Impuestos verdes recaudan casi US$ 300 millones

14 mayo, 2018
termoeléctrica

Por primera vez en abril ingresaron a las arcas fiscales los llamados impuestos a las emisiones de fuentes fijas, que operan desde el 1 de enero de 2017. En total la recaudación por impuestos verdes, sumando fuentes fijas y móviles, alcanzó a los US$ 298,3 millones de recaudación correspondiente al ejercicio 2017.

Establecidos en el marco de la reforma tributaria de 2014, dicho gravamen -que se aplica a las emisiones de establecimientos que tengan calderas y turbinas con potencia igual o superior a 50 megawatts térmicos (MWt)- le aportó al fisco un total de $115.361 millones, el equivalente a US$ 191,3 millones, pagados por las empresas afectadas por este “impuesto verde”; es decir, cuando emiten contaminantes de sus fuentes fijas, tales como dióxido de carbono, material particulado u óxido de nitrógeno.

Claro que a dicho monto se suma lo que cancelaron las fuentes móviles -como automóviles y camiones-, que opera desde el 29 de diciembre de 2014 y grava por única vez la primera compraventa de vehículos nuevos, en función del rendimiento urbano, potencial de emisión de NOX y el precio de venta. Durante 2017, el Estado recaudó US$ 107 millones por este concepto.

Aunque hay 94 establecimientos que tuvieron que cancelar el gravamen correspondiente a las fuentes fijas, el mayor pago lo hicieron las centrales termoeléctricas, que cancelaron en total US$ 179,8 millones, según datos del Ministerio de Medio Ambiente.

Al desglosar las cifras de recaudación por sector económico, la generación eléctrica equivale al 94% del total pagado, secundado por celulosa/papel (2%), otros (2%), agrícola (1%) y pesquera (1%).

En cuanto a cuál es el elemento contaminante más usual en todas las industrias, el 88% corresponde al dióxido de carbono (CO {-2} ), otro 8% a material particulado (MP), 3% a óxidos de nitrógeno (NOX) y 1% a dióxido de azufre (SO {-2} ).

Respecto al combustible que usan las generadoras que pagaron por emisiones, el carbón lidera la recaudación, con el 68%, seguido por el gas natural (18%), petcoke (7%), biomasa (4%) y petróleo (3%).

Según el Ministerio de Medio Ambiente, la aplicación de este impuesto obedece a la lógica de “quien contamina paga”. En la entidad destacan que Chile es pionero a nivel regional en el uso de este tipo de instrumentos de gestión ambiental, constituyéndose como un referente en esta materia.

Para pagar el impuesto sobre emisiones de fuentes fijas se calculan las emisiones. Por ejemplo, para las emisiones de CO {-2} , el impuesto corresponde a US$ 5 por tonelada. En el caso de los contaminantes locales, varía si el establecimiento se encuentra en una zona ambientalmente saturada, de latencia o sin declaración.

Para la ministra de Medio Ambiente, Marcela Cubillos, señala que el balance preliminar es positivo en cuanto a la preocupación de los regulados por monitorear adecuadamente sus emisiones, instalación de sistemas de abatimiento para contaminantes locales, realización de mejoras tecnológicas en sistemas de combustión y en el cambio de uso hacia combustibles menos contaminantes.

“Pero en cuanto al impacto real sobre la cantidad de emisiones, eso es algo que debemos medir en un horizonte de tiempo más amplio y debemos esperar que el impuesto opere durante un tiempo prudente para obtener información de calidad que nos permita su correcta evaluación”. En todo caso, resalta que “estos impuestos son mucho más eficientes que las regulaciones para limpiar el medioambiente e impactan menos al crecimiento”.

La titular de Medio Ambiente explica que esta es una política altamente utilizada y perfectamente recomendable para otros sectores. “El principio básico de “quien contamina paga” promueve la incorporación de instrumentos de gestión ambiental que trasladan la regulación desde una imposición del Estado hacia los privados, que son quienes pueden y deben decidir la forma de transitar hacia sistemas productivos con menos emisiones”, subraya.

Señala también que existen muchos instrumentos que le ponen “precio a la contaminación”. En ese sentido, detalla que el tributo a las emisiones es uno de los principales, pero existen, también, las compensaciones, los permisos de emisión transable y las patentes ambientales, entre otros, que siempre se pueden estudiar, pero estará condicionado a las capacidades estructurales tanto del mercado como del ente regulador para su correcta aplicación.

Fuente: Diario El Mercurio

Noticias Relacionadas