Agua y sociedad: recurso, gestión y desafíos para el futuro

16 mayo, 2016
Opinión_Linda Daniele_foto

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“El valor económico del agua es innegable en las sociedades modernas. Sin embargo, reducir el agua a un bien de consumo, a un recurso apropiable y mercantil, revela la pérdida de las relaciones de estas sociedades con el territorio y su contexto”.

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Por Linda Daniele

Hidrogeóloga e investigadora del Centro de Excelencia en Geotermia de los Andes (CEGA) de la Universidad de Chile.

El agua fue lo que más me sorprendió al llegar a Chile, cuando aún no estaba familiarizada con los recursos hídricos del país. El agua que curiosamente refleja no solamente la geografía de este alargado país, sino también su sociedad; pues algunos tienen mucha y otros ni una gota! La tremenda escasez del norte del país tiene su contraparte en la abundancia que caracteriza el sur, pero disponer de agua hoy en día no es sólo una cuestión geográfica, sino también socioeconómica.

La relación que instaura una sociedad con el agua es un indicador del modelo elegido para relacionarse con su entorno natural y con los miembros que constituyen esa sociedad. De acuerdo a esta visión, las políticas de agua que cada país elige reflejan estas relaciones sociales y medioambientales a través la gestión de este tan valioso recurso.
El agua es reconocida como un elemento fundamental para la supervivencia y para el desarrollo socioeconómico, es la base de toda actividad que desarrollamos y, sin ella, se ha demostrado que es imposible el desarraigo de la pobreza. El valor económico del agua es innegable en las sociedades modernas. Sin embargo, reducir el agua a un bien de consumo, a un recurso apropiable y mercantil, revela la pérdida de las relaciones de estas sociedades con el territorio y su contexto (ecosistemas, ciclo hidrológico, valor ético y religioso del agua).

En Chile, las políticas de agua, ampliamente discutidas en los últimos años, mantienen una forma peculiar de mercantilización donde las autoridades miran casi impotentes un juego al que están obligadas por ley a participar y en el cual casi nunca gana la sociedad en su conjunto.

Nuestra sociedad tendrá que lidiar con un futuro que nos pide y exige cambios radicales para asegurar nuestro bienestar y el de las generaciones futuras. El informe de Megasequía (CR2, 2015) no deja espacio a dudas, el cambio climático global necesita toda nuestra atención como sociedad: preparando y adelantando actuaciones normativas y territoriales para hacer frente a los cambios en magnitud y en frecuencia de las precipitaciones.

Las últimas lluvias han evidenciado la necesidad de introducir cambios en la gestión territorial que apunten al manejo integrado de cuencas, y que consideren el agua como una amenaza socionatural más que el país tiene que gestionar. Sin embargo, el desafío más grande que tenemos adelante es el educativo, entendido como la necesidad de formarnos para lograr un uso consciente de un recurso que aparentemente nunca acaba y que es el factor más influyente en la vida humana.

Medios de comunicación, red educativa y la sociedad entera tendremos que trabajar en conjunto para erradicar conceptos y hábitos obsoletos e impulsar una nueva cultura del agua que no solamente contemple abordar y superar los problemas actuales, como la escasez y las inundaciones, sino también los desafíos personales que cada uno tendrá en una sociedad consciente. La suma de estos cambios nos permitirá enfrentarnos al futuro con mayor seguridad y nos acercará a la sostenibilidad.

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