario apropiado, la actividad de compra y venta de activos así como de asociaciones estratégicas debiera aumentar significativamente.

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