China asume liderazgo en medio de escenario lleno de riesgos

16 enero, 2017
Crowds line the centeral shopping district of Nanjing Road on May Day Weekend in Shanghai

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Por primera vez un presidente chino participará en el Foro de Davos, que parte mañana. Xi Jinping podría asumir el liderazgo contra la política proteccionista de Donald Trump.

La ironía es grande. El Foro Económico Mundial, principal encuentro del capitalismo y la globalización, tendrá este año entre sus máximos expositores a un comunista. Xi Jinping no sólo se convertirá en el primer presidente chino en participar en el foro, sino que llegará a Davos con la expectativa de asumir como nuevo abanderado del anti proteccionismo. El mundo espera que, cuando se presente mañana, Xi ataque la retórica proteccionista de Donald Trump y lidere la causa del libre comercio. Con ello, además, asumirá una nueva estatura política en el escenario internacional.

Al igual que para otros países emergentes, la llegada de Trump a la Casa Blanca también supone un aumento de los riesgos políticos y económicos para China. La poderosa segunda economía del mundo ya tenía delante de sí un difícil año, con la obligación de enfrentar finalmente los altos riesgos que se han gestado en su mercado financiero. Si como lograr un balance entre reformas estructurales y expansión económica no fuera suficiente reto, el gobierno de Xi tendrá que lidiar con una nueva ofensiva comercial y política desde Washington. En los últimos días, Trump ha insistido en algunos puntos de su campaña, y que los más optimistas pensaban que no se traducirían en políticas públicas. En lo económico, Trump ha acusado a China de “manipulador cambiario” y ha amenazado con elevar los aranceles para sus productos.

La ofensiva política ha sido aún más concreta. Trump generó el primer conflicto al llamar directamente a la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, reconociendo a su gobierno. El acto va en contra de la política de “una sola China”, que impulsa Beijing, y que ha sido respetada por Washington desde 1979. China incluso demandó que Estados Unidos bloqueara el paso de Tsai por su territorio, como parte de la gira que la Mandataria realizó la semana pasada por Centroamérica.

“Ambas partes deben ser muy cuidadosas para asegurar la dirección de las relaciones bilaterales”, advirtió el canciller chino, Wang Yi, a su par estadounidense, John Kerry, en una conferencia telefónica.

Pero el horizonte no es muy prometedor. Durante su audiencia de nominación, el escogido como secretario de Estado por Trump, Rex Tillerson, tuvo una agresiva postura respecto a China, anunciando que la administración republicana “enviará una clara señal”. Según Tillerson, se debe prohibir a China el acceso a los islotes que ha construido en el Mar de China Meridional. Analistas han advertido que nadie ganaría de una guerra comercial y diplomática entre EEUU y China.

Hora del ajuste

Pero un escenario externo adverso es lo que menos necesita el gobierno chino. Tras siete años de estímulo fiscal y monetario, la economía asiática se enfrenta a la necesidad de hacer un ajuste. Existe la convicción de que una expansión por debajo de 6,5% podría desatar un aumento del desempleo, lo que pondría en peligro la estabilidad social del país comunista. Bajo esa premisa, el gobierno chino apostó por un aumento del crédito y la inversión pública para mantener la tasa de expansión anual entre 6,5% y 7%. Más de US$1 billón (millones de millones) fueron inyectados a la economía, y el endeudamiento de las empresas aumentó en un 60%. La masiva cantidad de liquidez ha alimentado, a su vez, una burbuja inmobiliaria en las principales ciudades, que de explotar podría causar la próxima crisis financiera mundial.

El masivo endeudamiento sobre el que se sostiene la economía china, que equivale a 260% del PIB, ha encendido las alarmas en numerosas ocasiones, ante el temor de que genere una nueva recesión global. El gobierno chino parece reconocer finalmente el peligro y ha planteado a 2017 como el año de la moderación y los ajustes. “Cualquier tasa de expansión sobre 6,3% será considerada estable. Este año la principal preocupación es controlar los riesgos, más que el crecimiento”, advierte Wang Jianhui, economista de Capital Securities.

La lista de tareas no es corta. La OCDE resume así las reformas más urgentes: un ajuste de la política fiscal excesivamente laxa, una política monetaria menos expansiva, poner fin a los rescates de empresas improductivas, desapalancamiento de las empresas, reducción de los excesos de capacidad, aumento de los ingresos tributarios, y controlar el financiamiento de inversiones a través de deuda en los mercados financieros.

Reformas de esa dimensión redundarán en un menor crecimiento. El consenso del mercado proyecta una expansión de 6,5% de la economía china para este año. La cifra representa una desaceleración desde el 6,7%, que habría registrado al cierre de 2016. La OCDE cree que la desaceleración será aún mayor, con una tasa de expansión de 6,1% hacia 2018.

Más allá de la desaceleración, que el FMI considera una tendencia de mediano plazo, el real peligro está en el mercado financiero. El economista jefe del FMI, Maury Obstfeld, ve en China uno de los principales riesgos para la economía global este año. “El desafío es serio respecto a la debilidad de los balances de las empresas estatales, los mercados financieros, y la flexibilidad y racionalidad de la distribución de recursos”, advierte. Para Obstfeld uno de los principales riesgos es que el gobierno comunista dé marcha atrás a las reformas, si el crecimiento se desacelera por debajo de la meta establecida. “SI China sigue dependiendo de un crecimiento basado en el crédito, podría agravar los desbalances ya existentes, generando problemas a futuro”, advierte.

Por lo pronto, el gobierno parece comprometido, sino con reformas estructurales, al menos con controlar los riesgos de corto plazo. El banco central intervino agresivamente en el mercado cambiario a inicios de año para detener las apuestas off shore contra la moneda china, una consecuencia de la salida de capitales. La depreciación de 7% que sufrió el yuan frente al dólar en 2016 desalentó a más de un inversionista. Mizuho Securities proyecta que la salida de capitales continuará, al igual que las intervenciones del banco central. Sin embargo, cree que el emisor permitirá una depreciación moderada del yuan, en torno a 4%-5% en el año.

El gobierno también está tomando medidas para frenar el alza de las viviendas, anunciando controles para asegurarse que los proyectos construidos sean habitados, y no solo instrumentos de inversión, luego abandonados. Además, anunció una nueva ola de canje de deuda por acciones. La medida está orientada a reducir el nivel de endeudamiento corporativo, y a su vez sanear los balances de los bancos. Una prioridad tomando en cuenta que los créditos impagos registraron el año pasado su mayor nivel desde 2004, tras superar los 1,4 billones de yuanes (US$202.000 millones). La economista jefe de Natixis, Alicia García-Herrero, califica que el programa de saneamiento bancario “es el más grande en la historia de la humanidad” y podría demorar unos tres años. Sin embargo, cree que el foco de las autoridades chinas es el equivocado, pues el canje de deuda solo supone el traslado del riesgo desde la empresas y bancos a nuevos entes creados para ello. Finalmente, el problema de las deudas impagas sigue ahí. “Es necesaria una reforma a gran escala para mejorar el gobierno corporativo de las empresas y reducir el exceso de capacidad. Sin esas reformas, los canjes de deuda por activos no harán más que agravar el problema a futuro”, advierte.

En el corto plazo, adelanta Arjen van Dijkhuizen, economista senior de ABN Amro, el mercado debe prepararse para períodos de volatilidad causados por cifras o reportes desde China, así como episodios de conflicto entre Beijing y Washington. “Los riesgos externos (salida de capitales, depreciación de la moneda, menores exportaciones) han aumentado para China con la llegada de Trump, sumándose a la abultada lista de riesgos financieros del país”, concluye.

China no está aislada. Todo lo contrario. Riesgos para este país suponen una amenaza para los mercados emergentes, y a su vez la economía global. Según el Foro Económico Mundial, con un crecimiento de 20% anual de su inversión en otros países, China está por desbancar a Estados Unidos como el principal inversionista global. No en vano el encuentro de Davos dedicará dos paneles a China, el primero mañana, para discutir “su rol protagónico en los mercados globales”; el segundo, el miércoles, se centrará en su “rol para impulsar la prosperidad global”. Las esperanzas puestas en China son muchas, pero los riesgos quizás puedan ser más.

Fuente: Pulso

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