Alejandro Guillier: El futuro del cobre chileno

17 agosto, 2015
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“En un momento en que estamos discutiendo las estrecheces que tienen nuestra economía, tenemos que hacer de nuestras restricciones oportunidades para las generaciones futuras”.

Por Alejandro Guillier, Senador por la Región de Antofagasta, miembro de la Comisión de Minería y Energía del Senado

Siguiendo una visión estrecha, la minería chilena hizo una opción en los años 90: cambiar la producción de cobre fino por concentrado. La lógica era implacable: mientras más cerca de la mina mayor sería la utilidad. Cuando la libra de cobre superó los 4 dólares, esta opción pareció un acierto sin precedentes. ¿Para qué invertir en fundiciones y refinerías si el concentrado se vendía sólo? En este contexto y por volumen exportado, rescatar esos 14 o 15 subproductos asociados al cobre era una insignificancia. Pero pasó el ciclo virtuoso y ahora advertimos las consecuencias de esas decisiones.

 Con el cobre a 2,6 dólares la libra y unos pocos países monopolizando el mercado de las fundiciones comenzamos a darnos cuenta de lo mucho que hemos arriesgado.

Desde luego, hemos perdido la capacidad de fijar el precio a nuestro cobre. Con los cátodos nos buscaban en todos los mercados. Nuestros concentrados, en cambio, van a un mercado común de concentrado. O sea, nuestro cobre pasó a ser un commodity más y cuestionado por su carácter contaminante. De paso, estamos entregado esos otros minerales que hoy tienen precios significativos.

Otros países están haciendo esos negocios que nosotros despreciamos. Ni hablar del aprovechamiento de las escorias hoy despreciadas por nuestra industria, pero altamente apetecidas por los mercados externos. Las fundiciones chinas, por ejemplo, rescatan no menos de 15 minerales altamente cotizados. Lo que queda de nuestra otrora orgullosa industria de fundiciones no pasa de un nivel de cuarta clase a nivel mundial.

Vivimos un ciclo de crisis. La historia comparada nos muestra múltiples ejemplos de países que en estos ciclos han hecho su mejor esfuerzo de reconversión de su industria. Asumieron sus crisis con una mirada estratégica, con perspectiva de largo plazo según sus características y potencialidades. Nuestra tragedia es que, como país, hemos perdido esa capacidad. Este déficit crónico parece acentuarse y nos estamos acostumbrados a despreciar toda reflexión sobre el futuro, sin apreciar las tendencias, las oportunidades e impactos, y cómo deberíamos estar actuando desde nuestras políticas públicas.

 Nuestro patrón de desarrollo sigue marcado por la exportación de recursos naturales. El peso de una economía que sólo asigna sus recursos a partir del mercado impide generar una política industrial que esté acorde con las tendencias mundiales y las políticas de desarrollo vigentes.

En un momento en que estamos discutiendo las estrecheces que tienen nuestra economía, tenemos que hacer de nuestras restricciones oportunidades para las generaciones futuras. Tenemos los profesionales y los trabajadores para iniciar con seguridad y responsabilidad este proceso. Debemos invertir en centros de Fundición y Refinerías con la más avanzada tecnología, con alta productividad y que nos asegure las mejores capturas de anhídrido sulfuroso y arsénico, de modo de poder estar a la altura de las exigencias mundiales que hoy posee la industria minera. Este ciclo negativo ofrece, paradójicamente, oportunidades. Por ejemplo, es el momento para adquirir a menores precios, fundiciones de última generación.

Este es el gran punto a tener presente: cómo Chile ajusta su desarrollo y hace las reformas que puedan volver a generar sintonía y oportunidades en el escenario internacional que se viene prefigurando con la mirada puesta en el largo plazo.

Fuente: NME

 

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