Chile se suma a la tendencia y elabora estrategias para potenciar la electromovilidad

5 enero, 2018
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(Ilustración: Fabián Rivas)

(Ilustración: Fabián Rivas)

Siendo uno de los principales productores de cobre y con potencial en el litio, Chile tiene en el horizonte un escenario auspicioso para la adopción de vehículos más amigables con el medioambiente y por qué no, una nueva llave de crecimiento económico.

La próxima licitación del Transantiago incluirá la incorporación de 90 nuevos buses eléctricos al sistema, lo que traduce en el primer paso de la conversión de Santiago hacia un modo de transporte más amigable con el medioambiente. De hecho, la Estrategia Nacional de Electromovilidad presentada hace dos semanas establece que de cara al 2050, la totalidad de los buses serán eléctricos. Así, nuestro país seguiría los pasos de lugares que le han puesto fecha de término al motor de combustión. China ya anunció que pondrá fin a la producción y venta de vehículos de combustión interna en fecha aún por definir; Francia prohibirá su venta en 2040, Alemania en 2030 y Holanda en 2025. Algunas marcas de autos también anunciaron el fin de producción.

La electromovilidad también apunta a cumplir con los compromisos adquiridos en el Acuerdo de París. Para poder combatir realmente el cambio climático y llegar a la meta de los objetivos propuestos, parece evidente la necesidad de incentivar las políticas “cero emisiones”. “Hoy existen menos de 200 vehículos eléctricos e híbridos con recarga exterior recorriendo las calles del país. Necesitamos avanzar mucho más rápido si queremos cumplir con la meta que propone esta Estrategia Nacional de Movilidad: que un 100% de la flota de transporte público y el 40% de los vehículos particulares sean eléctricos”, señala el ministro de Medio Ambiente, Marcelo Mena.

De acuerdo a la hoja de ruta, al 2050 el parque de vehículos livianos en Chile estaría conformado por un 40% de vehículos eléctricos, y la matriz de generación eléctrica se estima que esté compuesta por más de un 70% de energías renovables, por lo cual se proyecta que el ingreso de vehículos eléctricos evitará 11 millones de toneladas de CO2 al año y reducirá el gasto en energéticos del país en más de US$3.300 millones anuales, lo que equivale a cerca de un 1,5% del PIB del 2016, mejorando de este modo la productividad de las empresas y la calidad de vida de las personas.

Una de las ventajas para implementar sistemas de transporte eléctrico a la ciudad es el ahorro energético, ya que este tipo de motor es más eficiente. Estudios estiman que esta relación en vehículos que utilizan combustibles derivados del petróleo es de 1:4. O sea, alrededor del 85% de la energía se pierde en calor. En tanto, la liberación de CO2 también es menor. Las emisiones de un auto eléctrico equivalen a un tercio de uno tradicional.

Actualmente, el 35% de energía que consume Chile está vinculada al transporte, pero históricamente ese uso ha estado relacionado sólo a los combustibles líquidos o fósiles. “La electromovilidad representa una transformación radical. Es algo nuevo, porque antes no era tecnológicamente posible”, señala Claudio Sebaach, vicepresidente ejecutivo de la Asociación de Generadoras de Chile.

Economía de escala

A pesar de que la electromovilidad se plantea como una manera de subir al país al carro de transporte “verde”, también representa una oportunidad única: la posibilidad de tener una economía de escala que permita, en una primera instancia fabricar materia prima para las baterías y quién sabe, quizás a futuro hablar de fábricas de autos eléctricos. Es que Chile como uno de los principales productores cupríferos y con potencial en el litio tiene mucho qué decir al respecto. Para hacerse una idea, un vehículo tradicional que funciona con un motor a combustión interna contiene alrededor de 20 kilos de cobre, mineral que está presente en sus componentes mecánicos, electromecánicos y en sus accesorios hechos de una aleación de cobre y zinc. En tanto, uno de características híbridas necesita cerca de 40 kilos de litio y, uno con batería electrovoltaica, alrededor de 80 kilos. Esta diferencia se debe, principalmente, a que el motor eléctrico necesita más conexiones que los vehículos convencionales. De hecho, algunos expertos hablan de que podrían llegar a necesitar hasta 105 kilos del metal por unidad.

Volvo, Volkswagen, Jaguar, BMW y Ford son sólo algunos de los fabricantes que empiezan a apostar por el segmento híbrido. Esto se suma a visiones como la de Francia que anunció que de cara al 2040, ya no se comercializarán vehículos a bencina en el territorio. Europa, lo ha hecho por razones vinculadas al cambio climático. Por su parte, ciertos estados en EEUU están muy interesados, como ocurre con California. China, por su parte, busca combatir la polución de las grandes ciudades y dar un impulso al combate del cambio climático. “Esta locura de la electromovilidad que está haciendo crecer el consumo de litio de una manera vertiginosa nos abre oportunidades muy interesantes para Chile, porque además también tenemos energía solar muy barata, somos el país con mejor radiación solar del mundo; los autos eléctricos también consumen mucho cobre y una parte del mercado va a exigir cobre bajo en emisiones porque el consumidor sofisticado está interesado en que la traza de carbono de todos los componentes del auto sean muy bajas”, dice Eduardo Bitrán, vicepresidente ejecutivo de Corfo y agrega: “Tenemos una posibilidad extraordinaria”.

Fuente: Pulso

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